![Los elegidos para representar el imaginario de Delibes.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202002/01/media/cortadas/4-khNF-U10016051090JW-624x385@El%20Norte.jpg)
![Los elegidos para representar el imaginario de Delibes.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202002/01/media/cortadas/4-khNF-U10016051090JW-624x385@El%20Norte.jpg)
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Lucas Pérez es un niño sin teléfono móvil ni ganas de tenerlo, le chiflan los pájaros, pesca carpas en la laguna y tiene un terrario con una serpiente que murió. Como El Nini, el niño sabio de 'Las ratas', sale de andanzas por el pueblo ... y sus afueras en busca de bichos; eso sí, no hace ascos a la Play Station. «De mayor –suelta firme el onceañero– quiero ser biólogo». Es uno de los 182 vecinos censados en Urueña aunque viviendo todos los días, durmiendo cada noche, a duras apenas se cuenta el centenar en este pueblo vallisoletano. Posa para la foto de Henar Sastre con tanta espontaneidad como aparece en el retrato de Laura Serrano junto a 'Laika', una pastor alemán que hace las veces de 'Fa', compañera de andanzas de El Nini.
Los retratos. Quién iba a decir que aparecer caracterizado como un personaje de novela de Delibes iba a originar relaciones, estrechar lazos entre vecinos en un pueblo, como tantos otros, temeroso por la merma del padrón. Un hueco más en el banco de la iglesia, la barra del bar que se agranda porque año a año van desapareciendo parroquianos. De esa devastación advertían hace décadas algunas novelas de Miguel Delibes: la emigración, la Castilla olvidada y desangrada, el abandono del campo y el de los que se quedan...
A parte de ese universo remiten los retratos de Laura Serrano. Con ella contactó Luis Enrique Valdés Duarte, director de la Villa del Libro, para organizar una exposición con pinturas que reflejaran personajes de las novelas de Delibes a las que pondrían rostro los vecinos. Entre ambos hicieron el 'casting' en busca de nueve rostros 'delibeanos' y un animal y allí encontraron a unos cuantos candidatos para posar como El Nini y su perra 'Fa' de 'Las ratas'; Azarías con su Milana en 'Los santos inocentes', Desi de 'La hoja roja', El Mochuelo de 'El camino', Ana-Ángeles de Castro en 'Señora de rojo sobre fondo gris', Cayo de 'El disputado voto del señor Cayo', Carmen de 'Cinco horas con Mario', Quico de 'El príncipe destronado' y también a Cecilio Rubes de 'Mi idolatrado hijo Sisí'.
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Este último personaje, el contable y adinerado negociante, lo encarna ante el pincel Francisco Rodríguez, alcalde (PP) en su segunda legislatura. «Leí la obra cuando era joven, aunque me marcó más 'El camino'; con diez años me mandaron a un internado y me veía reflejado en El Mochuelo», rememora quien ahora trabaja como autónomo dedicado al diseño gráfico, asentado en una localidad con deficiente acceso a Internet. «Hay una persona del pueblo que se va a ir por ese motivo –se lamenta–; la conexión a la Red es vital para negocios en los que se puede trabajar desde casa».
Bajo su queja se ensancha la sombra de la despoblación, en una localidad con «mucha gente mayor, de entre 70 y 80 años, no hay más que ir una tarde al centro social», y una escuela con seis niños que cada final de curso ve tambalear su continuidad: dos alumnos pasarán al instituto de Secundaria de Medina de Rioseco y alrededor de las pizarras solo quedarán cuatro la próxima temporada escolar.
La cara más optimista la pone la cultura con doce librerías agrupadas en torno a la Villa del Libro, cinco museos (de Campanas, de la Música, del Cuento, Fundación Joaquín Díaz y el Centro e-LEA) y el turismo con tres casas y un hotel rural y seis negocios de hostelería. El resto, algún pequeño negocio, tres pastores y un puñado de agricultores en una hermosa villa medieval por cuya oficina de turismo pasan cada año 25.000 personas, aunque según su alcalde, más de 40.000 recorren sus calles.
La presencia de turistas opera como alivio temporal para los lugareños de una villa que alguno ha conocido con seiscientos habitantes. con una escuela de niños y otra de niñas con 40 alumnos cada una, recuerda Severino Hernández, labrador de 53 años, Azarías en el cuadro posando con una imaginaria 'Milana bonita'. «He leído poco de Delibes, pero he visto algunas películas de sus novelas por televisión». No olvida la gestualidad de Paco Rabal en 'Los santos inocentes', rodada por Mario Camus en 1984 sobre la novela publicada tres años antes. En la mente queda el rastro de ternura y apego a la naturaleza que encarna un Azarías con el que se identifica Severino Hernández, quien ya conoce lo que es enfundarse el traje de actor: «En verano organizamos en el pueblo las noches de terror dentro de la semana cultural y siempre participo; una vez haciendo de ahorcado, otra de enterrador.... Esto de los retratos está revolucionando el pueblo, todo el mundo nos pregunta», cuenta quien desde que tenía siete años ha visto abandonar el pueblo a muchos de sus conocidos y amigos. «Poco a poco se fueron marchando, muchos a Valladolid en busca de un puesto de trabajo en Renault, Michelin, Uralita...».
