Jenni Alvarado, junto a una de sus esculturas y el lienzo 'Feuto de Sonabia' .

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Jenni Alvarado, junto a una de sus esculturas y el lienzo 'Feuto de Sonabia' . Mar García

Los personajes de Jenni Alvarado escapan del taller hasta la Galería Javier Silva

La artista bilbaína presenta 'Entre el ojo y la mirada siempre hay algo que celebrar' en Valladolid

Victoria M. Niño

Valladolid

Martes, 4 de marzo 2025, 18:14

Los colores de Jenni Alvarado son más vivos y ácidos en su segunda exposición individual en Valladolid. La artista vizcaína vuelve a la Galería Javier ... Silva con el trabajo de los últimos años, 'Entre el ojo y la mirada siempre hay algo que celebrar'. En ese espacio «está todo, en lo que decides mirar, dónde diriges la mirada, a qué prestas atención de entre tantas cosas como ocurren alrededor», dice.

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En su actual paleta cobran un gran protagonismo el amarillo limón, el azulones y rosas, frente a una anterior más oscura. Es como si se hubiera mudado al trópico, pero no. «Ahora vivo en el campo (alavés). Me llaman la atención los frutos, los vegetales, el contexto de mi mirada es ese. Hay una barrera muy fina entre la vida y la pintura», aclara. «Los actuales colores vienen de mi forma de interpretar las sombras. Esos azules y morados tienen que ver con la información que llega al ojo. No son los azules propios de la cosa en sí, sino fruto de lo que pasa en la pintura. No soy fiel a la realidad en el color, sí en la forma a veces».

Precisamente para no atarse a la forma ideó hace tiempo una forma de trabajar en pintura a partir de la escultura. Creaba personajes (con poliuretano, cerámica, textil) a los que movía y con los que hacía videocreaciones, a partir de esas imágenes, los llevaba a la pintura. «Esas esculturas me servían para provocar momentos performativos, eran excusas para deformar, para escapar de lo figurativo, y se fueron convirtiendo en personajes», cuenta. Les tapa la cara, «no la retrato porque es donde concentramos la expresión y me es mas fácil hacer personajes sin esa información».

Alvarado vivió primero en Bilbao y luego «en un pueblo pequeño donde me dejaron una iglesia gótica para pintar. La gente pasaba y me preguntaba, así que empecé a mostrar algunas caras. En esta exposición hay al menos dos cuadros con caras. Sin embargo muestro muchas manos que también tienen gesto, sujetan cosas, es otra expresión del cuerpo». También hay pinturas «de lo que me despierta interés por la forma, el color, la luz, material que luego me llevo al estudio», explica quien atiende al rumbo que le marca el proceso creativo, «las cosas me pillan trabajando, no lo pienso antes». Por ejemplo, los encajes que utilizó como plantilla en las pinturas anteriores, en esta exposición pasan a formar parte de las esculturas que ya no son pasos previos sino obra independiente.

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