Del guardarropa de una veintena de coleccionistas privados y museos han salido trajes y tocados que recuerdan el talento del modisto Cristóbal Balenciaga (1895-1972), icono de la moda del siglo pasado «a partir de la elegancia, la sencillez y el corte perfecto que aprendió ... desde niño y reprodujo toda su vida». Las palabras de Pedro Usabiaga, fotógrafo de moda y comisario de la muestra, han servido para inaugurar 'El siglo de Balenciaga' en la sala de Las Francesas.
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En los objetos expuestos se resume la creatividad que trasladó al mundo del hilo y la aguja quien nació en la familia de un pescador y una costurera en la localidad guipuzcoana de Guetaria. El espacio de Las Francesas abrió sus puertas poblado por maniquíes que lucen algunas de sus más célebres creaciones, algunas de las cuales pertenecieron a la mezzosoprano Teresa Berganza y a la actriz Isabel Garcés: vestidos de boda, de noche y de cóctel, ajustados trajes de chaqueta, abrigos, boleros o sus modelos negros que, en opinión de Usabiaga, «podrían pasar por creaciones de algún diseñador actual».
Entre las prendas que se pueden contemplar, algunas realizadas en sus casas de moda en España bajo el nombre Eisa en recuerdo al apellido de su madre, Eisaguirre, y otras concebidas en su taller parisino de costura. Fue en aquellos años 40-50 de la pasada década cuando Balenciaga comenzó a vender derechos de patrones para que se reprodujeran sus vestidos en grandes almacenes europeos y americanos.
En el recorrido cronológico acompañan a los vestidos bocetos, catálogos, revistas, óleos y fotografías de modelos con sus trajes. Y aparece también un guiño a Valladolid a través de un óleo de María Elena Arizmendi, nacida en 1916 y muy amiga del modisto, «una adelantada a su tiempo, autodidacta en la danza, un poco la Isadora Duncan de la época», recuerda Enrique Lafuente, adjunto al comisariado y coleccionista de algunos de los trajes exhibidos. «Cuando Arizmendi dejó de bailar se dedicó a la etnografía, y empezó en 1951 a venir a Valladolid, ciudad con la que tuvo una estrecha relación, pues acudía a dar conferencias sobre etnografía, danza y ballet, entre otros lugares, al colegio mayor de Santa Cruz; era una mujer elegante y culta».
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Destacó Usabiaga que un vestido de novia de Carmen Martínez Bordiú coronó la carrera de Balenciaga, que años antes diseñó el traje nupcial de Fabiola de Bélgica. La concejala de Educación y Cultura, Irene Carvajal, señaló en el acto inaugural que Balenciaga «militaba en la cultura del esfuerzo y la superación».
La muestra puede visitarse hasta el 13 de septiembre con entrada gratuita de martes a domingo y festivos de 12:00 a 14:00 y de 18:30 a 21;30 horas.
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