Consulta la portada del periódico en papel
El restaurador Julian Vegas posa en su taller. Jose C. Castillo

La cautelosa prudencia del restaurador

«Hay que ser muy cuidadoso y conocer bien qué le ocurre a la obra antes de intervenir», asegura Julián Vegas, que sanea actualmente varios retablos de la iglesia de San Pelayo en Siete Iglesias

Domingo, 22 de agosto 2021, 08:35

Hace unos años, una fallida restauración de una pintura mural, el Ecce Homo de Borja, dio la vuelta al mundo. Una aficionada sin suficientes conocimientos técnicos intentó repararla y convirtió la imagen, sencilla, pero hermosa, en una terrible caricatura de sí misma. Y en un ... involuntario icono posmoderno. Y hace tres años, en Estella, una talla de San Jorge a caballo, de valor histórico, acabó convertida en un colorín, aunque este horror, por fortuna, tuvo arreglo. Tanto en un caso como en otro metieron mano a las obras personas con insuficiente formación técnica, y con resultados indeseados, porque no todo vale con el arte.

Publicidad

Quizás por eso Julián Vegas, un joven restaurador que capitanea una de las pocas empresas privadas de Valladolid dedicadas a este difícil sector, asegura que la principal virtud en su oficio debe ser la prudencia. «Antes de intervenir hay que saber muy bien qué le pasa a la obra, qué patologías sufre y en qué estado de conservación se encuentra. Hay que ser muy cuidadosos».

Vegas lleva dos años como titular de su sociedad, pero antes trabajó otros diez en el mismo taller, y en el mismo local, a las órdenes de la anterior titular, Mari Carmen Santamaría, que le cedió el testigo cuando llegó la hora de su jubilación. Santamaría vivió los años dorados de la restauración, fundamentalmente las décadas de los 90 y los primeros años del nuevo siglo, cuando se juntaron el hambre y las ganas de comer: había mucho patrimonio por restaurar y presupuestos generosos para hacerlo.

Pero la bonanza terminó con la crisis de 2008 y desde entonces el sector no ha vuelto a vivir aquellos días de relativo vino y rosas. «Estamos estancados. Empresas pequeñas como la mía nos limitamos a sobrevivir», explica Julián Vegas. «En los años 90, mi anterior jefa llegó a tener hasta nueve empleados en este mismo taller. Yo tengo uno y me resulta inconcebible pensar en más. Ahora se lleva mucho recurrir a falsos autónomos, si tienes más trabajo del que puedes afrontar por ti mismo. Me parece que es una señal clara de que el sector no goza de buena salud».

Publicidad

El Covid no ha ayudado, claro, pero parece que en este año se ha reactivado levemente la actividad. Prueba de ello es que Vegas ha acometido en los primeros meses de 2021, por encargo de la diócesis de Valladolid, la restauración del retablo mayor de la iglesia de San Pelayo, en Siete Iglesias de Trabancos, una obra del año 1680 que cuenta con figuras de San Pelayo, San Sebastián, San Isidro Labrador y la Virgen. Actualmente está afrontando un lavado de cara de los cuatro retablos laterales del mismo templo, en esta ocasión a cuenta de la parroquia de la localidad.

«A los vecinos del municipio les ha gustado mucho lo que hemos hecho en el retablo mayor y se han animado a restaurar el resto de los retablos», explica Vegas, que es natural de la localidad. «Pero esta intervención no va a poder ser tan concienzuda como la otra por falta de presupuesto. Aunque hemos terminado la primera intervención y se nota la diferencia con lo que había».

Publicidad

El suyo es un trabajo en el que no faltan las sorpresas. A veces incluso agradables. Hace cinco años, en 2016, durante la restauración de la iglesia de Villanubla, descubrió detrás de la hornacina del Cristo crucificados dos telas pintadas en muy mal estado que se vio que eran dos partes de un mismo lienzo. Hoy esa obra ocupa el caballete principal de su taller y, pese a todo el trabajo ya realizado, muestra un importante grado de deterioro.

«Nunca antes he restaurado un cuadro en tal mal estado», admite Vegas. Se trata de una Virgen de las Angustias de mediados del siglo XVII, pero con tantas zonas desaparecidas que la intervención no podrá ser tímida. Lo primero que ha hecho es unir ambas partes, consolidarlas e instalarlas en un bastidor. El siguiente paso fue someter al cuadro a una limpieza fisicoquímica, con disolventes, que elimina la suciedad y las adherencias del lienzo sin afectar a los colores originales. Luego llega el proceso del estucado para igualar la superficie del cuadro en las zonas donde la pintura ha desaparecido. Y sobre ese estucado se «reintegra cromáticamente» la obra original.

