Es un lugar común pensar que el mundo de las reliquias evoca una realidad religiosa caduca, exótica o criticable, según la opinión de cada cual, pero, en todo caso, ajena a nuestra contemporaneidad. Nada más lejos de la realidad, sin embargo, como podrá descubrir quien ... se anime a visitar la exposición 'Extraña devoción. De reliquias y relicarios', organizada por el Museo Nacional de Escultura, que puede verse ya en el Palacio de Villena y que permanecerá abierta hasta el 22 de agosto.
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A través de un recorrido por un centenar de obras -procedentes de los propios fondos del museo y de cesiones gestionadas con otras 37 instituciones civiles y religiosas en un laborioso proceso- el espectador se enfrentará a la complejidad de un fenómeno multiforme estrechamente ligado a la piel de lo humano, pero también a la historia de la creación artística y de la imagen. Y descubrirá, además, que esa sacralidad cotidiana que las reliquias encarnan está bien asentada en nuestro presente.
Una pista: en el centro del enorme Armario Relicario cedido por el Museo Diocesano el espectador hallará una escultura de Santa Teresa portando la reliquia estrella de la composición, que no es otra que un texto autógrafo de la santa, de uno de sus muchos escritos. Ahora puede el lector viajar en el tiempo y el espacio y recordar que el lugar central de la exposición recientemente dedicada al escritor Miguel Delibes era justamente la sala que mostraba los manuscritos de sus principales obras. Otro ejemplo, también relativo a la santa viajera: un relicario que atesora un conjunto de firmas de la autora de 'Las moradas'. El carácter sagrado de las firmas célebres se remonta, como puede verse, muy atrás.
La reliquia es, ciertamente, un objeto ligado a la devoción. Pero no siempre. La exposición de Villena muestra que estos restos, en los que se consideraba depositada una cierta sacralidad, eran a menudo coleccionados y almacenados. Hasta el punto de que muchas de ellas llegaban a traspapelarse o perderse. Ser dueño de reliquias otorgaba una cierta confortabilidad espiritual, pero no todas eran destinatarias directas de oraciones o culto. En su tiempo fue muy célebre la colección de reliquias del rey Felipe II, la mayor del mundo, que llegó a atesorar 7.500 en el monasterio de El Escorial. La colección se conserva, aunque no es visitable, y de ella proceden algunas cesiones, como un vistoso certificado de autenticidad, una 'auténtica' de las que la Iglesia concibió y reguló para dar credibilidad y solvencia a un culto que estuvo en el centro de la controversia religiosa con la Reforma protestante.
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«Con la exposición queremos aportar una mirada nueva, amplia e innovadora sobre el fenómeno de las reliquias», explica María Bolaños, la directora del Museo Nacional de Escultura. «Se trata de objetos mágicos, con un aura sobrenatural, que despiertan en nosotros todo tipo de sentimientos ambivalentes». Pero también se trata de objetos de memoria. Hoy quizás esa memoria ya no está ligada con figuras de santidad, pero sí preserva cierta idea del carácter sagrado del recuerdo. Una excelente muestra es el moderno Relicario de Christian Boltanski, que recrea un retablo dedicado a doce niños judíos asesinados en el Holocausto. Los niños son conmemorados por difusas fotografías acompañadas de cajas de hojalata oxidada que custodian restos de ropa, objetos y documentos personales de estos modernos mártires.
Pero 'Extraña devoción' trata también de explicar los estrechos lazos que unen esta forma de espiritualidad con el arte. No sólo en un sentido superficial -el espectador se encontrará en la exposición obras de Pedro Berruguete, Juan de Juni, Carducho, Francisco de Mora, Sorolla, Gregorio Fernández, Alonso Cano o incluso Velázquez- sino también desde una perspectiva más profunda. En realidad, la reliquia rara vez se mostraba tal cual, siempre se exhibía envuelta o adornada en objetos, los relicarios, que se convertían en soportes artísticos en sí mismos. Pero no sólo eso, parte de la estatuaria de la época tenía en realidad la finalidad de acoger reliquias, como ocurre con el busto relicario de Santa Anta, obra de Juan de Juni. Y todavía más, los armarios relicarios eran espacios para la creación pictórica, como muestran algunas tablas de la colección del Museo de Escultura cuya finalidad original era vestir aquellos contenedores que albergaban los tesoros de la época. Incluso es posible entrever aquí por primera vez el valor religioso de la reproducción de una imagen sagrada -por ejemplo, las copias de los autógrafos de Santa Teresa- algo que conecta con nuestra pasión por decorar nuestras viviendas con reproducciones de obras de arte.
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'Extraña devoción' es una exposición novedosa también en su proceso de gestación. Es la primera de las creadas por el museo que se ha apoyado en el trabajo de un equipo de comisarios externo formado por Escardiel González, de la Universidad de Sevilla, Juan Luis González, de la Autónoma de Madrid, y Cecile Vincent-Cassy, de la Sorbona París Norte. Todos ellos forman parte de un equipo de investigación, con representantes también en Ecuador, Colombia y Brasil, que fue el que planteó la idea de la exposición al museo de Valladolid hace ya tres años. El resultado de un trabajo plagado de dificultades está ahora a la vista. Y merece la pena.
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