«No todo el mundo es retratable; a muchas personas que me piden un retrato les digo que no porque tienen un gesto que no les va a gustar ni a ellos ni a mí». La organización de eventos y campañas de imagen ocupaban el desempeño profesional de Laura Serrano (Valladolid, 1980), periodista y diplomada en Empresariales hasta que en 2016 y tras un periodo sin empleo subió su primer dibujo a Instagram, al que seguirían personajes de la serie 'Vikingos' y 'Juego de tronos'. «Como periodista en paro pensé: '¿Y si consigo que gente famosa conozca y comparta mis dibujos?'».
Descubrió un hastag en el que actrices como Viola Davis compartían 'fun art' y allí fueron vistos sus retratos. «Fue compartirlos con la ganadora de un Oscar, a la que regalé un retrato y empezaron a llegar solicitudes de EE UU; me preguntan en qué barrio de Filadelfia tengo el estudio y yo les contesto que en España, en Valladolid». Al de Davis seguiría el retrato de la cantante Gloria Gaynor, y así hasta hasta hacerse con una cartera de clientes en la que el 70% son estadounidenses, la mayoría afroamericanos que le envían a su piso en el barrio de Pajarillos fotografías a partir de las que pinta. Ha realizado retratos por centenares esta artista cuya especialidad, asegura, «son niños, animales y gente de color de todas las edades porque tienen luz en la piel».
En Youtube, Linkedin, Twitter, Facebook, Pinterest y TikTok e Instagram muestra sus creaciones. «Hay pintores mejores que yo, pero no se saben comunicar; se puede vivir de cualquier cosa si eres suficientemente bueno y capaz de darlo a conocer». El lápiz y el pincel forman parte desde los nueve años del divertimento de esta creadora que ha colgado sus cuadros en bares y cafés de Valladolid y en el Espacio Joven. Tiene lista de espera para elaborar retratos (200 euros los de 30 por 40 centímetros) con marco incluido. Califica su estilo como realismo esencial. ¿La clave? «Captar el gesto propio que nos hace particulares y diferentes».
Quienes se atrevieron a hacer el camino a la inversa fueron los padres del niño Lucas Pérez (El Nini)y su hermano de siete años. Su progenitor Miguel Ángel Pérez, recuerda que él trabajaba en una discográfica y su esposa en una editorial, residían en Laguna de Duero y tenían claro que querían asentarse en un pueblo. «Éramos comerciales y viajábamos, así que nos daba lo mismo estar aquí que allí. Antes vimos casas en Robladillo, en Portillo y finalmente recalamos aquí hace 14 años. buscando tranquilidad, paz y belleza». Pesimista sobre el futuro de los pueblos –«creo que la despoblación no tiene solución»– reprocha la falta de medidas efectivas para combatirla. «Yo sé dónde he venido a vivir y las dificultades que entraña, pero los políticos no tienen el valor de apoyar con medidas, con una reducción sensible del IRPF por ejemplo...».
Cuando contemplan por primera vez sus retratos en el Centro e-LEA se quedan boquiabiertos. Felicitan a Laura Serrano, que ha ido mostrando el proceso creativo de las obras en las redes sociales (IG @lauraserranob). «Con ella elegí a los lugareños: que encarnarían a los personajes en una representación diversa, y cuando tuvimos una lista pensamos quién poseía algún rasgo de apariencia con los de las novelas», detalla Luis Enrique Valdés, director de la Villa del Libro, gestionada por la Fundación Jorge Guillén.
El verano del pasado año tomó las riendas de la Villa del Libro de Urueña, donde se trasladó a vivir desde Valladolid Luis Enrique Valdés (Cuba, 1980). «El valor intangible de residir en un pueblo es el tiempo, un tesoro», aprecia elogiando la «valentía» de los doce libreros asentados en la Villa del Libro: «Han apostado por venir aquí, con un mercado que no es precisamente el del vino; es importantísimo que colaboremos con ellos».
En el bar, en el Centro e-LEA, en sus casas, camara en mano, Laura Serrano fue fue fotografiando a los vecinos que ahora inspiran sus retratos al pastel, en color y blanco y negro. Ha concluido los de Azarías, El Nini y Cecilio Rubes y está preparando el del señor Cayo tomando como referencia el porte y el gesto de Celedonio Fernández de Dios, camino de los 84 años, toda una vida de andariego por el páramo y el valle en busca de pasto para sus ovejas.
«Este proyecto está creando cohesión, pero sobre todo ellos están sintiendo la experiencia de formar parte de la Villa del Libro, que no es solo una cosa de intelectuales que han venido al pueblo o para las visitas; así se ven protagonistas de un hecho literario –abunda Valdés–, sintiendo que en gente como ellos pudo inspirarse el escritor».
En una fecha aún por decidir, cercana a la conmemoración del Día del Libro, se inaugurará la exposición con los retratos en el Centro e-LEA que lleva el nombre del narrador vallisoletano. Será un homenaje en el centenario de su nacimiento, basado en la sencillez, la misma que forjó la personalidad de tantos de sus personajes novelescos, ahora 'heredados' entre el vecindario de Urueña.
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