La fiesta como escaparate de poder, a debate en un simposio de la UVA

«Este grupo se centra en la importancia de la fiesta y en su vinculación con los sentidos. La vista es el primero, pero también el oído y el gusto. Un banquete era mucho más que una comida, se ve, se huele, representaba el poder», explica Ramón Pérez de Castro.

Los estudios de 'escenografías expandidas' «pretenden mostrar la vinculación de lo que ocurría dentro del palacio con la calle, con los templos». El festejo en la Edad Moderna «es un instrumento político de ascenso social, aglutina el quién es quién del momento. Se ve en fiestas como el Corpus, en las que toda la sociedad se autorretrata».

Lo debatirán en Valladolid, fugaz sede de la capital española, en que «Gregorio Fernández hace su primera obra conocida para el Salón de los Saraos del Palacio Real», aclara Pérez de Castro que abordará las celebraciones en Lerma. «El valido de Felipe IIIse reivindica como hombre de estado durante las fiestas de consagración. Serán unas fiestas imponentes con desfile de carrozas, juegos de cañas, toros, fuegos artificiales. Acuden los reyes y es un acto de autoafirmación del Duque de Lerma». Allí se expone el valor del linaje y las relaciones de política y religión. «Se llevan piezas italianas y americanas al presbiterio, reforzando la relación entre el poder divino y el mundano», aclara el profesor de la UVA.

El simposio influye ponencias sobre la relación del teatro con otras artes, sobre la presencia de la cera y el azúcar –«en las calles de Valencia se colocaban grandes figuras de cera»–, sobre las máscaras, los encargos de murales y pinturas, los balcones o las puestas en escena a caballo.