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el Norte
Martes, 6 de junio 2017, 19:52
De la grandiosidad y contundencia de la piedra, a la ductilidad del óleo pasando por el reto del tórculo. Alberto García, escultor antes que pintor y grabador, expone ese viaje en las paredes de la galería Frida Gabo (calle Macías Picavea, 5). Allí cuelga trabajos que desde 2008 hasta hoy hablan del ensayo, del paso previo, del estudio, del juego de bocetos que señorean en la cabeza de quien ve en tres dimensiones y se entrena en dos.
Los vericuetos de la geometría ocupan buena parte de la serie que el artista denomina Collagraph. Esquinas redondas en cuadriculados quebrados, curvas que se escapan de estructuras poliédricas o estudios en tres colores de pequeño formato son coetáneas de óleos luminosos que preceden a una etapa más cercana centrada en el dibujo. Apuntes de desnudos se convierten en grabados de un Alberto García que se torna figurativo.
El dibujo conecta el campo que rodea su estudio con su obra y aparecen entre pinos y tamujo el cazador o el toro lanceado. Una última serie de óleos, a todo color, da cuenta de su inquietud ante la violencia creciente de una sociedad al albur de humanos menguantes.
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