Casi 80 años han pasado de la Batalla del Jarama, la más cruenta de la Guerra Civil española, y aún hoy cualquier paseante encuentra restos de metralla, alguna peseta de principios de siglo, alambres de espino. Eso le ocurrió a Borja Sánchez Marcote (Vigo, ... 1989) que convirtió el lugar en el 'leit-motiv' de su trabajo de los últimos tres años. 'La colina' es una instalación de fotografía, objetos y vídeo que puede verse en la Sala O del Patio Herreriano.
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«Siempre me interesó la historia. En 2015 durante un bloqueo creativo estuve leyendo sobre la Guerra Civil y topé con la Colina de los Suicidas, que ya por sí mismo el nombre es suficientemente atractivo, y empecé a profundizar. La batalla fue sanguinaria, duró casi un mes (entre el 6 y el 27 de febrero de 1937), intervinieron las Brigadas Internacionales y murieron más de 17.000 personas, para nada. La colina fue tomada tres veces por cada bando y al final quedó en tablas», explica el joven gallego profesor en Valladolid.
El latido del paisaje
«Lo que fue el frente, de casi un centenar de kilómetros, está lleno de refugios que tuvieron que excavar con sus manos y bayonetas. Imaginar lo que es estar de madrugada allí, expuestos a los bombardeos, sin munición y buscando una trinchera da idea de lo que sufrieron. Da igual del bando que seas a estas alturas, la angustia y el miedo es lo que me interesaba captar». Por eso fotografía esas «madrigueras», por eso recoge los restos de arqueología contemporánea. «Durante mucho tiempo los habitantes de esos pueblos hicieron acopio de la metralla para venderla como chatarra y aún hoy queda mucha diseminada. Cada vez que voy encuentro cosas nuevas».
El absurdo de la violencia, la importancia del paisaje como ser «viviente y sufriente» y el simbolismo del rastro humano dejado en él son expresados a través de un vídeo de la colina, las fotografías y las vitrinas que dan categoría escultórica a los restos metálicos. «Hay una anécdota de esa batalla protagonizada por el comandante de una compañía irlandesa que cogió un puñado de aceitunas de la tierra y las fue exprimiendo y dijo 'hasta las olivas sangran'». Borja Sánchez no cree que la zona deba convertirse «en un parque temático como Normandía, pero debiéramos cuidar un poco nuestra historia».
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