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Es un episodio intrigante en la biografía del primer Premio Nobel de Medicina español (el único, si se tiene en cuenta que Severo Ochoa estaba nacionalizado norteamericano). La Real Academia Española de la lengua, la RAE, acordó la entrada de Santiago Ramón y Cajal en ... la institución, pero el científico no llegó a ingresar de forma efectiva nunca, aunque tuvo más de 15 años para poder hacerlo. La razón que sugiere José Ramón Alonso, gran conocedor de su vida y obra y autor del recién publicado 'Citas con Cajal' (Menoscuarto), es que el investigador no se sentía cómodo por el talante mezquino mostrado por los académicos en los casos de Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán.
«A Cajal, que es por encima de todo un hombre de gran patriotismo, le llevan los demonios cuando se entera de que los académicos se han pronunciado contra la concesión del Nobel de Literatura a Pérez Galdós», recuerda Alonso, catedrático de Biología Celular en la Universidad de Salamanca, aunque nacido en Valladolid. «No entiende que descalifiquen a un español de tanto talento, él que siempre tuvo como meta mejorar su país».
«Y lo mismo ocurre cuando rechazan el ingreso en la RAE de Emilia Pardo Bazán, a quien Cajal admira y ve con méritos sobrados para tener un sillón en la institución», añade Alonso. Son comportamientos que le llevan a ir posponiendo el ingreso. «Probablemente dudó si quería estar con esas personas».
Es sorprendente la biografía del científico español, de la que 'Citas con Cajal' ofrece un esbozo breve pero suficiente. «Se le suele presentar como un niño travieso, pero fue mucho más que eso. En una ocasión se encontró una moneda y con ella se compró una pistola, y en otra construyó un cañón y lo disparó contra la casa de un vecino, haciendo añicos la puerta».
Tampoco los estudios se le daban bien, pues no encajaba en el modelo educativo estrictamente memorístico de la época, de modo que su padre, al creerle incapaz de construirse un futuro, le metió a aprendiz de zapatero. Afortunadamente logró luego encauzar su vida, pero puede que estemos ante uno de los casos más extremos de discordancia entre las expectativas que hacía presumir el Cajal niño respecto de los logros del Cajal adulto, que son enormes. Y aun insuficientemente valorados en España.
«Ramón y Cajal es el que pone la base para todo lo que se ha hecho sobre el cerebro en los siglos XX y XXI, incluida la inteligencia artificial», explica el catedrático salmantino. «En el mundo científico internacional es considerado uno de los grandes, a la altura de Pasteur o Newton, y por encima de Severo Ochoa, que realizó aportaciones más parciales. Tristemente es mucho más valorado fuera de España que aquí», asegura Alonso.
El libro 'Citas con Cajal' viene a intentar saldar esa deuda con el investigador navarro, pero también a corregir una paradoja. La Fundación Lilly, que se dedica a tender puentes entre la ciencia, la medicina y el humanismo, y que es la impulsora de la idea del proyecto de 'Citas con Cajal', suele regalar cada año a los alumnos que terminan Medicina un libro. Hasta ahora era 'Un estilo de vida', de William Osler, considerado el padre de la pedagogía médica. Pero a partir de ahora será esta obra del español, con lo que se le hará justicia con retraso, pues, en EEUU, a quienes terminan la carrera, les regalan desde hace años un libro de Cajal.
Más de 1.500 citas sobre todo tipo de asuntos se recogen en la obra de José Ramón Alonso. Muchas de ellas de materias que no han perdido actualidad, como el feminismo, la endogamia universitaria o el atraso científico de España en relación con el mundo. En este terreno, por cierto, el científico español no se limitó a quejarse, sino que realizó un trabajo inmenso de apoyo a la ciencia a través de la Junta de Ampliación de Estudios, que becó a miles de jóvenes para que estudiaran en Europa. Su labor operó una transformación tan decisiva que ni siquiera la guerra civil y el posterior franquismo la hicieron desaparecer.
Pero 'Citas con Cajal' reproduce también una destacada selección de sus dibujos científicos, que también son extraordinariamente valorados y que han llegado a compararse con los de Leonardo Da Vinci. En ellos logró conjugar el científico su doble vocación de investigador del cerebro humano y dibujante, la que fue su primera vocación, aunque sólo logró desarrollarla de esta manera.
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