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Las paredes de la Fundación Segundo y Santiago Montes se han teñido de rojos y ocres, blancos y negros, los de los grabados de la burgalesa Cristina Moneo. Alternan con las cerámicas de Monona Álvarez, la artista segoviana afincada en Tudela. Las dos trabajan la ... forma, la geometría en contraste con el azar orgánico de hojas, ramas y gusanos.
Moneo (Covarrubias, 1968) trabaja desde hace tiempo en Asturias y centra su producción en el grabado, un grabado que mezcla collage, técnica gofrada y papel japonés. Una de las series parte del horizonte y el hegemónico sol rojo en torno al que surgen delicadas líneas negras. Otra se centra en la verticalidad, dividiendo el marco en dos partes trabajadas de distinta manera. En tres tondos explotan sus juegos de color.
Entre las obras de Cristina, varias peanas elevan la pulcra cerámica de Monona, una artista que ha recuperado la porcelana que parecía perdida en los talleres cercanos. Una vasija verdosa luce un remate de hojas horizontales, una provocación a la gravedad, una verónica al pragmatismo. Platos, búcaros, cajas cuadradas de tapas caprichosas lucen una técnica precisa.
Pero las obras de Monona que ya han encontrado comprador antes de ser expuestas son sus gusanos de porcelana. Unos sonríen, en otros se intuye perplejidad, largos y cortos, monocolores y alternando el blanco y el negro, con estantería propia o conviviendo en un cesto también de cerámica, convierten su esquina en la atracción de la sala.
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