Museo Provincial de Ávila: la aljama de moros y la judería más grande de Castilla
Verracos vetones, estelas árabes y una creciente colección etnográfica, entre los tesoros abulenses
Ávila es más que sus murallas, aunque buena parte de su pasado esté contado sobre el mismo material que aquellas, el granito. Verracos vetones y estelas funerarias mudéjares se conservan gracias a la dureza de esa roca grisácea. El Museo Provincial de Ávila guarda tanta piedra que se añadió a su sede en la Casa de los Deanes, la iglesia de Santo Tomé para que fuera 'almacén visitable', hogar para el pasado lítico de grandes dimensiones.
Un curioso rebaño de verracos habitan dicha nave. «Son vestigios de los vetones como los que hay en Salamanca. Uno de los lugares de mayor concentración es el Valle deAmblés. Más o menos todos los expertos coinciden en interpretarlos como hitos territoriales que marcan zonas de pasteo de los clanes o rutas. A veces son la entrada a un poblado. Ese uso desaparece con la romanización y pasan a tener carácter funerario, sirviendo para señalizar enterramientos –urnas dispuestas en cistas, bajo tierra, con el verraco a modo de estela funeraria–», explica Javier Jiménez Gadea, director del Museo.

Una expresiva estela mudéjar
«Esta inscripción árabe corresponde a la estela funeraria abulense de Abd Allh ibn Yusuf el Rico. Consta en ella su nombre, la fecha y circunstancias de su fallecimiento así como una serie de fórmulas religiosas y alabanzas a Allah. Murió en 1942 'asesinado injustamente', según la inscripción. La estela, además presenta una riquísima decoración de sogueado, lo que junto al elegante trazo de las letras de su inscripción, hacen de ella una pieza excepcional. Forma parte del grupo de estelas funerarias mudéjares documentadas en Ávila con carácter casi exclusivo. Su decoración y la presencia de la inscripción árabe la convierten en el mejor ejemplo de este tipo de piezas, únicas en el contexto del mudejarismo castellano».
Si llamativos son los animales pétreos, el pasado medieval de Ávila también ha quedado esculpido en cementerios árabes y judíos. «Ávila es la ciudad castellana con la aljama de moros más importante cualitativa y cuantitavamente. A finales del XV suponían el 10% de la población, era importante la opinión de los alfakíes y se recurría a ellos para tomar decisiones trascendentales. Su presencia se plasma en los cementerios, llegaron a tener tres mezquitas en la Baja Edad Media». Se trata de una población considerada y apartada en su zona y estaban prohibidos los matrimonios mixtos. «En 1502 se promulga el edicto de expulsión y comenzaron los bautismos forzosos.Dejan los lugares comunales y se desmantelan cementerios y mezquitas. Pero en el cementerio de San Nicolás permanecieron intactas sus tumbas y a finales de los noventa, al proyectar una urbanización, apareció una necrópolis con más de 3.000 sepulcros islámicos. Por la cantidad hacen del de Ávila un caso único». La convivencia con los mudéjares fue importante como igualmente lo fue con los sefardíes. «También la comunidad judía abulense fue la más importante de Castilla. Suponían el 20% de la población, a finales del XV uno de cada tres habitantes de Ávila era judío o árabe. Tenían varias sinagogas y un cementerio».
Junto a una nutrida sección de bellas artes, con el tríptico atribuido al primitivo flamenco Petrus Christus o cuadros de Jordan, Madrazo y barrocos italianos como obras destacadas, crece sin parar la de etnografía. «Trabajamos para renovar las salas que la acogen para poder exponer una colección de máscaras invernales. Tenían un uso ritual, se trata de una manifestación antropológica ancestral que solía celebrarse a comienzos del invierno para clausurar lo malo del año y promover la felicidad del entrante».
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