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El centenario de Eduardo Chillida sigue descubriendo facetas del escultor donostiarra al público del siglo XXI. El Museo San Telmo de San Sebastián ha inaugurado 'Una conversación: Chillida y las artes', exposición comisariada por la historiadora vallisoletana María Bolaños.
La ex directora del ... Museo Nacional de Escultura ha querido mostrarle «más que como figura aislada y singular, él en conversación con los artistas de su tiempo en un momento (1950-1970) con una identidad propia en el arte internacional». Para ello ha seleccionado casi un centenar de obras de diferentes disciplinas y procedencia que ilustran «la generación de la posguerra, artistas que no conocieron de primera mano las vanguardias clásicas. La escultura había sido relegada, tuvo escasa presencia en ese periodo de entreguerras, fue un arte secundario. De repente en un momento de trauma, de desánimo, llama la atención de muchos de esos artistas y despiertan vocaciones de escultores. Fue el caso, por ejemplo, de Picasso y Miró», explica esta experta en Baltasar Lobo. «A partir de 1945 hay la necesidad de hacer un arte sólido, alejado del ilusionismo de la pintura».
Coetáneos de Chillida nacionales e internacionales convivirán hasta el 29 de septiembre en San Telmo. «Encontraremos en estas salas fundadores de la escultura como Arp y Julio González; a Richier, Lobo y Giacometti, representantes de la figuración escultórica de la posguerra. También están presentes informalistas y expresionistas abstractos como Motherwell, Millares o Dubuffet; los mejores de la nueva escultura británica como Moore, Hepwoth o Meadows; inventores de la escultura en hierro, Smith, Jacobsen y Caro; personalidades irrepetibles como Beuys, Chamberlain, Mendiburu, Hantaï,Asins o Aurelia Muñoz; cineastas como Ozu o Bresson; fotógrafos como Cartier-Bresson, Bing o Callahan y coreógrafos como Martha Graham o Cunningham».
Todos ellos viven un cambio en la concepción escultórica. «Se le da importancia a la escultura del hierro, a la materia –también en madera y la pintura informalista se carga de masa, es más densa, más espesa–. La escultura se abre al espacio, hay un deseo de dar a la obra una dimensión más allá del objeto. El vacío cuenta. Rompen con la idea de la escultura como masa maciza para hacer construcciones abiertas».
Chillida fue prolijo en escritos que ha escrutado Bolaños. «Él no habla demasiado de sus coetáneos. Se refiere con admiración a artistas anteriores como Medardo Rosso pero sus referentes son más musicales y filosóficos. Tiene una relación conflictiva con Oteiza, mostró su respeto por Tapies y mantiene desde París estrecha amistad con Palazuelo y Sempere. Convive con ellos en el Colegio de España en 1948. Luego vuelve y se enclaustra en Hernani. Conocerá pronto el éxito de crítica, en seguida expone en París, en las bienales de Venecia y Milán y en EEUU», aclara María Bolaños.
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