Eduardo Mendoza, entre ‘Las barbas del profeta’ y la gloria del Cervantes
El escritor recogió el galardón en una ceremonia anticipada del 23 de abril y presentó horas después su última novela
Jesús Bombín
Sábado, 22 de abril 2017, 21:02
Presume Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) de llevar el sentido del humor y la ironía en su ADN, dos rasgos de los que ha dejado un nutrido rastro literario que vio refrendado el pasado jueves, con la recepción del Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras españolas, dotado con 125.000 euros. La ceremonia en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares tuvo lugar este año con tres días de adelanto al caer en domingo el 23 de abril, jornada en la que se celebra el Día Internacional del Libro en recuerdo de la fecha del fallecimiento de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Tras la recepción del premio, el homenajeado inauguraró la exposición Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios en la Universidad alcalaína y, por la tarde, presentó Las barbas del profeta, su última novela, basada en las historias de la Biblia en las que encontró en su niñez valiosas referencias literarias.
En esa misma jornada disertó con un grupo de universitarios en el salón de actos de la Universidad de Alcalá a propósito de Las barbas del profeta, y al día siguiente, según informa Efe, Mendoza entregñó su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, en la caja de seguridad 1484. Han sido varios días de protagonismo total para este autor de 16 novelas, licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, que trabajó en Nueva York como traductor de la ONU desde 1973 hasta 1982.
El Premio Cervantes fue creado en 1975 por el Ministerio de Cultura, el mismo año en el que Mendoza debutó con La verdad sobre el caso Savolta. El jurado del galardón justificó el año pasado en su acta que Mendoza era merecedor de esta distinción porque con la publicación de esta obra «inauguró una nueva etapa de la narrativa española en la que se devolvió al lector el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta, que ha mantenido a lo largo de su brillante carrera como novelista».
Con este galardón que en la pasada edición recayó en el mexicano Fernando del Paso coronó una trayectoria en la que se reconoce su «estela cervantina» y su «lengua literaria llena de sutilezas». Admite el escritor barcelonés que buena parte de su obra está planteada para hacer reír al lector y que antes de publicar La verdad sobre el caso Savolta lo intentó con varios textos que «afortunadamente» fueron rechazados por la editoriales y terminó quemándolos. Con la publicación de esta obra, que la censura calificó como «un novelón estúpido y confuso», abrió una brecha literaria de la que manaría cuatro años después La cripta embrujada, donde deja traslucir la sátira, la parodia y el sentido del humor que marcaría buena parte de su producción narrativa posterior a partir de un detective sin nombre como protagonista. El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de señoras y El enredo de la bolsa y la vida darían continuidad a esta saga de tinte hilarante y surrealista.
Considerado como un clásico de nuestro tiempo, se ha erigido también Mendoza en un cronista de la Barcelona de principios del siglo XX y de la contemporánea, describiendo con mirada cáustica las mutaciones urbanísticas y sociales experimentadas en la ciudad. «No sé si tenemos los gobernantes que merecemos, pero sí tenemos los delincuentes que merecemos», proclamó en una entrevista en la que fue preguntado por la Ciudad Condal que describe en su novela El secreto de la modelo extraviada y por los persistentes episodios de corrupción en la política española.
Admirador de Baroja y de Dickens, residente en el barrio londinense de Chelsea y poseedor de una vena esperpéntica que induce a la carcajada, elude proclamarse portador «de ninguna bandera». Y cuando le preguntan sobre los nacionalismos y el brexit responde que lo que más le molesta es «que baje el listón de la inteligencia de las personas».
Algunas de sus obras como La ciudad de los prodigios, La verdad sobre el caso Savolta y El año del diluvio han sido llevadas al cine, y en 2015 fue distinguido con el Premio Kafka por una trayectoria literaria en la que mañana pondrá otra muesca con Las barbas del profeta. «No exagero al afirmar que la Historia Sagrada que estudié en el colegio fue la primera fuente de verdadera literatura a la que me vi expuesto», ha dicho Edudardo Mendoza a propósito de su última novela, en la que recala en pasajes de la Biblia como la expulsión de Adán y Eva del paraíso o el sacrificio e Isaac, episodios que removieron en la niñez la pasión por la ficción de un autor que presume, «aunque no lo parezca», de frecuentar lecturas filosóficas con Hegel y Kant como favoritos.
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