Una baraja que recupera la dama

Cuatro nuevos mazos se presentarán en este año de aniversario. El primero de ellos, la baraja Mazoka, está firmado por cuatro ilustradoras españolas que atendieron a la propuesta de la empresa vitoriana: hacer unos naipes que miraran a la infancia. «En el último año recibimos varias sugerencias de recuperar la dama anterior al caballo, que era la figura de la carta número 9 antes del siglo XVII, y así se lo trasladamos a las responsables de este nuevo diseño», explica Diego Ruiz de Gauna, director de Marketing.

En los naipes ingleses y franceses las figuras son sota, reina y rey, en la bávara campesino, dama y rey. En la española, durante el siglo XVII, la dama se tornó en caballero que precede al rey y sigue a la sota, paje con rasgos femeninos.

Pippi y su mono en un palo

La palentina Noemí Villamuza, las guipuzcoanas Elena Odriozola y Maite Gurrutxaga, y la alavesa Yolanda Mosquera se repartieron los palos y comenzaron a trabajar. Las únicas condiciones estilísticas fueron el uso de las tintas con las que trabaja Fournier y que mantuvieran las pintas, los espacios en las esquinas de la carta donde se identifica el número de la misma en una tipografía unitaria, ya que la baraja debía ser jugable. «El resultado tiene su homogeneidad. Noemí eligió unas espadas parecidas a las originales de Fournier dándole el toque de madera, de juego de niños. Maite, en vez de las monedas para los oros, trabajó sobre el sol, su propuesta está muy cercana a la naturaleza como el resto de su obra. Yolanda propone una mirada irónica a los bastos, con un personaje muy satírico Pippi Calzaslargas y su mono. Y Elena basó en el agua y los animales de ese ecosistema su diseño de las copas», cuenta Ruiz de Gauna.

Ahora se negocia que las 40 cartas a tamaño 1,60 expuestas en la última edición de Mazoka, el festival de ilustración de Vitoria el pasado diciembre, se muestren en Valladolid durante la próxima edición de Vilustrado, a principios de julio, si se mantiene la fecha.

2.000 ilustradores

La relación de Fournier con la ilustración está en el germen de su negocio. Los métodos de impresión innovadores le valieron varios premios y en 1977 pidió al profesor de la Escuela de artes y Oficios de Vitoria Emilio Soubrier y al pintor Díaz de Olano un diseño para una baraja. Aquellos naipes siguen produciéndose como icono de la compañía. Desde entonces más de 2.000 artistas han diseñado cartas para esta marca.

«De hecho este año habrá otros tres diseños nuevos además de este que en breve se distribuirá para la venta. La ilustradora suiza Silja Götz, que residen en Madrid, ha hecho una baraja sobre la gastronomía española, con sus pescados, su tortilla, los guisos. Hay otra sin cerrar aún y en junio está previsto que se haga otra en colaboración con el Instituto Europeo de Diseño. Se propone como proyecto de fin de curso el diseño de una baraja y a quien gane se le pagará como un profesional y se producirá su diseño», explica el director de Marketing.

La compañía Heraclio Fournier fue comprada por una empresa estadounidense en diciembre, tras dos cambios de manos anteriores, siempre con la condición de mantener la marca en los naipes, la ubicación en Legutiano (al lado de Vitoria) y su vinculación con la cultura española y vasca. «Nuestro mercado es un 30% nacional y un 70% internacional. Hacemos naipes anglosajones, franceses, españoles y cartas del Tarot». Precisamente un juego de estas últimas diseñó el salmantino Ricardo Cavolo.

La baraja española se exporta a toda Latinoamérica, a Filipinas (donde se llama cuajo) además del consumo nacional (el 95% de los naipes de los hogares españoles son de esta marca).

Sus clientes, más allá del público familiar que compra con sentido lúdico, para usar la baraja como juego de mesa, son profesionales; casinos, clubs, hoteles, cruceros y el negocio de los videntes. Las ediciones extraordinarias, como la presentada que en las próximas semanas estará a la venta, despiertan el interés de los coleccionistas, agrupados en la asociación Asescoin.