Publicidad

«Hay tantas pérdidas en la pintura que no queda más remedio que afrontar una actuación muy intervencionista», explica Vegas. Lo que supone incluso recrear lo que pudo ser el cuadro, y que ahora no se ve, a partir de lo que sí se conserva. «Si la obra fuera de un museo, y de un gran maestro, probablemente se aplicarían criterios más arqueológicos, pero en este caso el propietario prefería intentar recomponer la imagen original». Estamos ante un lienzo interesante que podría ser de la escuela del siglo XVII.

Dado que la mayoría de los principales museos estatales cuentan con sus propios equipos de restauradores, empresas como 'JVS Restauración' se nutren, sobre todo, de coleccionistas privados y de encargos por parte de otras organizaciones particulares como las diócesis, cofradías o parroquias. «Es lógico, porque nuestro legado cultural ha girado en torno a la Iglesia, que es la que aglutina el mayor volumen de obras de arte, aparte de los museos», explica Vegas. «En cualquier pueblo pequeño encuentras obras magníficas en mala conservación que podrían recuperarse. De modo que trabajo por hacer hay mucho. Pero no todas las parroquias pueden permitirse el afrontar el coste de restaurar una o dos obras cada año».

Publicidad

Las sorpresas, en cualquier caso, no escasean. En la iglesia de las Angustias la empresa de Mari Carmen Santamaría estaba restaurando el retablo mayor y aparecieron unas pinturas al fresco. En Villarmentero, al restaurar Vegas unos zócalos aparecieron unas pinturas murales. Y es muy habitual que al desmontar un retablo aparezcan objetos litúrgicos o custodias.

Menos habitual es que aparezcan reliquias perdidas, pero no así otro tipo de objetos, como un pequeño papel en el que alguien había formulado un deseo dirigido a una imagen sagrada en la que lo ocultó. «Y luego llego yo y lo leo más de cien años después, y sin saber si el deseo llegó a cumplirse o no».

Noticia Patrocinada

«Para restaurar un mueble antiguo no basta con ser un manitas»

V. ARRANZ

Otros tres cuadros están siendo sometidos actualmente a procesos de saneamiento en el taller de Julián Vegas, una Santa Águeda del siglo XVI y dos pinturas procedentes del convento de Santa Isabel: un San Francisco con los estigmas, de mediados del siglo XVII, y un Ecce Homo de finales del mismo siglo. «De lo que se trata es de recuperar la lectura de las obras, que puedan ser contempladas de nuevo del modo más parecido posible a como se concibieron».

Pinturas, esculturas… y también muebles. Actualmente tienen entre manos una escribanía del siglo XIX recibida por herencia familiar, que afrontan con la misma meticulosidad que cualquier otra obra. «Hay algunas personas que creen que restaurar un mueble antiguo es lijarlo y pintarlo, y que es algo al alcance de cualquiera que sea un poco habilidoso. Pero no; no basta con ser un manitas».

La razón es que el mueble puede estar afectado por enfermedades de la madera, como la carcoma, u otras, que hay que saber identificar y tratar. Y puede haber perdido algunas formas de su diseño original que hay que recomponer. «Necesitas saber cómo envejecen los materiales, cómo sanarlos… Forma parte del intrusismo laboral que se ha asentado en este gremio el pensar que cualquiera puede rehabilitar un mueble».

Ese desconocimiento de las características de la madera fue una clave de la fallida restauración de la talla de San Jorge de Estella, una obra realizada por una aficionada que acometió un repintado de la escultura «sin tener en cuenta las patologías que tenía y sin respetar los colores originales». Afortunadamente, en este caso, el desastre pudo ser corregido y desde hace dos años la escultura luce, debidamente restaurada, su aspecto original, aunque el coste de la intervención se encareció notablemente.

Lógicamente, todo depende del valor que tenga el objeto, y su antigüedad. En el caso de San Jorge era una obra culturalmente valiosa, motivo por el que el Gobierno de Navarra se decidió a intervenir y a denunciar a los responsables.

La situación puede ser diferente en el caso de un mueble. «Si el objeto que vas a restaurar tiene 20 años es poco probable que vayas a cometer ningún delito», admite Vegas. Cuestión distinta es si has adquirido una pieza antigua, de coleccionista, y la tratas sin el debido respeto. «Cada cual es muy libre de gastarse su dinero en un anticuario y luego estropear el valor del objeto alterándole el color o la forma». Está en su derecho, pero no parece sensato.

Aunque no es una especialidad que cultive frecuentemente, la empresa de Vegas afronta también de vez en cuando trabajos de rehabilitación de fotografías viejas en mal estado. «Pero si se trata de recuerdos de carácter personal, y el documento gráfico está muy deteriorado, prefiero digitalizar el original y tratarlo digitalmente antes que intentar restaurar el papel de la foto. Puede hacerse, pero es más delicado y puede no compensar». La cautela es un principio fundamental y aconseja no meterse en aquellas tareas que no haya certeza de poder resolver bien.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad