Fernando Renes, delante de su mural '42 02 30 N 3 34 58 E', coordenadas de la villa romana de Puentedura. Peio GArcía

Los mosaicos verticales de Fernando Renes

El artista burgalés alicata 252 m2 del MUSAC en los que surca la tierra como campo de juego/batalla, como depósito arqueológico y gramatical

Victoria M. Niño

Valladolid

Domingo, 3 de abril 2022, 00:20

Ha pasado media vida en grandes urbes –Madrid, Nueva York y Roma– pero las raíces tiran de él hacia el agro. Fernando Renes (Covarrubias, Burgos, 1970) titula su exposición 'Medir tierra', porque lleva un campesino dentro, porque le gusta el agrimensor de 'El castillo' de ... Kafka, porque llueve fuera del MUSAC y se alegra por su campo. El museo de León dedica su Sala 3 a tres murales de generosas dimensiones y una selección de dibujos del artista burgalés.

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A la tierra, hay que añadir otra constante en su obra, el lenguaje, su querencia por los palíndromos, y el bagaje del dibujo y la animación analógica que comenzó a practicar en Nueva York (vivió 17 años allí) y el estudio de la tradición clásica en Roma. Precisamente al volver de allí en 2015, descubrió el azulejo en Granada, «sentí que la cerámica me hablaba», explica Renes. Como «no sabía nada de ese oficio, empecé a aprender con un ceramista de Lerma, Andrés Villanueva». Decidió indagar en las posibilidades de un material «humilde, pequeño, lúdico». Y desde entonces trabaja con él como han mostrados sus obras en Burgos, Bilbao, Málaga o Pamplona.

Azulejo vitrificado

Compra en un alfar granadino los azulejos en fase de bizcocho, es decir, con una sola cocción y de pasta roja. Luego Renes los esmalta (brillo) en segunda cocción y tras dibujarlos, los lleva a una tercera. «Intenté hacerlo en un horno en Portillo pero no podía con tanta cantidad y terminé en Aranda de Duero». Son 11.000 azulejos que se reparten en tres murales cuya superficie total ocupa 42 metros lineales y 6 de alto.

Para alguien que escribe y dibuja como primera pulsión artística, pasar a esta aventura en la que implica a doce operarios en varios días de montaje es «complicarse la vida, pero es que el MUSAC me lo permite. Si no te la complicas, te la complican otros. Me gusta probar, experimentar, no quiero decir nada sino hablar a través del material. Demasiado análisis lleva a la parálisis».

'Medir tierra' es el mural más grande y da nombre a toda la muestra. Lo creó específicamente para ese espacio en forma de ele, «quería doblar esos límites que tenemos interiorizados» y diseñó con todo detalle en papel. «Es un intento de verticalizar los campos de juego que también son campos de batalla. Hay un campo de hockey, una cancha de baloncesto, cuatro de tenis –Wimbledon, Roland Garros, el Abierto de EEUUy el de Australia– y un campo de fútbol –el único que no he respetado el color, ennegreciéndolo–. También he incluido el diseño de 'El juego del calamar' y una rayuela». Renes hace un guiño a las pinturas romanas de Pompeya y a los mosaicos. «Creados para los suelos, cuando son expuestos en los museos los vemos verticales». El centro del campo de fútbol está habitado por el motor de un 4L y en su 'wimbledon' hay una recreación del claustro de la iglesia romana de Sant'Onofrio al Gianicolo. Dos preguntas emergen en la geometría planimétrica: «¿Sometemos o no sometemos?» (palíndromo), «que planteo como cuestión colectiva» y otra más personal «¿qué tramas», dirigida «al espectador como individuo».

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El siguiente mural se llama '42 02 30 N3 34 58 E', las coordenadas de la villa romana de Puentedura, pueblo materno. Renes entrevera sus recuerdos de arqueólogo infantil en las tierras de labor de su padre con un homenaje a Soso de Pérgamo (s. II a. C.) y su 'habitación sin barrer', la representación de un banquete con los restos del mismo en el suelo; peladuras, huesos, raspas de pescado. «Traigo esa idea con los restos de hoy: latas de cerveza (marca Oro), botellas de agua (Evian, otros dos palíndromos), pizza, los tres libros que leí cuando cogí el covid en Navidad...». Animales como la tortuga y el conejo, un plato romano, un paisaje salvaje, un 'mike thysson' horizontal, todo reconstruido y recompuesto según la decisión de Renes durante el montaje.

Escribir y arar

El tercero y más pequeño se llama 'Boustrophedon', «forma de escribir en la Roma republicana de izquierda a derecha y el siguiente renglón al revés. La misma trayectoria que dibujan los bueyes y el arado». Azulejos que imitan los casetones del Panteón,

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otros cruzados en diagonal por líneas azules, y en la parte inferior, el mensaje que da nombre a la pieza, el guiño al espectador que se preste a esa lectura: «En el arte es difícil decir algo que sea tan bueno como no decir nada».

El humor y el juego conceptual dominan la selección de dibujos que completa, junto con una animación, la exposición. Una línea de horizonte portátil, un ave a la que se le ordena 'no piar' (do not tweet) con un arma apuntándola, la acuarela de la ría de Bilbao, el apunte de su familia en el Cañón de río Lobos. «Me gusta combinar alientos, hay piezas que suman dibujos separados en el tiempo y el estilo que crean otra cosa». El MUSAC le permitió «complicarse» la vida y lo ha aprovechado.

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lu medir tierra

Sala 3 del MUSAC. Hasta el 11 de septiembre.

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