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La profesora Ana María Iglesias, ante la Facultad de Filosofía y Letras en el campus de la UVa. A. Mingueza
Ana María Iglesias: «La cultura francesa lleva décadas alertando de la fractura social»

Ana María Iglesias: «La cultura francesa lleva décadas alertando de la fractura social»

La profesora de Filología de la Universidad de Valladolid no ve comparables «de ningún modo» los problemas con la inmigración de Francia y nuestro país

Martes, 11 de julio 2023, 00:08

Quemas de coches, asaltos de comercios, disturbios, violencia y represión policial. Un cóctel de ingredientes peligroso que sacude Francia desde hace más de una semana y que ha llamado la atención del mundo sobre la grave agitación que sacude al país vecino. Pero, en realidad, el problema no es nuevo. «La cultura francesa lleva décadas alertando de la fractura social del país», explica Ana María Iglesias, profesora de Filología Francesa de la Universidad de Valladolid y autora de una tesis doctoral que trataba precisamente sobre algunas de estas expresiones artísticas.

«El arte refleja la realidad y las canciones reflejan lo que pasa en la sociedad, y esto, en Francia, es algo especialmente destacado», explica. Y pone como ejemplo que el manuscrito de 'La canción de los partisanos' está considerado Monumento Histórico Nacional del país. O que apenas unas horas después del atentado contra el semanario de humor Charlie Hebdo ya circulara por las redes una canción titulada «Yo soy Charlie'. Pero si se trata de abordar los conflictos raciales que afectan a los franceses de origen inmigrante, es el rap el género que expresa con más claridad su rabia y frustración. Ya lo advirtió el cantante Sako tras los incidentes de 2005. «La revuelta estaba escrita en el rap».

Aunque también en películas como la reciente Atenea (2022), de Romain Gavras, que es tentador interpretar como premonición de los sucesos de estos días, pues narra la violenta batalla campal racial que se desata en París tras la muerte de un menor a manos de agentes de la Policía. «En realidad no es una premonición porque situaciones similares se habían vivido antes», precisa Ana María Iglesias, quien recuerda los ocurrido en 2005, cuando dos jóvenes murieron electrocutados y otro sufrió quemaduras graves tras intentar huir de la policía. La reacción entonces fue una violenta revuelta que duró tres semanas y que pobló el paisaje de las calles francesas con la silueta de coches en llamas.

Autodestrucción

«En 'Atenea' hay un elemento interesante, y es que se ve que esa ira y esa rabia terminan conduciendo a la autodestrucción», explica Ana María Iglesias, quien atribuye la gravedad del conflicto a una mala gestión por parte del Estado francés, que no ha hecho lo suficiente para integrar a esa población, que es francesa desde hace varias generaciones pero que no se siente como tal porque cree que se le hurtan todas las opotunidades.

«Hay una diferencia importante entre estos conflictos y otros anteriores», explica Iglesias. «Hasta hace 8 o 9 años, reivindicaban que eran franceses, que habían nacido en el país, pero que el Estado les despreciaba y que carecían de opciones para salir de los suburbios donde se concentraban. Pero ahora ya ni siquiera se sienten franceses». El documental 'Los franceses son los otros', de Mohamed Ulad e Isabelle Wekstein-Steg, estrenado este mismo año, expresa con claridad esa desconexión de varias generaciones de jóvenes de origen inmigrante hacia su país. Pero también en la película 'La clase' (2008), de Laurent Cantet, se reflejaba ese sentimiento de empezar a no sentirse ligados a su país.

Desconexión

Una desconexión que explica que en Francia se retransmita la Copa de África de fútbol, con notable seguimiento, y que esta población de origen magrebí no se identifique ya con la selección francesa cuando compite en mundiales de fútbol, explica Iglesias.

La profesora de la Universidad de Valladolid aclara que los sucesos de Francia no pueden compararse con la situación española. «Aquí no hay revueltas callejeras, ni incidentes como los que son habituales allí. Aún sin conocer en profundidad la situación española, la comparación no tiene sentido».

En Francia, el problema surge tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el Gobierno anima a ir a vivir al país a cientos de miles de inmigrantes de origen magrebí para que colaboren en la reconstrucción del país. Y como el proceso se preveía largo, ello fue acompañado por leyes de reagrupación familiar para que también pudieran instalarse mujeres e hijos. «Durante los años 50 y 60 fue, más o menos, bien porque había trabajo, pero en los 70, con la crisis del petróleo, aumenta el paro de forma muy notable en esta población y comienzan los conflictos», explica. Cuando el Gobierno francés quiso estimular el retorno a sus países de origen con una política de ayudas económicas «ya era tarde porque carecían de raíces y no tenían adónde volver».

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