Bestué lleva a la vertical el paisaje castellano

Bestué (Barcelona, 1980) es un escultor que integra poesía e historia en sus proyectos. En este caso un verso de Olvido García Valdés le presta la palabra del título y las tallas policromadas del Museo Nacional de Escultura, una pareja relación con el entorno natural del que extraen los materiales para sus obras los maestros barrocos y renacentistas y él mismo.

En la Capilla de los Fuensaldaña, espacio para una instalación creada ex profeso, huele a paja. La fuente del olor es un cilindro verde, un pozo sin brocal, un ciprés deconstruido en chaparra oquedad. Cede su verticalidad a la otra pieza central de la Capilla, un 'paisaje de pie', un pilar de hormigón recubierto de pasta de papel y paja, coronado por un pétalo. La sombrilla gigante está hecha con pétalos de rosas de los aparques de Valladolid. Es la síntesis de lo que se extiende en la Sala 9 a escala menor.

Esta segunda estancia acoge 'Palés', 'Papeles', 'Pétalos', 'Figuras' y 'Torsos'. Los palés de pasta de papel, madera y resina son expresiones geométricas del campo que retrata. Los papeles funcionan como juego de texturas y color en los que lo mismo se atrapa el azul de aciano, el magenta de la buganvilla o el ocre de la tierra arenisca. Los pétalos cuelgan de la pared del fondo, son formas vegetales hechas con las hojas de las flores. Las figuras y los torsos, sobre el suelo o peanas, son el contrapunto vertical, el eco de las tallas de madera y la ampliación del repertorio de materiales de la naturaleza para moldear una idea humana. Girasol, laurel, algodón, tierra, paja, papel, todo pasa por la trituradora de Bestué para ser pasta con la que crea su mundo que puede verse hasta el 7 de enero.