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Poco después de que Miguel Isla (Tudela de Duero, 1953) colocara en el año 2000 su escultura 'Monumento a Alonso Berruguete' en la plaza del antiguo Mercado Central en Pajarillos le llegó una petición desde China para levantar otra prácticamente idéntica y de mayor envergadura ... en un parque. «La vieron por Internet, les gustó y solicitaron una muy parecida que ganó la medalla de plata de la Academia de Arte China», refrenda el artista. Desde entonces le han llovido más encargos de este país y también de Taiwán, de Corea del Sur, de Australia... un mapamundi escultórico en el que también abundan destinos europeos. «Parece que fuera gusto más que aquí».
Aquella pieza en acero corten asentada en Pajarillos es la única firmada en la ciudad por el artista tudelano, cuya obra se encuentra mayoritariamente dispersa por 33 países. Ha presentado una veintena de esculturas y pinturas en la sala del Palacio de Pimentel en la muestra 'Las ecuaciones de la incertidumbre -en proceso-', visitable hasta el 28 de abril (de martes a domingo, de 12:00 a 14:00 y de 19:00 a 21:00 h).
Abstracción y escultura monumental en mármol o acero corten definen las creaciones de Miguel Isla, que halla fuente de inspiración en el vacío del entorno y en el interior de la pieza. En ese contexto trata de cautivar «la emoción de lo que no está dicho, de lo que no alberga». Algunas obras toman edificaciones del Canal de Castilla y el agua como referencia evocadora. Son bocetos aspirantes a una segunda vida como piezas monumentales. Algunas hallarán destino en parques de China. «Allí son muy extensos, las dimensiones son gigantescas, por eso me piden grandes tamaños, envergadura», cuenta el artista durante el recorrido por la sala de la Diputación Provincial de Valladolid.
Por más que parte de su trabajo lo realice en el taller de Tudela Duero, los viajes, las idas y venidas son constantes. Ejecuta las grandes esculturas en el lugar donde van a ser emplazadas, lo que le lleva a permanecer allí durante meses en función de su complejidad y dimensión. «Suelen ser muy pesadas, con alrededor de tres metros de alto y otros tantos de ancho; en mi estudio manejo formatos más asequibles». En su agenda figuran dos próximos encargos con parada en Georgia y a Corea del Sur.
La Fundación Segundo y Santiago Montes acoge desde este viernes una selección de dibujos de Miguel Isla en papel de arroz y tinta china con un fondo de aguada de color aún inéditos, todos ellos de gran formato, una muestra que da continuidad a la inagurada este miércoles en la sala Pimentel de la Diputación Provincial de Valladolid. La exposición se puede visitar hasta el 14 de abril, los viernes de 19:30 horas a 21:00; sábados y domingos de 12:00 a 14:00 h. en la calle Nüñez de Arce, 9.
«En España participé en muchos concursos, hasta gané algunos, pero decidí marchar fuera porque aquí parece que la abstracción no tenía mucho eco, no acababa de rematar, así que empecé por Francia, donde tengo una decena de trabajos en piedra en poblaciones pequeñas. De allí empezaron a llegar encargos, información y contactos para participar en concursos en el extranjero», relata el artista. Ha firmado seis obras en Turquía, cuatro en Chipre... ¿Y en España? Almazán es su oasis artístico. Allí dirige el Encuentro Internacional de Escultores que cuenta con un museo abierto en el parque La Arboleda con más de ochenta esculturas de artistas de varios continentes. En la localidad soriana tiene una obra figurativa, el Zarrón, un personaje del folclore local.
El Premio Bienal de Montbrison (Francia, 2012), el segundo Premio en el International Stone Sculpture Symposium de Teherán (Irán, 2013), la medalla de plata en Liu Kaiqu Awards (China, 2018) y la Liu Kaiqu Award International Sculpture Exhibition (Wuhu, China), obtenida en fecha reciente coronan parte del palmarés de un creador que halla en la pintura desahogo a sus «tormentas interiores». «Dice un poeta japonés que la persona que entra a una tormenta no es la misma cuando sale de ella, eso me ha sucedido a mí». Un problema de salud en los últimos años halló réplica pictórica en acrílicos sobre lienzo con distintos tonos rojizos; la superación de aquella época tiene su reverso en los fondos azulados de los cuadros de la serie 'Tratado de botánica'. En el color halló escape a aquella tensión personal este artista tudelano, con sus herramientas siempre listas para viajar en una maleta y tallar piedra o acero muy lejos de su río Duero.
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