![Ana de Miguel: «La prostitución destruye la capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/04/18/anamiguel-kZyG-RqpYLhfYgh7KqVuqr740qgP-1200x840@El%20Norte.jpg)
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La Universidad de Valladolid ha acogido a lo largo de esta semana el congreso internacional 'Representaciones de la violencia de género en las artes', con un abanico amplio de conferencias sobre la figura de la mujer y cómo ha sido reflejada en distintas manifestaciones culturales ... a l largo de la historia. La filósofa Ana de Miguel clausura estas jornadas el miércoles, con una conferencia que lleva por título 'El feminismo frente al espíritu del neoliberalismo y la mercantilización del ser humano'.
«El espíritu del neoliberalismo es romper todos los límites», explica De Miguel, que carga contra el transhumanismo y contra toda nueva filosofía que antepone la comercialización feroz de los cuerpos a los derechos de las personas: «Se supone que lo 'nuevo' es que el ser humano se pueda dividir en trozos y comercializarse, eres puritano si lo rechazas y tonta si eres mujer y no aprovechas estas ventajas», señala. Apunta hacia la gestación subrogada, pero también a la prostitución, al porno, a la venta de las retinas o al uso de Instagram y Onlyfans como escaparate para los cuerpos y la transformación de la sexualidad, sobre todo de la femenina, en moneda de cambio dentro de un contexto mercantil y capitalista.
«Muchas posturas pretendidamente progresistas están abiertamente en contra de la mercantilización de las ciudades o de los seres humanos, pero defienden que las mujeres sean empresarias de sus propios cuerpos», denuncia la profesora. Autora de 'Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección', De Miguel insiste en la idea de que «quienes van a vender su cuerpo en ese mercado son mujeres que no encuentran otra forma de tener autonomía económica y personal». La filósofa arremete contra quienes defienden el derecho de la mujer a vender su cuerpo; ello enmascara, apunta, «al derecho de los hombres a comprarlo».
De Miguel también apunta al transhumanismo, a la compra de retinas y a los ídolos que determinados perfiles, muchos de gente joven, sigue con devoción: «Se dejan guiar por quienes quieren volver a convertir el cuerpo humano en una mercancía, y eso no tiene nada de emancipador, sino que se basa en el principio de esclavitud y en los comienzos de nuestra propia historia», señala.
Ana de Miguel también alude a la prostitución como máximo exponente de mercantilización de un cuerpo: «Normalizar ese negocio legitimará que al final solo se prostituya quien no le quede otro remedio, nunca quien así lo desee», asevera. Para ella, la prostitución «destruye la capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona, nos pone en el lugar del deseo».
Sobre el porno y sus violencias también carga las tintas: «Es una de nuestras mayores vergüenzas como Estado, capaz de poner límites en las carreteras o dentro de los coches a través del uso del cinturón de seguridad, pero que se declara inútil para poner barreras en esta industria», lamenta.
De cara a los temas que abordará este congreso de la Universidad de Valladolid, De Miguel considera que «la sociedad patriarcal se ha edificado de una manera fenomenal a través de las religiones, las mitologías e incluso el arte, que ha vestido como transgresor o emancipador sacar a mujeres desnudas».
Para ella, toda función de cualquier manifestación cultural solo puede tener dos vertientes; «o legitimar el orden existente o estimular el espíritu crítico frente a lo que hay». Por desgracia, valora, «hoy el arte sigue en manos patriarcales o que no cuestionan el orden establecido».
Y frente a esto, diagnostica que es el feminismo la nueva autoconciencia de la humanidad: «Hoy las mujeres no solo podemos entrar en campos antes vedados, también podemos pensar el mundo», asiente. «El nuevo momento del feminismo es que debemos poder contribuir con lo bueno y lo valioso, podemos cambiar el rumbo de un mundo que no hemos hecho nosotras, pero que somos capaces de ver desde fuera; a diferencia de los hombres, incluso de los filósofos, que cuando reflexionan no pueden evitar seguir dentro del marco del mundo que ellos mismos han construido».
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