Ni musas ni mascotas, mujeres reales y animales exóticos en el Patio Herreriano de Valladolid

«El reto es encontrar el equilibrio entre lo que quieres contar y las obras de una colección privada que obedecen al gusto de una persona. Creo que ahí es donde el museo puede hacer su aportación», dice Hontoria. Del gigantismo sevillano a la precisión herreriana. El museo vallisoletano cuenta 'La revelación' en cuatro salas del segundo piso, la 3, 4, 5 y 8. Domina la fotografía, los objetos, hay un vídeo en cada sala y apenas hay tres obras de pintura.

Comienza 'La revelación' proponiendo la pregunta del 'dónde' ocurre el arte. Mientras el teatro de Luigi Ghirri o de Hiroshi Sugimoto responde literalmente con dibujos de escenarios a la italiana, el 'Studio' de Thomas Demand, fotografía una construcción que parece completamente real pero es de papel, remite a otros espacios en los que también hay una representación, donde quienes los frecuentan asumen un papel. 'Switcher', un óleo de Lynette Yiadom-Boakye, es una bailarina negra de espaldas, pariente de las de Degas, que recibe al público seguida de dos fotografías, una documental de Calcutta y un retrato, ambas de Di Corcia.

Tauba Auerbach (1981) creció entre diseñadores de atrezzo sin embargo ha preferido buscar en la pintura las relaciones matemáticas y físicas a las literarias. Su juego óptico recuerda a los experimentos de hace medio siglo. Cindy Sherman documenta con sus fotografías a la mujer contrapuesta al ama de casa ejemplar.

Exposición dominada por las firmas femeninas, la Sala 4 está exclusivamente dedicada a las artistas. Dos fotografías deBarbara Kruger se convierten en carteles, en mensajes explícitos: «Hablar es barato», reza una de ellas. En la otra, «no suficientemente fea, ni tonta, ni sexy, ni silenciosa, ni inútil». Kruger reivindica otro lugar para la mujer, en el que no necesariamente tiene que ser musa, guapa, florero. De Cady Noland son las puertas metálicas que franquean el paso a la sala, 'Corral Gates' (1989). Ese redil recoge la ironía de las autoras que no viven esperando el amor, ni deseando ser deseadas.

De las mujeres que dejan de ser objetos a los objetos que esculpen su tiempo, que representan el tránsito de la analogía a la inmaterialidad, que apuntan al mundo digital. Andrea Zittel diseña 'Living Units', apartamentos mínimos con el esqueleto doméstico de cualquier vida, contenido en cajas-armario.

Magali Reus lleva su observación de los útiles cotidianos en la cocina a una barbacoa/escurreplatos, en la juega con la funcionalidad y la estética. Al fondo, los animales, la vida tan semejante a la de los humanos y a la vez tan ajena a toda esa panoplia de enseres.

Fischli y Weiss graban en 'Busi' a un gato, primer plano de un animal doméstico que come durante casi seis minutos. Repetición, parsimonia, aburrimiento, la fuente de cualquier creación. Frente al cachorro, el ibis y el oso polar de Katja Novitskova, aproximaciones a Marte, seres exóticos que parecen pertenecer a otro planeta.

Finalmente la Sala 8, precedida de una escultura del holandés Mark Menders (1968). Parece barro recién modelado aunque tiene alma de bronce. La obra a medio hacer, los materiales en otro canon de valor, la necesidad de hacer partícipe al espectador del proceso creativo es el elemento común de la media docena de piezas que concluyen 'La revelación'.

Dedicado a la creación contemporánea española, el Museo Patio Herreriano abre la puerta de la creación internacional con esta exposición sobre lo que hacían fuera que podrá verse hasta noviembre.