Comenzaron a bucear por el mundo del arte en los ochenta, cuando en Valladolid «había veintitantas galerías», recuerda Marisol Puertas. Ahora sobran dedos de una mano para contarlas y hay que apuntar la baja de Lorenzo Colomo. La galería homónima cierra tras 25 ... años. «Ha sido muy bonito pero ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer y en la actual situación ni se vende ni se puede hacer nada», dice el galerista.
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Marisol trabajó 20 años en la obra social y cultural de Caja España y Lorenzo dejó la FASA y ejerció de 'hombre de negocios' desde 1985 para ser pintor. «Un artista debe ser libre y eso lo consigue con un trabajo. Empeñarse en ser artista profesional es elitista. El arte surge de una necesidad de expresión y eso solo es posible a partir de la libertad citada», cuenta el galerista. Así que una década después el matrimonio se lanzó a abrir en Macías Picavea la sala. «No sabíamos si duraríamos uno, dos u ocho años. Pero aquí estamos», apunta Marisol. La receta de Lorenzo se basa «en ser una galería sostenible, hemos hecho todo con lo mínimo. La venta de arte se complementó con la enmarcación, los catálogos se redujeron y las salidas a ferias las organizábamos con la participación económica de los artistas».
En los tres primeros lustros, que iniciaron en 1996 con una colectiva seguida de monográficas de Esperanza Alonso, Luis Nieto y un primer verano dedicado a las piedras de Barón, se sucedieron las exposiciones al rumboso ritmo de una cada 25 días. «Luego ya con la crisis de 2008, quedó en cuatro o cinco anuales», explican.
Su especial dedicación a los artistas de Valladolid logró fidelidades inquebrantables como las de Manuel Sierra, Jesús Velasco, Jesús Capa o Enrique Reche. «Sierra vende todo siempre. A Velasco le animé a hacer la primera exposición en la Caja en los ochenta y le hemos representado desde entonces», aclara Marisol. El pintor de Tiedra tiene obra en un museo alemán y otro brasileño, «eso ha hecho que nos reclamen obra suya desde esos países».
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Han aprendido a tratar «con la egolatría del artista.Si proponías una colectiva, te pedían el nombre del resto», dice Marisol, «aunque en general la relación ha sido de amistad. Hemos tenido obra de firmas, 'picassos', 'tapies', 'chillidas', pero nuestro empeño ha sido el arte cercano, comprado por gusto más que por autoría. Estamos orgullosos de haber creado cierto coleccionismo de base, de gente que venía siempre a ver lo nuevo y han ido haciendo pequeñas colecciones. Incluso te pedían pagarlo en plazos y eso ha sido posible gracias a la predisposición de nuestros artistas».
Lorenzo siempre tuvo claro que «la experimentación es para el estudio, a la galería hay que llevar algo de calidad. Por eso es descorazonador decir a un artista que no has vendido nada suyo». Defiende la diferencia entre gusto y conocimiento, echa de menos un «museo provincial» en vez de uno «que es una tercera parte del Reina Sofía» y receta que se divulgue desde la escuela la pintura «que es un lenguaje más, importante para la vida».
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