
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'Fuera de lugar' porque nacieron en la periferia y desde allí crean su mundo y allí lo muestran. Por primera vez el colectivo artístico ... Néxodos expone su trabajo en el centro de una ciudad, en la sala de Las Francesas. 'Fuera de lugar' es una intervención en el espacio arquitectónico del XV, donde once artistas han 'vestido' el lugar con el lenguaje del siglo XXI.
«No queríamos entrar en competencia con el edificio, así que hemos integrado las obras con humildad y respeto», afirma Javier Ayarza, uno de los creadores. Suyas son las 'lápidas' del altar, eco de las que los patronos de las iglesias tenían derecho a lucir. Las suyas son espejos, reveladores del narcisismo, y frente al altar, sobre la reja que separa la nave del coro, la inscripción latina 'vana est pulchritudo' (la belleza es vana). Dicho lema está custodiado por los telones de Javier R. Casado que rezan «we are sorry to inform you / you are free now» (sentimos informarles de que ahora son libres). Eco de los lienzos que impedían ver los coros de monjas y monjes en clausura, Casado anuncia el final de la tutela, el abismo de la libertad.
En el altar, la fotografía de una mano, 'Sentirse periferia (Mientras)', de María José Gómez Redondo. La mano de una talla de Santiago, a quien estuvo dedicado el templo, que ocupó la hornacina más preeminente del templo. Una extremidad, una periferia que representa un todo, un gesto –la mano extendida– tan repetido en todas las religiones, un dedo índice manchado de tinta, la huella irrepetible de cada humano. Los retablos que custodian el altar mayor lucen los demiurgos contemporáneos, pantallas de televisión, de David Herguedas.
A su derecha, Tania Blanco muestra 'Jícara', una pieza en torno al cacao, ese alimento de los dioses mayas y aztecas. La artista asturiana ha situado a un ídolo con el fruto del cacao y sus cuentos oferentes delante. A su derecha, el dibujo botánico de la planta y sus partes, y hasta del dios con el fruto. Le sigue la obra de Salim Malla, el topógrafo que hace un 'Mapa geológico' de la tierra en tres lienzos.
La parte central de la nave está presidida por la espectacular lámpara de Bettina Geisselmann, un gran círculo cuyas tulipas son 64 flores de estramonio hechas de papel. Son las 'Campanas del diablo' y hacen referencia a las «brujas que fueron expulsadas de la Iglesia». Esa opiácea tiene muchos usos dentro de la farmacopea. Le siguen seis losas en el suelo, seis rectángulos huecos, rodeados de losetas de piedra del Espejón, en Soria, «utilizada desde los romanos y hasta hace diez abierta», explica Nacho Gil autor de 'Densidad 8.6'. Y justo bajo el altar, la brújula de Alejandro Martínez Parra, que señala el norte dentro de los cuatro puntos cardinales en los que ha situado un vídeo de 45 minutos cada uno, grabando el suelo que se va pisando en ese tiempo en cada una de las direcciones.
En el púlpito suena el 'sermón' de NachoRomán, 'Microescuchame Me1'. Finalmente, Beatriz Castela propone una reflexión sobre la geometría del hexágono.
Los artistas estuvieron acompañados por la coordinadora de la exposición, María Mozo, y por la concejala de Cultura, Ana Redondo quien anunció el fin de los fondos europeos para el proyecto CreArt. «Estamos trabajando en un proyecto de financiación ordinaria, que lidere Valladolid, tenemos el bagaje y la experiencia, e implique a otros países europeos, ya somos cinco ciudades».
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