Mamá, quiero ser artista, ser protagonista…
Con 19 años tan solo, Concha Velasco ya había pisado las tablas de un teatro lleno hasta la bandera en el elenco de 'Ven y ven al Eslava'
Ángel María de Pablos
Domingo, 3 de diciembre 2023, 15:47
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Ángel María de Pablos
Domingo, 3 de diciembre 2023, 15:47
El texto de esta comedia musical escrita por Juan José Arteche y estrenada en el Teatro Calderón de Madrid, con Ángel Fernández Montesinos como director del espectáculo, con música de Augusto Algueró, decorados de Emilio Burgos y la coreografía de Giorgio Aresu pareció inspirada en ... la experiencia personal de nuestra Concha Velasco. Y es así porque la vallisoletana, desde que marchó a la capital siendo apenas una niña para estudiar danza clásica y española en el Conservatorio Nacional, su obsesión se centró en alcanzar el triunfo en el mundo de la interpretación, bien musical o artística, en el cine, en el teatro o en la televisión.
Cuando en el mes de febrero de 1986 alternó en aquel estreno, que no era sino un reflejo de sus propias ilusiones, nada menos que con Paco Valladares, Margot Cotttens, José Cerro o Manuel Bandera, ya era una actriz consagrada en un mundo donde consagrarse ha resultado siempre un camino lleno de espinas y dificultades. Y era una actriz cuajada en el mundo del espectáculo porque, con 19 años tan solo, ya había pisado las tablas de un teatro lleno hasta la bandera formando parte del elenco que dio vida a 'Ven y ven al Eslava' (una revista que tendría segunda parte con 'Te espero en el Eslava') junto a Nati Mistral, Tony Leblanc, Pedro Osinaga y Maria Luisa Merlo, en este caso dirigida por Luis Escobar para interpretar piezas musicales de los maestros Álvarez Cantos, Moraleda y Romo sobre decorados de Antonio Mingote y coreografía de Karen Taft. Es decir, un proyecto que nació con las máximas aspiraciones y que, cumplidas las aspiraciones iniciales, tuvo un éxito por todo lo alto que, para Concha, se reflejó en el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo 1958…
¡Ya era una artista!... ¡Había nacido una estrella!...
Y también por todo lo alto llegó a esa consagración artística porque, sus primeros pasos fueron como bailarina en el cuerpo de baile de la Ópera de La Coruña y, curiosamente, Concha dejó su impronta en la compañía de Manolo Caracol como bailaora flamenca para que, con posterioridad, dejase su sello personal como vicetiple al lado nada menos que de la genial Celia Gámez, una inmejorable maestra para quien, después, acabaría rompiendo todas las barreras de la interpretación.
Yo recuerdo que, cuando se estrenó en el cine 'Una muchachita de Valladolid' que protagonizó Analía Gadé, y sin desmejorar el papel de esa actriz, yo me pregunté para mí mismo cómo era posible que Luis César Amadori no hubiese pensado para ese papel tan significativo en Concha Velasco, la hija de Concepción Varona y del comandante Pío Velasco, vallisoletana por todos los costados de su cuerpo y lo mismo por todos los sentimientos de su alma, que hacían de ella una auténtica «muchachita de Valladolid».
Por fortuna, el entuerto se resolvió en 1973 cuando José Antonio Páramo adaptó la obra de Joaquín Calvo Sotelo para Estudio 1 de Televisión Española y llamó a nuestra paisana para dar la réplica femenina al mismísimo Alberto Closas. Y a Concha la brotó el genio de su tierra para ser la muchachita que Calvo Sotelo ideó y que todos admiramos.
Hasta el punto y aparte anterior, todo se movía en mi interior gracias a la emoción que provocaba en mi la artista que iba confirmando sus sueños primeros: «ser protagonista»… Pero, en los años setenta, la Diputación Provincial de Valladolid entregó sus premios anuales en el Castillo de Fuensaldaña. Entre aquellos premiados me encontraba yo y se encontraba Concha. Me produjo una especial ilusión compartir sesión con una actriz en plena ascensión de su carrera aunque, en el fondo, con el temor de encontrar a una diva poseída de sí misma y altanera con alguien tan poca cosa como yo.
No era así… Concha Velasco. En Fuensaldaña me encontré a una mujer sencilla, enamorada de su trabajo, feliz con lo que hacía y confiada en superarse a sí misma a lo largo del futuro sobresaliente que la esperaba… Que la esperó y que cumplió por encima, tal vez, de sus propias previsiones pero que nos pareció suficiente a quienes, como yo, admirábamos, y admiro, sus cualidades artísticas, sus innatas condiciones para bailar, para interpretar cualquier tipo de papel bien cómico, bien dramático, bien musical, en prosa, en verso, gestual… Y lo corroboran los muchos premios que ha recibido con todos los merecimientos que la adornan y que ha ido demostrando año tras año.
No quiero olvidar antes de cerrar este artículo olvidar cómo dejó su impronta de extraordinaria intérprete en 'La truhana', el texto de Antonio Gala que se estrenó en el Teatro Central de la Expo de Sevilla como comedia musical, y que retrataba las aventuras de una actriz del siglo XVII que se embarcó en una escapada por los límites del imperio español para no convertirse en cortesana del rey Felipe IV.
Recuerdo que, al terminar la representación saludé a Concha en los camerinos para felicitarla y la propuse tomar un café en el bar de enfrente como paisanos que somos. Había sonado ya la una de la noche y su entonces marido, Paco Marsó, nos rechazó la invitación porque debería estar a las siete de la mañana en un plató de televisión para rodar un programa titulado 'Querida Concha'… Por entonces yo, por encargo de Fernando Lara, dirigía el periódico de la Seminci y dedicamos páginas especiales al homenaje que la rindió la Semana Internacional de Cine que la trajo a nuestra ciudad para intervenir en charlas, debates y conferencias, en proyecciones de sus películas en los cines oficiales y, también, en la mismísima cárcel de Villanubla hasta donde tuve la alegría de acompañarla. Estaba con nosotros todas las mañanas pero, después de comer, salía corriendo porque en Madrid la esperaba esa truhana que hizo historia.
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