Cronistas de mundos remotos, de América a Papúa Nueva Guinea, en Valladolid

'La lengua de los otros. Retratos castellanos de las culturas de ultramar', producida por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua con la colaboración de Museo de la Evolución Humana, confronta dos maneras de contar, dos tipos de corresponsales en entornos desconocidos y sus diferentes recursos para darlos a conocer. Los primeros cronistas de la aventura americana sintieron que toda esa novedad antropológica, botánica, biológica, tenía que ser transmitida a través de los libros, el medio por el que ellos habían aprendido.

El fotógrafo Pedro Segura decidió poner imágenes a un mundo que no descansaba en la palabra (700 tribus 700 idiomas en una población de un millón de personas que hasta 1931 no contabilizaron en ningún registro civil), sino en el gesto, la intuición y la decoración de los cuerpos. 80 imágenes de la docena de tribus con las que trabajó muestran una comunidad congelada antropológicamente en el paleolítico, aunque «ahora puedes encontrarte a un guerrero con su lanza en una mano y empujando un carrito de la compra en un supermercado».

El catedrático de fotografía de la Complutense daba sus primeros pasos en la docencia universitaria cuando le ofrecieron un sitio en un velero que iba a Papúa Nueva Guinea. Su misión; rodar lo que allí viera. Una vez en la gran isla del Pacífico decidió quedarse en las Tierras Altas. Seis meses de laboriosa comunicación no verbal para hacerse un hueco en la vida de los aborígenes, para que le dejaran documentar sus rituales decorativos antes de una batalla, una fiesta o una reunión, deteniéndose en la procedencia de ungüentos y pigmentos, en su significado, en su composición.

La ignorancia le ayudó a que no le temblara la cámara en una reunión en la que los chamanes –cuerpo cubierto de hojas– decidieron matar a una familia y quemar su choza, borrar su huella por un caso de incesto. Su exotismo, único blanco que habían visto muchos de ellos, le permitió rodar batallas en la que los guerreros sonreían a la cámara al pasar. Y lo inédito de su trabajo le convirtió en fotógrafo oficial de la isla durante una legislatura, de manera que sus imágenes fueron el material oficial de dicho estado en la Expo 92 de Sevilla.

Pedro Segura gozó haciendo este trabajo que derivó en tesis doctoral y su plaza en la Facultad de Bellas Artes de la Complutense, de la que sigue siendo catedrático vitalicio. Quien comenzó dibujando para el Museo Arqueológico Nacional ha seguido con un pie en la prehistoria durante toda su carrera. De su mano han salido los facsímiles de Altamira (Neocueva), Tito Bustillo o la Covalana, entre otros hitos paleolíticos del norte de España.