Victoria M. Niño
Martes, 10 de enero 2017, 17:05
Le llamaba Antoñito, el del lunar.Antonio Canales, con Aida Gómez y Mayte Bajo, eran unos de esos aprendices a los que su maestra invitaba a merendar en su casa, cerca de Cuatro Caminos. «Mariemma, con Antonio y Pilar López, fueron los más importantes para al danza española», dice Antonio Canales. «Su legado es maravilloso, marca un estilo propio en la danza estilizada. Nos enseñó cómo poner las manos, tocar las castañuelas, todo tenía su técnica. Ella fue definitiva en el Ballet Nacional», recuerda Canales que vendrá a Valladolid a bailar en honor de su maestra.
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Canales se centró en el flamenco, dentro de las cuatro especialidades de la danza española. «Mariemma era una recopiladora de arte puro y se lo entregó a la compañía. Por cierto este año reponen Danza y tronío , su coreografía, pero no sé como lo harán. No hay nadie de los que aprendimos con ella, y es muy difícil copiar de un vídeo. Lo importante son los detalles, los brazos, la altura del pie, no se puede bailar como si fuera un ballet ruso. El estilo de Mariemma, su coquetería, solo se puede transmitir a través de su escuela. Si no, se hará pero será una coreografía sin alma. El Ballet Nacional de España está resfriado», dice quien hizo seis coreografías para la compañía apoyada por el ministerio.
«Creo que no tiene el peso que debiera, me refiero al Ballet Nacional de España, no a la Compañía Nacional que dirige José Antonio Martínez, que es un hombre sabio, con experiencia. El Ballet Español, que dirige ahora Antonio Najarro, no tiene identidad, sin alma, ha perdido valor, no tiene luz ni guía», lamenta Canales. Acostumbrado a pelear desde su compañía, de capital privado, acusa la crisis, el IVA cultural. «Ojalá salgamos pronto de esta soledad, lo tenemos difícil porque los ayuntamientos han recortado galas y la gente no gasta en los teatros. En mi caso no me puedo quejar, salimos mucho fuera y llevamos tres años con 80 galas, que es muchísimo. Vivimos momentos de pan y agua, pero el hambre tiene cara de hereje y el arte no se puede matar ni apresar, es un pájaro libre. Así que comenzamos el año con la esperanza de que la danza deje de ser la cenicienta de la cultura».
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