La nueva vida del 'Herbario' de Martín Caballero

«Eran de una joven bióloga que recolectó las plantas entre 1972 y 1973», explica el fotógrafo. Al lado de flores, ramas y tallos, la fecha de recogida y la especie a la que pertenecían. Víctor Hugo interrumpió la hibernación e insufló vida a esos maniquíes vegetales con la luz y el movimiento de sus fotografías. «Me propuse devolverles el pulso. Todas las fotografías tienen el mismo tratamiento, tiempos de exposición muy largos, suspendidas y a través del ligero movimiento dejan un halo de color. Algunas han perdido el tono original, otras han variado». Todas lucen sobre fondo negro, como se muestran en los manuales de botánica. Así la alfalfa se convierte en una sutil silueta malva o la rama de una acacia deviene en flor exótica. Hay hojas que parecen pájaros, «el movimiento es vida, quería devolverlas a la vida», dice quien la congela en sus imágenes.

Caballero juega con dos tamaños de fotografías contrarias al real. Empequeñece lo grande, engrandece lo pequeño. Así aplica el macro a una hoja rugosa, «trasluce el efecto del tiempo sobre ella», y se transmuta en una superficie acuática de suaves olas o en la azulada colina del desierto, trabajada por el viento. La planta original está colgada al fondo, en una fotografía de pequeño formato. Y aunque los detalles podrían anular el paisaje al que pertenecen, el fotógrafo subraya la relación con el mismo. Paisajismo concentrado.

«La mayor parte de las plantas proceden del entorno de Villabrágima y de Castilla y León, pero también hay algunas del Cantábrico y del Mediterráneo». Aquel es el pueblo donde nació Gustavo Martín Garzo y el escritor acompaña la exposición con un texto evocador de la oscuridad abisal de la que parecen salir estas imágenes tan evocadoras de MartínCaballero.