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¿Cómo se recordará nuestra sociedad actual en el siglo XXII? En la próxima centuria se comprobará si la lucha contra el cambio climático tuvo éxito y cómo las estrategias para contenerlo transformaron nuestra forma de vida. En ese momento, quienes a través de los ... museos se asomen a los usos y costumbres contemporáneos se sorprenderán por cómo viajamos, nos comunicamos, lo que reciclamos o qué valores nos mueven. La exposición '2120. La colección después del acontecimiento' se adentra en ese extrañamiento colectivo, una invitación a contemplar el presente como si fuera pasado, con ojos del próximo siglo en un túnel del tiempo a través de los fondos de la colección del Patio Herreriano.
Cinco salas ocupa esta propuesta expositiva comisariada por el historiador, poeta y crítico de arte José María Parreño, ofreciendo una perspectiva de la colección a cuyas obras exprime nuevas connotaciones. La llamaron humanidad, souvenirs de la Tierra, vieja cultura moderna, la era del carbono y fenómenos extremos asociados al cambio climático son los títulos que articulan el discurso artístico de cada uno de los espacios. Todos ellos concebidos en torno a un ejercicio de arqueología del presente, estructurado a partir de un amplio catálogo de obras del museo con firmas, entre otros, de Manuel Millares, Manolo Valdés, Luis Gordillo, Pierre Gonnord, Carlos Alcolea, Maggie Cardelús, Alberto Sánchez, Eduardo Arroyo o Patricia Gadea.
«Igual que vemos hoy pinturas de Goya, Sorolla o Picasso y hay cosas que no entendemos en los términos en las que ellos las pintaron, hay prácticas y situaciones de hoy que dentro de un siglo no se van a comprender», reflexionó Parreño.
Del concepto crítico de progreso habla 'El reverso de los monumentos y la agonía de las lenguas', proyecto de Eva Lottz abordado conjuntamente por el Museo Nacional de Escultura y el Patio herreriano. En la Capilla de los Condes de Fuensaldaña se reivindica la visibilidad del material que conforman los monumentos a través de tres enormes conos de caolín en tonos blanquecinos y de óxido de hierro en negro y rojo. En la sala 9 la artista austriaca recuerda, a través de sus lenguas elaboradas en estaño, betún, cobre, fieltro o acero «la bifurcación entre el alimento y el habla. Poca gente sabe que en Latinoamérica hay 773 idiomas en peligro de extinción». Su obra toma cuerpo también en una sala del Museo Nacional de Escultura, en torno a una pieza acristalada que desde el suelo refleja el artesonado mudéjar de los techos.
La tercera muestra la protagoniza Carmen Laffón (Sevilla, 1934) con una docena de pinturas de gran formato a partir de su mirada a las salinas de Sanlúcar de Barrameda. Javier Hontoria y María Bolaños, directores del Herreriano y del Nacional de Escultura, ensalzaron la colaboración entre ambos museos en un diálogo más allá de las fronteras académicas entre lo clásico y lo contemporáneo.
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