Durante casi tres meses, las esculturas de Alonso Berruguete prestadas por el Museo Nacional durmieron en sus cajas en las salas del Museo Meadows de Dallas. La pandemia impuso su calendario. La madera policromada y el mármol blanco permanecieron en la misma sombra. Este domingo ... cada pieza mostrará su brillo en la exposición 'Alonso Berruguete: primer escultor del Renacimiento español'. Coproducida con el museo que dirige María Bolaños y la National Gallery de Washington, vive su segunda etapa en la capital texana hasta el 10 de enero.
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«Para contar la historia completa de Berruguete es necesario incluir ejemplos de todos los artes que practicaba él: dibujos, esculturas, pinturas, y elementos arquitectónicos. Por eso, había que pedir objetos de colecciones públicas y privadas en los Estados Unidos y Europa. La mayoría ya estaban en el montaje en Washington y viajaron a Dallas antes de la cuarentena que interrumpió nuestro montaje en el marzo. Otras piezas de Florencia salieron de Italia el último día antes del cierre de sus fronteras», rememora Wendy Sepponen, una de las tres comisarias de la muestra.
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El hispanista Jonathan Brown prologa el catálogo diciendo que Alonso Berruguete es el artista europeo más subestimado del XVI y augura que esta exposición monográfica le dará conocer al mundo anglosajón. ¿Qué aporta el palentino a un Renacimiento dominado por la escuela italiana en la que él mismo se formó? Sepponen apunta: «A través de su formación artística y su estilo maduro, presentamos un renacimiento con fuentes no solo italianos sino continentales. Incluimos artistas españoles, como Pedro Berruguete, alemanes, como Martin Schongauer, flamencos, franceses, como Gil de Siloé, y italianos, y cada uno influía el renacimiento español. Alonso Berruguete, aunque tomó lecciones diversas de ellos, creó su propio estilo, y de esa manera es la personificación del renacimiento español».
El espléndido catálogo, primera monografía extensa sobre el escultor de Paredes de Nava en inglés, da cuenta de la exposición. «Tiene capítulos que son una mezcla de cronología y temas. Empezamos con piezas de los maestros artísticos en España durante su juventud –por ejemplo su padre, Pedro Berruguete, Juan de Flandes, Gil de Siloé, y Francisco Gallego– puntualizadas con su escultura más temprana, su 'Ecce Homo'. Hacemos una transición a dos pinturas que firmó Berruguete en Florencia y un grupo de dibujos para presentar el talento y visión singular del joven Alonso». Y revisadas las fuentes italianas y españolas, «los visitantes ven las obras escultóricas del retablo mayor de San Benito el Real y de la iglesia de Santiago Apóstol en Valladolid, que forman el corazón de la muestra. Luego, acabamos con salas dedicadas a los procesos de hacer escultura policromada, y un resumen de la carrera de Berruguete con un documental breve de la vida y sus proyectos mayores».
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El Retablo de San Benito está explicado por el subdirector del Museo Nacional de Escultura, Manuel Arias. Alonso Berruguete vive pluriempleado a su llegada a Valladolid, pintor del rey y escribano en la Real Audiencia de Chancillería. En 1523 asume el encargo de hacer un retablo para la Capilla de Nuestra Señora de la Mejorada, en Olmedo. Allí comparte trabajo con Vasco de la Zarza, a quien acabará comprando sus herramientas. Arias destaca que la principal preocupación del escultor, como responsable de un grupo de artesanos, era «el efecto visual del conjunto del retablo», «su sentido arquitectónico» y «distorsionar el espacio y la forma humana para generar emoción y fervor». La narración del retablo, la finalidad última, debe ser clara y legible. Después cometió su primera gran obra, el retablo de San Benito (1526-1533). Manuel Arias subraya la influencia del renacimiento italiano y del Miguel Ángel de la 'sixtina' en sibilas, puttis y ornamentos. Hasta el sacrificio de Isaac tiene una torsión homónima en las figuras vaticanas.
Expresividad delatora
Wendy Sepponen, especialista en el retablo que el escultor realizó para la Catedral de Toledo, distingue la evolución del artista. «San Benito el Real consolidó su reputación. El retablo y la sillería tuvieron mucho éxito y no es de extrañar que Tavera les encargara la sillería de la catedral de Toledo a Berruguete y Bigarny. El cambio más importante entre la sillería de San Benito y la de Toledo es la intervención de Alonso en la segunda. Ambas son productos de colaboraciones entre mecenas, diseñadores, arquitectos, escultores, y talleres, pero en las figuras hechas por nuestro protagonista, podemos ver una fuerza de expresión completamente nueva. En la sillería de San Benito, aunque hecha por maestros influyentes y prodigiosos, Bigarny y sus colaboradores trabajaron en un estilo más contenido y equilibrado. En Toledo, Berruguete fundó una época nueva de escultura española, y esa es visible y opuesta al estilo de Bigarny en la sillería de Toledo».
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El techo que cobija este viaje al XVI que acercará a Alonso Berruguete al público estadounidense es el mismo que ha ido creciendo con la colección del Meadows Museum. «Casi se ha duplicado durante las últimas dos décadas. Las compras se han expandido desde el medievo hasta el arte contemporáneo. La lista incluye obras de Pere Vall, Joan Reixac, Mastro de Sigena, Cano, Carreño, Valdés Leal, Villabrille y Ron, Zacarías González Velázquez, Maella, Bayeu, Goya, Vicente López, Fortuny, Resino, Mir, Regoyos, Beruete, Sorolla, Zuloaga, Blanchard, Julio González, Dalí, Saura, Juan Muñoz, Barceló o Plensa, entre otros muchos», explica el director del museo, Mark Roglán, un americano formado en Madrid.
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