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Una visión cenital de la sala Juan de Herrera, donde se muestra parte de

Las cuitas laborales y judiciales de Cervantes

Fue soldado, espía y recaudador. Su madre peleó para liberarle junto con su hermano en Argel. Vivió entre las armas y las letras, sin lograr el 'oficio' deseado. Los pocos documentos de la biografía del escritor duermen en el Archivo de Simancas, que los expone desde este martes

Victoria M. Niño

Martes, 11 de octubre 2016, 17:34

Tan conocida su literatura como desconocida su vida, el Miguel de Cervantes que repiquetea en la memoria de sus lectores es ficción en un alto porcentaje. No hay más retratos que los devenidos de su autodescripción, ni cartas, ni memorias, ni huella personal salvo la que dejó en sus obras. Los únicos pocos objetivos son los que reflejan su vida laboral, 30 años al servicio de la monarquía, y los pleitos judiciales en los que se vio envuelto. La mayor parte de esta documentación está custodiada en el Archivo General de Simancas. Desde el siglo XIX, es la fuente de la que han bebido los cervantistas. Desde este martes muestra al público en Este que veis aquí... Cervantes en Simancas y en los Archivos Estatales 70 manuscritos en los que hay 10 autógrafos del escritor español más universal.

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Articulada en tres espacios, la exposición dedica los dos primeros a su quehacer profesional y un tercero a la publicación de El Quijote y la construcción de mito nacional. La sala Juan de Herrera acogerá entre su cálida madera forrada de libros la historia del Cervantes soldado, incipiente hombre renacentista que ansía recorrer el puente De las letras a las armas y viceversa. Pero antes, breve esbozo de su linaje. Su abuelo Juan de Cervantes fue teniente corregidor de Cuenca y solo en 1524 recibió una veintena de demandas por abuso de poder, que están guardas en Simancas. Hijo del cirujano Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas, Miguel es el tercero de cinco hijos, bautizado tal día como hoy de 1547 en Alcalá de Henares. La familia viajó a Valladolid para mejorar pero el padre acaba en la cárcel al no poder devolver un préstamo. Salió de prisión al demostrar la abuela que era hidalgo, lo que le eximía de la pena de encarcelamiento. Ese pleito estará expuesto.

De regreso a Madrid, Miguel recibe una amplia formación humanística de la mano del erasmista Juan López de Hoyos. La huida a Roma por herir al alarife real Antonio de Segura no ha logrado probarse y actualmente se especula con la circunstancia de que había otros Miguel de Cervantes (con y sin de). Las letras le llevan a Roma donde acaba encontrándose con las armas. Se unirá a las fuerzas de Venecia y España contra el Turco en la batalla de Lepanto, en 1571.

Leonor, una madre coraje

El equipo de Simancas destaca la condición de gran cronista de Cervantes con texto en el que describe cómo «me hallé en aquella felicísima jornada», incluido en El Quijote. Juan de Austria, general de las tropas españolas, pide en una carta a Felipe II ayudas para los soldados heridos y en esa lista aparece el escritor. Miguel y su hermano Rodrigo surcan el Mediterráneo en la galera Sol, asaltada en 1575 por naves turcas. Ahí comienza su cautiverio en Argel donde pasará cinco años, mientras su hermano permanecerá preso dos años menos.

La imagen romántica del escritor encarcelado es muy posterior a la dura experiencia que vive Leonor de Cortinas, quien demuestra su condición de madre coraje. Frente a la pasividad paterna, ella eleva cartas y peticiones de préstamos para promover la liberación de sus hijos. Hasta se hace pasar por viuda en un escrito con el fin de conmover al Consejo de Cruzada. «Hay hasta tres memoriales consecutivos en el plazo de doce días de esta madre incansable y su fiel fiador», señalan en la exposición. «Da medida del viacrucis burocrático al que estuvo sometida para justificar los rescates». En el Libro de Redención de Cautivos, Miguel de Cervantes aparece el 19 de septiembre de 1579. En ese tiempo el soldado se ha convertido en un «hombre de frontera», alguien capaz de entender las dos culturas, religiones y costumbres, las de España y las del norte de África, lo que acaba reflejándose en su obra literaria.

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Tras este primer servicio a la corona, Cervantes acude a Tomar (Portugal), donde está entonces la corte de Felipe II. Ha acumulado suficientes méritos como para solicitar oficios en la Península o en las Indias. Sin embargo le piden su concurrencia para «ciertas cosas de nuestro servicio», que no era otro cometido que su dedicación a labores de información y espionaje en Orán.

La exposición explica esta otra etapa de su servicio en la Sala de la Capilla bajo el título de Nuevas ilusiones frustradas. Recorre toda la muestra un montaje sinuoso de cartón, metonimia de la gorguera y la quebrada línea que dibujan los deseos de Cervantes y sus encomiendas reales, ensombrecidos por pleitos y enemigos. Como reconoce la directora del Archivo, Julia Rodríguez de Diego, «no es privativo de él, todos los que se dedicaron a esas tareas sufrieron procesos parecidos». Y es que después de espiar en aquel territorio que conocía, sus ilusiones se vuelven a truncar. No encuentra un oficio a la altura de su prestigio y lo único que le ofrecen es ser comisario, requisador de trigo y aceite en tres comisiones por Andalucía. Como servidor público, debía de tener fiadores y avales y someterse a la fiscalización de los contadores de cuentas. Ese trabajo le pone en contacto con todos los estamentos sociales, trata con villanos y con la plebe, a todos tiene que pedir y todos protestan por ese deber con la corona.

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En cada una de las comisiones tendrá problemas con la ley, aunque ninguna acusación pudo ser probada, ninguna calumnia fundada. «Estas difamaciones nos han dejado dos extraordinarios autógrafos de Cervantes donde con decisión y rotundidad sale en defensa de su subordinado y con dolor y rabia contenida deja a salvo la honorabilidad y dignidad de su superior», reza la información. Yeso a pesar de que en Sevilla vuelve a ser prisionero entre septiembre de 1597 y abril de 1598 por acusaciones infundadas de un enemigo añejo ya.

La mecha del mito

El periplo andaluz dejará un catálogo de cientos de personajes en la obra del escritor. A esta faceta dedica la exposición su última parte. Las licencias de publicaciones, traducciones y reimpresiones durante los siglos XVIIy XVIII dan idea de cómo viajó y fue recibida su obra en Europa y América. El expediente de solicitud de licencia de impresión para El ingenioso hidalgo de la Mancha se cursa el 11 de septiembre de 1604 en Valladolid. Un año después se exportan a América 400 ejemplares. En 1605 hay una primera reimpresión y al menos dos ediciones piratas. Para 1620 ya se cuentan seis reediciones. En el XVII El Quijote es considerado «un pasatiempo» y empieza a ser considerado seriamente un siglo después.

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Cervantes buscó un oficio que no encontró, soportó reveses constantes, vivió aprietos económicos (hasta un año de retraso en la percepción del sueldo) y, a pesar de todo, de su pluma nacieron gitanillas audaces, licenciados locos, pastores enamorados y dos arquetipos nacionales. Simancas habla de ese hombre bienhumorado que no conoció el resentimiento.

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