![El escritor que emprendió su camino literario de la mano de Delibes](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/pre2017/multimedia/noticias/201705/23/media/cortadas/1202012249-kmuF-U30575882592A5F-490x578@Norte%20Castilla.jpg)
![El escritor que emprendió su camino literario de la mano de Delibes](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/pre2017/multimedia/noticias/201705/23/media/cortadas/1202012249-kmuF-U30575882592A5F-490x578@Norte%20Castilla.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Luis Miguel de Pablos
Martes, 23 de mayo 2017, 21:03
Empezó siendo un problema -especialmente de Castilla y León-, y con el paso del tiempo ha pasado a convertirse en argumento literario casi de primer orden y con mayor relevancia entre los escritores que en la administración. El papel, que todo lo aguanta, lo ha acogido de buen grado y ahora conocemos al menos un puñado de novelistas ligados a la despoblación. Sergio del Molino y su España vacía, Jesús Carrasco como autor de la Intemperie -traducida ya a veinte idiomas-, Paco Cerdá y sus Voces de la Laponia española,... y desde hace bien poco, concretamente una novela, se ha venido a sumar Luis Roso, que se asomó al ciclo Se habla literatura invitado por la Fundación Miguel Delibes para hablar de los «valores del mundo rural en la novela española actual».
Para ahondar en el término neorruralismo -descubierto por él en Wikipedia, según confesó-, y para agarrarse a él como tabla de salvación del lenguaje. Roso (Moraleja, Cáceres, 1988) fue abriéndose camino en su exposición como si lo hiciera con la palabra en una selva hasta alcanzar esa misma conclusión.
Los Cerdá, Carrasco, Del Molino,... incluso los que antes abrieron ese melón como Ignacio Aldecoa, Sánchez Ferlosio o, por supuesto, el mismo Miguel Delibes, tienen en común la forma en la que «embrujan» al lector a través del lenguaje para arrastrarle a un mundo cercano: el mundo rural.
«Yo mismo me leí El Camino de Delibes con 15 o 16 años y no me gustó. Lo volví a hacer hace dos años y no solo me gustó más sino que fui descubriendo términos que desconocía y me habían pasado por alto en mi primera lectura», explica el escritor extremeño, reconociendo que su bautismo como escritor lo debe a la obra de Delibes. «Luego han acabado muy pocos en la novela, pero ese lenguaje sí me sirvió para adentrarme en el pensamiento de la época y para hacerme un esquema mental», apunta.
Ese lenguaje único y exclusivo que muchos han obviado al localizar sus novelas en el mundo rural, y que ahora es nexo común para una generación de escritores. «Ambientar la novela en el mundo rural ya se ha hecho repetidamente a lo largo de la historia, lo que nos une a los nuevos autores es el lenguaje», señala Roso, que pecó de bisoño al decantarse por su faceta de profesor de Secundaria aparcando a un lado la de escritor y autor de Aguacero (Ediciones B, 2016). Es esta su primera novela negra, en la que se adentra en un pueblo de la España franquista, al que viene a llamar Las Angustias -con un pantano en construcción como guiño de la época-, y en la que sitúa la trama policiaca protagonizada por una pareja de investigadores -podríamos decir que hasta cervantina- que se enfrenta a una serie de crímenes. En este punto el libro ya entra en otras similitudes con autores como Vázquez Montalbán o Lorenzo Silva, al que rinde homenaje de alguna manera y a su saga detectivesca a través de los nombres de los guardias civiles asesinados: Víctor Chaparro Lorenzo y Ramón Belagua Silva.
No se centró tanto en su novela Luis Roso como en la despoblación y en los valores que transmite el mundo rural en la literatura actual, «el neorruralismo como respuesta a la crisis de valores que vive esta sociedad actual».
Un binomio, mundo rural-mundo urbano, tan manido y propenso a los tópicos que el propio Roso desgrana a partir de ejemplos como el de Cervantes en El Quijote, o más variopintos como los términos rescatados por Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla -y en algún caso, como viejóvenes, utilizado por Sergio del Molino en su ensayo de La España vacía-, o la estrofa de la canción de Estopa , «y si la cosa se tuerce, pues nos cogemos y nos vamos pal pueblo».
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.