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El Museo Nacional de Escultura de Valladolid incluye entre su programación una nueva forma de disfrutar del arte con detenimiento y compartiendo opiniones y sensaciones en torno a algunas de las obras de su colección. Un grupo de quince personas ha participado en una de estas actividades que buscan acercar el arte de una manera diferente. «Los usuarios, cuando realizan una visita al museo, se detienen muy poco tiempo en cada obra. Con esta actividad nos centramos en una sola pieza, analizamos y observamos todos sus detalles», explica Eva García, técnico del museo en el área de programas públicos.
Una actividad, con una duración aproximada de 50 minutos, en la que los participantes (guiados por la técnica del museo) realizan una radiografía visual a través de sus percepciones personales sobre lo que significa esa obra. Una especie de visita guiada personalizada con un único cuadro como protagonista. En este caso, un lienzo de Rubens, fechado en el año 1603 y que mide 179×66 centímetros.
Desde que Rubens entregó la pintura al Duque de Lerma, poco se sabe de cuál fue el lugar donde estuvo la obra. Tras su desaparición, posiblemente a manos de los herederos del duque hasta principios del XIX, la pintura reapareció siendo propiedad de Arthur Wellesley, Duque de Wellington, cuyos herederos lo vendieron posteriormente a coleccionistas ingleses y americanos.
Tras pasar por diversas colecciones, 'Heráclito y Demócrito' fue vendido en subasta por el magnate sirio del petróleo Akram Ojjeh en diciembre de 1999. El lugar elegido para la puja fue la sala Christie's de Londres, donde se llevaron a cabo las mayores subastas de los siglos XVIII, XIX y XX. Fue adquirido por el Ministerio de Cultura español, por unas 661.000 libras esterlinas o 175 millones de pesetas, que lo destinó al Museo Nacional de Escultura de Valladolid en una gestión que supuso el retorno de la pintura a la ciudad donde fue realizada.
Rubens hizo gala de su maestría en Valladolid realizando una obra maestra alejada de las pinturas habituales en aquel momento en nuestro país. Como encargo y a partir de los gustos e intereses del Duque de Lerma, eligió un tema profano con dos filósofos griegos presocráticos, Demócrito y Heráclito.
Los quince participantes se sientan formando un semicírculo en torno a 'Heráclito y Demócrito' una obra de Pedro Pablo Rubens, en un encargo para el Duque de Lerma. Un tema artístico, el de Heráclito y Demócrito (sus nombres están grabados en sus ropajes), muy frecuente en el siglo XVII como contraposición del optimismo frente al pesimismo en la vida cotidiana. Heráclito es conocido como el filósofo que llora debido a su semblante oscuro en representación de los aspectos negativos. Sin embargo, a Demócrito se le denomina el filósofo que ríe en oposición con lo anterior. Se trata de una obra llena de contrastes entre los protagonistas que inundan el cuadro de simbología, aspectos reseñables y técnicas artísticas al nivel de un pintor como Rubens.
La actividad, en la que los participantes expresaban su propia percepción del cuadro centrados en los aspectos que más atención despertaban en cada uno, concluye con un pequeño debate sobre el mundo del arte. «¿Pensáis que toda persona es un artista?», es la pregunta formulada para dejar que los presentes en la sala expresaran su opinión al respecto. Y como es natural ante este tipo de interrogantes, las respuestas son tan variopintas como válidas. Hay quien defiende que sí argumentando que el arte es algo sensorial y quien se inclina hacía el lado opuesto, asegurando que «artista se nace».
La actividad forma parte de la programación habitual del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y acoge a diferentes grupos. «Hemos tenido hace unos días a Fundación Intras, que trabaja con personas y atención en salud mental y ha sido algo muy enriquecedor para ellos». Propuestas culturales diferentes, arriesgadas e interactivas, abiertas al público general para dejarse llevar a través del arte de una manera un tanto especial.
Claves del cuadro 'Heráclito y Demócrito', de Rubens
1. Iluminación. Las luces que componen el cuadro resaltan el rostro y las manos de los personajes, centros de expresión y conocimiento, respectivamente.
2. Opuestos. Ambos personajes se enfrentan entre sí en una realidad entre lo positivo y lo negativo.
3. Colores. Esta idea aparece resaltada en los colores:rojo (Demócrito)y lo negativo, en negro (Heráclito). 4. Bola del mundo. Atributo propio de los dos filósofos. Aparece en todas sus representaciones como simbología propia que representa 'el teatro del mundo'.
5. Edad. Los rastos de Demócrito son más juveniles, livianos y ligeros. Heráclito tiene un aspecto más avejentado y tenso.
6. Dedo índice de Demócrito. Apunta a Heráclito. Hay tratados que defienden que se está burlando de su actitud negativa y otros que atribuyen el gesto simplemente al saber.
7. Las miradas. Ambos las dirigen fuera de la escena, abriendo el campo artístico.
8. Las manos. Son el centro de la escena, con una expresión abierta en Demócrito y otra más rígida en Heráclito.
9. Roble. En el fondo de la escena, es símbolo de fortaleza y justicia.
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