El Museo Diocesano descubre una tabla renacentista en su colección

El título de la exposición 'Vox clamantis in deserto' (Una voz que clama en el desierto) figura en la parte superior del cuadro, pintado sobre madera, y alude al carácter profético del protagonista, al que Jesús, en la Biblia, reconoció como el más grande de entre los nacidos de mujer. San Juan Bautista, que era primo segundo del fundador del cristianismo, tuvo, sin embargo, el final trágico al que hace referencia el cuadro que ahora se expone y que muestra su cabeza mutilada y sangrante servida sobre una bandeja, con los ojos cerrados por el dolor y la muerte.

Y es que, tras denunciar la relación pecaminosa del rey con su cuñada Herodías, fue encarcelado primero y luego degollado por orden del monarca judío. La narración bíblica señala que Herodes no deseaba llegar a darle muerte, pero, seducido por el embrujo de una danza de Salomé, hija de Herodías, le prometió lo que quisiera y el deseo de la lúbrica bailarina, inducido por la madre, fue recibir la cabeza del Bautista en una bandeja.

Los historiadores creen que la iconografía del cuadro ahora atribuido a Palmezzano es una copia especialmente fiel de una obra de Leonardo Da Vinci con el mismo tema y composición finalmente desaparecida. De aquella forma de representar la muerte del profeta se hicieron muchas copias y versiones y la de Palmezzano pasa por ser la mejor y la más ajustada al original. La tabla que expone el Museo Diocesano muestra abundantes coincidencias no sólo con la del museo Lázaro Galdano, sino con algunas otras obras atribuidas al taller del italiano lo que avala la seriedad de la atribución a este pintor del Quattrocento.

Lo que nadie ha sido capaz de averiguar hasta ahora es cómo fue a parar a Íscar la tabla pintada de Palmezzano, que es un artista que nunca estuvo en España y que sólo trabajó en Italia. Pero eso será materia de trabajo para los investigadores del futuro.

Con el fin de arropar la presentación de esta obra, el Museo Diocesano expone una breve selección de piezas de sus fondos, junto a una cesión, todas ellas relativas al personaje del Bautista. En la primera vitrina puede verse una escultura del toresano Esteban de Rueda, del siglo XVII, que le muestra durante sus predicaciones en el desierto. Al lado, una biblia laica abierta en la página con el grabado de la escena del degüello del profeta.

En la segunda vitrina, la central, puede verse la obra de Marzo Palmezzano junto con una cabeza de Juan Bautista de Juan de Juni. Esta escultura estaba concebida para presentarse en un plato, pero éste no se conserva. En la tercera y última vitrina pueden verse una cabeza relicario del profeta, obra de Andrés de Rada, junto a otra representación del mismo tema de la segunda mitad del siglo XVII y autor anónimo.

En el caso de la obra de Rada, que ha sido cedida para la exposición por la Cofradía de la Pasión, la restauración de la obra ha revelado que las reliquias que albergaba estaban sujetas con un naipe, concretamente el 9 de bastos. «Los artesanos aprovechaban todo», asegura Pedro Miguel Escudero, coordinador de la exposición, quien confía en que la visitas a estas obras, que es gratuita, y que se prolongará hasta el 30 de mayo, «contribuya a despertar el interés por las muchas otras obras valiosas que contiene el museo».