Castilla y León

Joyas del arte en el escaparate de la riqueza de los reyes en España

Quinientos años de historia de España a la vista de retratos, armaduras, tapices, lienzos, orfebrería, carrozas, vestimenta, monumentales esculturas... desde el reinado de Isabel la Católica hasta Alfonso XIII. La Galería de las Colecciones Reales se inauguró el pasado verano después de más de dos décadas de construcción, un ambicioso mausoleo del arte español incrustado en la división del Palacio Real de Madrid y los jardines del Campo del Moro.

Encapsulado entre pilares de hormigón, el edificio diseñado por los arquitectos Emilio Tuñón y Luis M. Mansilla, autores también del proyecto del MUSAC de León, reúne obras de arte que hacen eco a la historia de España, un viaje por los siglos de los Trastámara, los Austria y los Borbones guiados por setecientas de las más de 170.000 piezas que custodia Patrimonio Nacional en palacios reales, monasterios, jardines y edificios históricos repartidos por una decena de localidades españolas. «Este es un museo de museos», presume Irene Domenech, subdirectora adjunta de la Galería de las Colecciones Reales mientras recorre una de las tres salas expositivas de un recinto con más de 40.000 metros cuadrados de superficie, 9.000 de ellos entregados al relato histórico a través del arte. En este espacio se reúnen más de medio centenar de piezas de colecciones de Patrimonio Nacional procedentes de enclaves de Castilla y León: el Real Monasterio de Santa Clara en Tordesillas (Valladolid), el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso (Segovia) y el Real Monasterio Santa María la Real de las Huelgas (Burgos).

Entre las piezas figuran varios sellos de pan del siglo XVII, un detalle de la vida conventual, de cómo las monjas marcaban con signos y dibujos en relieve las galletas y el pan que salían de los hornos del monasterio para distinguirlos de otros. Hay sellos con imágenes de peces, veneras, piñas, granadas, símbolos de la pasión... «Son piezas que no pertenecen a las artes mayores pero nos hablan de lo que fue aquella vida monástica, de una devoción que se reflejaba en aspectos en lo más pequeño de la existencia cotidiana», comenta la restauradora, que vigila muy de cerca el estado de las obras que se conservan en Tordesillas.

De momento en la Galería se enseñan más de una veintena de piezas pero hay muchas más custodiadas que no han salido de los muros del cenobio vallisoletano, aunque en un futuro recalarán en la Galería y otras volverán a su lugar de origen con la idea de que haya rotación. En este espacio dedicado a lo que fue el palacio construido por Alfonso XI, donde nació Pedro I y su hija Beatriz fundó en 1363 el convento de clarisas, también se puede contemplar una Virgen de la Leche del siglo XV en alabastro con restos de policromía y que hubo que recuperar eliminando repintados posteriores de escasa calidad. A la escultura se le retiró una corona en plata que estaba dañando la cabeza.

Un cáliz anónimo de la misma época y un óleo sobre tabla del siglo XVI con la imagen de Santa Clara de Asís atribuido al Maestro de Portillo son otras de las joyas procedentes de la villa vallisoletana, además de un álbum fotográfico de Jean Laurent y Jean Marie Lacoste con fotografías de los monasterios de Santa Clara y del burgalés de las Huelgas tomadas en la segunda mitad del siglo XIX.

Del Real Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas se han llevado a la Galería fragmentos del forro del ataúd de Leonor de Plantagenet, así como varios documentos notariales que aportan información sobre fundaciones medievales. Los fragmentos textiles pertenecen a uno de los forros que ornaban el ataúd con el que fue enterrada la reina Leonor Plantagenet en el cenobio que fundó y dotó en 1187 junto a su marido, Alfonso VIII.

En el rincón dedicado a Real Sitio de la Granja de San Ildefonso se exhiben varias acuarelas, un retrato de Carlos III firmado por Joseph Lagrú, un espejo creado por Filippo Juvarra en 1735, planos que describen la configuración de fuentes y jardines en 1789 y válvulas y piezas del sistema hidráulico en bronce fundido de las fuentes ornamentales, una silla de mano que usaba Bárbara de Braganza para moverse por los Reales Sitios, un altar portátil...

Centros de mesa, tapices, espejos y curiosos artilugios como un quirogimnasio para ejercitar los dedos antes de tocar el piano guían a través del tiempo a épocas y símbolos de la monarquía hispánica, estrechando en ciertos casos vínculos con lugares de Castilla y León. Así sucede a través de objetos como una silla de montar de Felipe El Hermoso o un tapiz con imágenes del nacimiento de Cristo que decoraba el Palacio Real de Tordesillas que habitó durante 46 años Juana I de Castilla.

En otra sala destaca por su monumentalidad la armadura con la que Felipe II, nacido en 1527 en el Palacio de Pimentel hoy sede de la Diputación Provincial de Valladolid, contrajo matrimonio con María Tudor en segundas nupcias. De la sala también cuelga un retrato de Felipe II obra del pintor vallisoletano Juan Pantoja de la Cruz (1533-1608). El artista firma a su vez un retrato de Ana de Austria, nacida también en la misma ciudad y bautizada en la iglesia de San Pablo, e hija de Felipe III y reina de Francia al contraer matrimonio con Luis XIII.

Fechada en 1544, una soberbia armadura de Mühlberg forjada para Carlos I se impone visualmente en una estancia que recrea a través del arte el reinado del monarca que en sus estancias en Valladolid se alojó en el Palacio Real que mandó edificar su secretario Francisco de los Cobos. Una nube de visitantes se arracima a su alrededor leyendo las cartelas explicativas que dan contexto histórico a la colosal pieza.

En torno al cubo inmversivo se forma una cola de personas a la espera de contemplar recreados a gran escala paisajes, edificios y dependencias interiores adscritos a Patrimonio Nacional. Los jardines de La Granja de San Ildefonso, el patio árabe del Monasterio de Santa Clara en Tordesillas o el claustro del de las Huelgas Reales en Burgos aparecen proyectados en imágenes de gran tamaño que rodean toda la estancia creando la sensación de estar en ellos. «Las vistas son espectaculares», comenta una visitante al resto de acompañantes mientras la guía les conmina a salir de la sala para dar paso a quienes siguen esperando para entrar.

En la sala de exposiciones temporales se han reunido varias carrozas reales espléndidamente decoradas en madera tallada. Al final del recorrido, otra de las propuestas pasa por sentarse en una sala y contemplar una recreación del levantamiento y evolución durante siglos de la muralla árabe que rodeó Madrid mientras, al lado, separado por una enorme cristalera, emerge entre la penumbra un paño real del muro salido a la luz en las excavaciones para construirel moderno edificio museístico que resucita el pasado.

• Temas
• Historias visuales