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El arte es a menudo provocación. Y más el contemporáneo, que no deja de explotar la veta del escándalo con excelentes resultados desde que en 1917 el pionero y genial Marcel Duchamp convirtiera un urinario en obra de arte. La tituló 'Fuente' y la firmó como R. Mutt, un jocoso juego de palabras. Con cada edición de ARCO, que el miércoles abre la 42, llega un nuevo y escandaloso desafío a las convenciones. Antes de conocer los de 2023, repasamos los que más dieron que hablar en la última ediciones de la feria, en las que hubo vaginas suturadas, reyes para quemar, delincuentes convertidos en presos políticos, dictadores en la nevera, 'strippers', performances agónicas y carísimos vasos de agua.
El finlandés afincado en España Riiko Sakkinen es uno de los abonados al escándalo. El año pasado presentó un retrato de Pedro Sánchez titulado 'Mis líderes favoritos de extrema izquierda'. El rostro del presidente del Gobierno aparecía al lado de nombres de tiranos como Lenin, Stalin, Fidel Castro o Pol Pot. Vecino del pueblo toledano de Pepino, también exhibió un retrato de Juan Carlos I, 'Todos somos reyes en exilio', y un montaje de bufandas patrióticas con mensajes como 'Esto es España y al que no le guste que se vaya'. Sakkinen, que un año antes presentó 'Franco no fue tan malo como dicen', debió competir con la peruana Wynnie Mynerva, que mostró el vídeo de su operación para suturarse la vagina en la sección Opening.
Abonados a la polémica y reincidentes empeñados en dar que hablar son Santiago Sierra y Eugenio Merino. Por separado ya la habían liado parda, pero en ARCO 2109 se aliaron para crear un descomunal 'Ninot' con la efigie de Felipe VI y que, sí, acabó siendo pasto de las llamas. La figura del rey descollaba en el espacio de Prometeo Gallery, de la italiana Ida Pisani. La escultura hiperrealista del monarca, de más de 4 metros y perfumada con la fragancia 'Dark blue' de Hugo Boss, era visible desde lejos. Quien la comprara por 200.000 euros, debía comprometerse a quemarla en el plazo de un año. La hoguera debía grabarse en vídeo como una performance y el comprador podría quedarse con las cenizas. Al final la quemaron sus autores, Sierra y Merino, protagonistas de otras sonadas polémicas en la feria.
Un año antes del 'Ninot' el siempre provocador Santiago Sierra vio como su obra 'Presos políticos en la España contemporánea' se descolgaba de las paredes de su galerista, Helga de Alvear. Eran 24 imágenes con los rostros pixelados pero reconocibles de Oriol Junqueras, de los Jordis -Sánchez y Cuixart-, de militantes anarquistas, de políticos de la izquierda abertzale y del 15-M presentados como presos políticos. La dirección de Ifema invitó a la galerista a retirar la pieza antes de abrir la feria. Helga de Alvear aceptó y se armó la bronca buscada por su creador. La adquirió por 80.000 euros el empresario Tatxo Benet, que expondría los rostros de la discordia en Zapadores Ciudad del Arte Museo, un centro de arte situado en un antiguo cuartel militar en el madrileño barrio de Fuencarral y en el espacio industrial en de la Nau Bostik en Barcelona.
No se quebró la cabeza el artista conceptual cubano Wilfredo Prieto, que osó exponer un vaso medio lleno de agua con un precio de 20.000 euros en la galería Nogueras Blanchard. Como suele ocurrir, se prestó más atención a esta 'boutade' que a muchas de las grandes piezas de ARCO 2015. «Si colocas en tu casa un vaso de un modelo idéntico con la misma cantidad de agua no tendrías esta obra de arte, tendrías una copia», explicó el creador al periodista que le planteó la cuestión. El cubano consiguió de nuevo generar escándalo y debate al plantear la eterna cuestión de qué es arte y qué no. En la mimas edición también se habló del mandala hecho con bragas rojas de Pilar Albarracín y los paisajes homoeróticos del chileno José Pedro Godoy.
'Congress Topless' se tituló la pieza que Yann Leto, artista el francés afincado en Zaragoza, presentó en la galería murciana T-20 en 2014. Tras una cortina roja se ocultaba un club de alterne donde dos 'strippers' se contoneaban al ritmo de la música. Leto explicó que su intención era «recrear el típico sitio donde se reunían los políticos, 'la casta', con el puro a redactar leyes que afectan a las mujeres». La galería no estuvo presente en la siguiente edición de la feria y Yann no volvió a exponer en ARCO hasta 2017.
Camila Cañeque recorrió Estados Unidos vestida de flamenca simulando que se moría. Era una performance de la artista catalana para denunciar el final de España bajo el poder capitalista. No tenia galería, así que se coló en los pabellones de Ifema con su vestido de faralaes para representar su agónica 'Dead End', de forma espontánea. Llamó la atención desde luego, pero de forma efímera. Los guardias de seguridad la invitaron a abandona la feria. Pero Cañeque logró su publicitario objetivo y pudo representar su performance en los años siguientes en diversas galería madrileñas.
Eugenio Merino es un veterano, y acaso un maestro en esto de escandalizar. Marcó hito en la historia de ARCO con 'Always Franco' la pieza más comentada y fotografiada en 2012. Presentó al dictador con su uniforme de capitán general de todos los ejércitos metido en una nevera de Coca-Cola. Planteaba así que el franquismo seguía «vivito y coleando» casi cuarenta años después de la muerte del dictador, que por entonces seguía sepultado en el Valle de los Caídos. La polémica llegó a los tribunales cuando la Fundación Franco demandó al escultor hiperrealista y a la galería ADN por atentar contra la memoria del dictador. Pidieron 18.000 euros, pero la querella fue desestimada. Merino ya epató en 2011 con 'Stairway to Heaven' con un imán, un rabino y un cura amontonados que por compró por 50.000 euros un coleccionista belga. También mostró una metralleta convertida en menorá, el candelabro judío de siete brazos,-que provocó la queja oficial de la Embajada de Israel ante los «elementos ofensivos para judíos, israelíes y, seguramente, para otros»- o una cruz cristiana con luz verde como la de una farmacia.
El mismo año Antoni Miralda imprimió el eslogan 'No hay pan para tanto chorizo' con tinta comestible sobre obleas. Había sido de los lemas más coreados durante el 11M y llegó a ARCO un año después. Lo expuso la galería Palmadotze y cada pieza se vendía por 5.000 euros.
En el ya lejano 2007 fue del escultor italiano Paolo Schmidlin del que más se habló en ARCO donde presentó un busto hiperrealista de Isabel II de Inglaterra desnuda. La soberana fallecida en 2022 aparecía como llegó a este mundo mientras dos manos masculinas la toqueteaban, una la cintura y la otra un pecho. El título de la pieza 'Porno Queen' no dejaba nada a la imaginación. Aquella edición fue inaugurada por el entonces rey Juan Carlos I, hoy emérito, a quien la manoseada efigie de su Gracia Majestad y pariente lejana debió hacerle muy poca gracia.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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