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Pintor, investigador, profesor, coleccionista, galerista. Sobre la polifacética vida profesional de Antonio Machón sobrevoló su condición de gran conversador y de amigo en el homenaje ... que le rindieron el viernes en el Museo Thyssen Bornemisza amigos y académicos.
Antonio Machón (Villalcón, Palencia, 1943-Madrid, 2022) comenzó su andadura en Valladolid, donde abrió su primera galería en 1973 con el nombre de su madre, Carmen Durango. Una década después inauguraba en Madrid otra galería con su nombre. Dar a conocer el arte de vanguardia, alternar consagrados con nuevos artistas, acompañar la labor expositiva con la editorial, poner en contacto las artes plásticas con la literatura fueron algunas de las señas de aquel foco que irradiaba modernidad en los 70 desde el Pasaje Gutiérrez. Machón fue profesor de la Universidad de Valladolid y continuó en Madrid.
Abrió el acto en el museo madrileño su director Guillermo Solana. «Conocí tarde a Antonio, cuando yo era un crítico de arte novato y frecuentaba las galerías. Me intimidó porque decía lo que pensaba a cualquier precio. Explicaba muy bien el arte contemporáneo como nadie», dijo quien se quedó con su «radical honradez intelectual».
A través de la pantalla llegó el vídeo de sus colegas Howard Gardner (Premio Príncipe de Asturias) y Ellen Winner, psicólogos de la Universidad de Harvard, con quien intercambió pareceres y documentación sobre su gran preocupación académica, la educación artística de los niños. Desde la Universidad de Texas envió Rosalind Horowitz su recuerdo para este estudioso al que embarcó para hacer un capítulo de su enciclopedia sobre la escritura en la que él abordaba la expresión escrita de los niños, un trabajo colectivo de 77 autores que verá la luz en 2023.
Su amigo Ramón Palencia se centró en su investigación sobre el desarrollo cognitivo infantil a través del dibujo, recordando una anécdota. «Un día le llamaron dos personas diciéndole que su padre quería hablar con él. Era uno de sus alumnos de 1967 en Coca, recordaba sus clases después de casi cinco décadas. Le pasaron el teléfono y hablaron largo rato», explicó Palencia. «Y otro momento, en 2017 en una conferencia en Toledo. Antonio contagiaba su pasión hasta tal punto que le dieron una ovación de diez minutos y cuando acabó él dijo 'como a Plácido Domingo'».
El catedrático de al Universidad Autónoma de Madrid, Josetxu Linaza, destacó su doble faceta de profesor y artista, compartiendo «una duda de ambos. Escribe él '¿cuántas veces me he preguntado por el origen de mi interés por el dibujo de los niños y si es anterior al que tengo por la obra de los adultos?». Linaza recordó la crítica de Machón «a la mala influencia de la escuela en el dibujo infantil, en la construcción de su mundo simbólico, que para Antonio constituía su expresión más primitiva. Eso comienza en nuestro segundo año de vida y a él le dolía el efecto de la escuela en la creatividad infantil». Machón no se conformó con coleccionar y estudiar el trazo de los niños que le rodeaban sino que «descubrió una serie de universales en los dibujos de niños de todo el mundo»
Exigencia, rigor, riesgo
Desde Bilbao acudió a Madrid Jesús Mari Lazcano, artista y profesor, quien habló de su condición de galerista. «Confiaba en sus artistas hasta el punto de que una vez cuando quedaban 15 días para una exposición mía le dije que no había visto la obra aún y que qué iba a pasar si no le gustaba. Y me contestó que confiaba en mí, que ese no era mi problema sino el suyo. Si no le gustaba costaría más venderla pero no era asunto mío ya».
El director de MARCO, de Vigo, Miguel Fernández-Cid, recordó su admiración juvenil cuando oía desde la periferia lo que Machón hacía en Valladolid, otra ciudad periférica. «Siempre pensé al conocer lo que hacía esa galería -su selección de artistas, sus exposiciones, su labor editorial- que detrás de CarmenDurango debía haber un equipo grande bien dotado. Sin embargo, todo lo hacía él». Fernández-Cid apuntó que «la exigencia, el rigor y el riesgo marcaron su trabajo hecho con libertad e independencia. El mundo del galerismo es difícil, nos solemos quejar, pero Antonio nunca, siempre dispuesto a todo. Era exigente con los artistas reconocidos, provocaba a Antonio Saura y a Luis Gordillo, pero con los jóvenes tenía un trato especial. Buscaba la manera de hacer realidad sus sueños». El galerista concluyó que «gente como él abrió el mundo artístico».
Experiencia casi contraria la del artista Luis Vigil, quien sintió a Machón «como un tercer padre» tras sus progenitores biológicos y como estos «exigente, de gusto infalible» y «sincero». Vigil se sobrepuso a los juicios de sus mayores para concluir que tenían razón y que gracias a a ellos «me he convertido en algo aproximado a un pintor».
Por su parte, Julio de Valle, diputado por Valladolid del PSOE, recordó la tesina de la profesora Teresa Ortega Coca en los ochenta donde daba cuenta del galerismo del momento en el que participaba Carmen Durango.
Otra vallisoletana y galerista, Juana de Aizpuru, despistada por la emoción, rememoró su amistad con Machón. Desde León envió un mensaje Antonio Gamoneda y concluyó el homenaje Víctor del Campo, quien glosó la exposición de Antoni Tapies en el Prado, comisariada por Antonio Machón.
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