A principios de marzo tenía en mi programa ir a visitar el Patio Herreriano. 'El reverso de los monumentos', y 'La agonía de las lenguas'; dos exposiciones de la gran y reconocida artista Eva Lootz. Eva obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas ... en 1994, entre otros galardones y sus obras están repartidas por los principales museos de nuestra geografía. El trabajo de Lootz para 'El reverso de los monumentos', se podía ver en la Capilla. Tres conos de arena ocupaban todo el espacio expositivo, como tres formas aleatorias sin la intervención humana. Negro, rojo (óxido de hierro) y blanco (caolín); nos obligaba a reflexionar sobre la naturaleza primera de los monumentos, sobre sus materiales en origen, nos remite también al contexto histórico en el que este edificio monumental fue creado y a la situación del reino de Castilla en ese momento en el que se gozaba de una gran riqueza minera que se vio incrementada por los yacimientos del Nuevo Mundo. Hay un afán revisionista cuestionándose la legitimidad del relato histórico y la parcialidad de una lectura única desde la cultura hegemónica frente a otras identidades. Una clara alusión a 'La Controversia de Valladolid'.
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Eva nos tiene acostumbrados a una puesta en escena cuidada, una estética poética, como ya lo había hecho en el Palacio de Cristal de Madrid con 'La lengua de los pájaros', una instalación llena de metáforas y evocaciones. La arquitectura de esta capilla servía de marco perfecto a esta composición minimalista.
En la sala en la que se había montado 'La Agonía de las Lenguas', se percibía el mismo nivel de exigencia estético. Una sala enorme que acoge las lenguas de Eva. Lenguas que comenzó en los años 80, lenguas, algunas, pertenecientes a la colección del Patio Herreriano y una lengua enorme, fantástica que cubre parte del suelo. Una lengua de un fluido negro, espeso y reflectante que consigue romper cromáticamente con el resto y a su vez enlaza con el espacio geográfico (haciendo referencia a la pez que se producía en Valladolid en el Renacimiento) y un elemento que introduce al visitante que consigue ver el reflejo de las obras, el suyo propio y el de la luz. Esta sala albergaba una instalación inmersiva en la que lo sonoro acompañaba a lo visual y a lo táctil. Una grabación con una voz femenina pronunciaba con cierta cadencia las palabras de diversas lenguas que están en vías de extinción, a punto de la desaparición y con ellas una parte de la cultura que representan. Las lenguas siempre han estado presentes en la obra de Lootz. Como las lenguas de las mujeres obligadas a callar: las deslenguadas y esa ambivalencia sensual y sexual. Se presentan como una investigación matérica y su capacidad expresiva. Eva ha utilizado sin prejuicio todo tipo de materiales, a fin de ganar en plasticidad y en expresividad; lacre, madera, latón, yeso, tejidos… Las lenguas, el progreso y todo lo que el progreso se lleva por delante, hace desaparecer, imponiendo la ley de la cultura hegemónica.
Estando ya en el Patio Herreriano no podía dejar de ver la exposición que escaleras arriba se dedicaba a Carmen Laffón: 'La sal'. No es mi estilo, una artista que centra su práctica en la pintura figurativa y de paisaje. Carmen Laffón como Eva Lootz ha obtenido el Nacional de Artes Plásticas en 1982. Decidí ir al encuentro de su obra. Enlazaba con la de Eva, había un diálogo entre ambas. Eva nos hablaba de los materiales y Carmen le contesta con las salinas. Un paisaje artificial creado para explotar los recursos de la tierra. La salina como generadora de un cromatismo particular, generadora de un paisaje no exento de belleza. El blanco domina aunque los azules se imponen en algunos de los enormes lienzos que despliega la artista sevillana. Unos lienzos casi monocromáticos, de planos de color que les aporta un carácter geometrizante y que resultan cercanos a la abstracción. Lo que es sorprendente es la atracción inconsciente que provocan. La calma, la tranquilidad, una necesidad de observar minuciosamente. Es ese tipo de arte que en directo te atrapa con su aparente sencillez que te obliga a estar mirando ese paisaje tan normal pero tan trascendente.
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Ambas artistas pueden gustar o no, pero en ambas hay algo, objetivo, mesurable que las corrobora como grandes figuras del arte. Una amiga del mundo del vino me dijo: un vino puede o no gustarte pero eso no significa que sea malo. Ser malo es un defecto, un fallo, pero no es subjetivo. En el arte es igual.
Cuando me enteré de la exposición de Gabarrón en el Patio Herreriano me sorprendí. Creo que el Museo está haciendo una labor muy necesaria en la difusión del arte contemporáneo. Una labor que no se mide en visitantes sino en trabajo a largo plazo. Que Gabarrón se haya atrevido a exponer después de las exposiciones de estas dos grandes figuras...
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No voy a ocultar que he ido. Casualmente tienen una deliciosa muestra en formato diálogo de Regina Giménez y Sonia Delaunay. Una exquisitez, algo que nadie debería de perderse. Gabarrón lo ha ocupado todo. Podría hacer una comparación de la capilla en la exposición de Eva y en la de Gabarrón. Argumento suficiente para aniquilar la obra del de Mulas. Pero la pieza monumental, 'Universo de luz' es de otra dimensión. Unos 75 monigotes abigarrados, algo sin presencia, sin esencia, solo una orgía de color alrededor de una bola plateada. Los que no lo hayan visto y piensen a Oliasson o Anish Kapoor u otros … olvídense. El reflejo no es inclusivo ni estudiado es simplemente un 'brilli-brilli'. Sí, esa sensación de reflejo deformante del callejón de los gatos de Valle Inclán, con pretensiones artísticas. No puedo decir que sea alguien que no me gusta. Es que Gabarrón es muy malo.
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