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Sala dedicada a un retablo 'despiezado'. Carlos espeso

El Museo de Escultura reordena sus salas para destacar la piedra, las nuevas adquisiciones y Luisa Roldán

María Bolaños cierra su etapa al frente del centro con una remodelación que se detiene en la factura de la madera, en la deconstrucción de un retablo y en la lucha de devociones

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 17 de diciembre 2021, 15:07

El Museo Nacional de Escultura ha renovado la exposición de su colección permanente para «ofrecer aspectos menos conocidos» del sus piezas y del arte al que está dedicado. Así lo anunció María Bolaños, directora del Museo, en su última inauguración ya que ... se jubila a fin de mes. Las nuevas adquisiciones de obras, especialmente de escultores del sur; la atención a materiales minoritarios como son el alabastro y el mármol en un centro dedicado a la madera; el acercamiento a la técnica de la escultura de bulto mostrando su proceso así como ofrecer 'despiezado' un retablo para comprender su composición son las razones de ser de la nueva distribución. Y una muy especial, la de dedicar un espacio a la única escultora de corte de finales del XVII y comienzo del XVIII, Luisa Roldán. Una veintena de sus obras en barro policromado muestran la finura creativa de esta artista que brilló en los grupos de barro sobre la Virgen.

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«Colección permanente no significa inmóvil, estática o eterna. No hemos cambiado mucho desde la disposición en 2009 cuando se inauguró la renovación del Museo pero en este tiempo han cambiado algunas ideas y consideraciones sobre la escultura y hemos querido incorporarlas», explicó María Bolaños. «La escultura ha sido un arte tradicionalmente relegado, sin embargo, en los últimos años ha crecido notablemente el interés por ella como refleja el precio de las obras, el interés de los museos extranjero por completar sus colecciones y eso ha llevado a mirarla de otro modo».

Fruto de esa «dinamización de la escultura el Estado ha impulsado la compra de obras de grandes nombres -Berruguete, Pedro Mena, Juan Mesa, Diego Siloe- pero también de discípulos que dejaron una producción de gran interés y nos cuentan cosas de la escultura española barroca».

Entre las ideas que incorpora la remodelación están algunas paradas en el recorrido cronológico que atienden a «la materialidad de la escultura». Por la claridad del alabastro y el mármol se distingue la sala dedicada a la piedra. El Museo ha ido adquiriendo fragmentos de un sepulcro gemelo del que guarda su capilla, el monumento funerario de Don Diego de Avellaneda, procedente del monasterio jerónimo de san Juan Bautista y santa Catalina de Espeja, en Soria. Las esculturas del siglo XVI allí expuestas manifiestan «el gusto de las elites españolas por este mineral».

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La exposición temporal 'Almacén', que sumó más visitantes en la historia de este museo, demostró a sus responsables «la curiosidad de la gente por ver cómo era una escultura de bulto, cómo estaba hecha, el eco del árbol en ella» y de ahí que procuren otra mirada que atienda da aspectos sensoriales como el tacto o las tres dimensiones que no están presentes en la pintura.

El retablo como obra total tiene grandes ejemplos en este museo, pero de nuevo la curiosidad de los visitantes por el reverso del de San Benito, ha llevado a dedicar una sala a la 'deconstrucción' de un retablo, a observar sus distintas piezas de forma exenta y descontextualizada. «Es una muestra de otras dimensiones de la escultura en relación con a la arquitectura, con las artes decorativas y con la pintura, con su narratividad. Por otra parte acercar esas piezas permite ver el aspecto más libre y creativo de los artistas en los detalles», explica Bolaños.

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La «batalla de devociones», una triunfante -la de la Virgen- y una desaparecida -la del padre Simó- se dirime en una sala que guarda la espectacular Inmaculada de Juan de Mesa, envuelta en tela florentinas, y el cuadro de Ribalta del religioso que dividió Valencia en dos facciones durante dos años. «La devoción a la Virgen se convirtió en un movimiento político y social en la España del XVII reconocido internacionalmente y con el que se identificó la Corona, aunque Roma tardó cuatro siglos en reconocer el fundamento teológico de que la Virgen había nacido sin pecado original», detalla la historiadora del arte. «Frente a esa devoción triunfante, una que fracasó, la del padre Simó en Valencia. Provocó el enfrentamiento entre el clero secular ye l regular y la Iglesia tardó poco en censurar su beatificación. Esa guerra transcurre en el mundo de las imágenes».

Por último, el Museo de Escultura albergará una sala monográfica dedicada a Luisa Roldana, escultura de la Corte. «Es una excepción en el arte europeo, porque había pintoras reconocidas pero la escultura se asociaba con un oficio de hombres por el esfuerzo físico requerido. Ella era hija de escultor y aprendió de manera natural en el taller de su padre. Durante un tiempo trabajó bajo su influencia pero luego rompió con aquel estilo. Se casó con otro escultor del taller y se fueron a Madrid. Pronto entra a formar parte de los artistas de la Corte y se especializa en escultura en barro y sus pequeños conjuntos de maternidades». Una veintena de estas piezas se irán restaurando y exponiendo tras un largo proceso de compra.

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