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cristina martín
Lunes, 18 de julio 2016, 18:27
La dramaturga Ana Zamora vive estos días con un ritmo frenético, tras el estreno en Almada (Portugal), hace apenas unos días, de Tragicomedia de Nao damores, un espectáculo bilingüe, en castellano y portugués, con el que la compañía que dirige, Nao damores, celebra sus 15 años. «En todo este tiempo hemos conseguido crear nuestros sueños al margen de lo comercial», asegura la directora segoviana, Premio Ojo Crítico de Teatro 2008 y finalista a los Premios Max 2009 y 2010. Se muestra orgullosa de que, junto a su equipo, hayan podido cubrir «un espacio aún sin abarcar en el ámbito cultural español», como es el teatro prebarroco, no tan frecuente en los escenarios, del que son especialistas tras años de trabajo e investigación.
«Ya llegarán tiempos de descanso», comenta la directora, entre Segovia, Madrid y Portugal, mientras ultima los detalles de su Triunfo de amor, que se presenta esta noche en Olmedo Clásico, festival al que no suele faltar. En esta ocasión, Zamora dirige un espectáculo que persigue la combinación perfecta de los textos dramáticos y la música del salmantino Juan de la Enzina, quizá el compositor más conocido del Renacimiento español, autor que rompió los moldes del teatro cortesano. El montaje, parte del ideario de su poema homónimo de juventud y de grandes églogas, que permiten disfrutar de la fonética del siglo XVI, acompañada de elementos contemporáneos, con el objetivo de «conectar con un espectador actual», que asiste en esta obra a un verdadero exotismo sonoro.
¿De qué forma se acerca al espectador actual un texto tan marcadamente lírico?
Con mucha libertad. Es un montaje que huele a Medievo y a Renacimiento, pero teñido de elementos contemporáneos, sin olvidar nunca ese gran tema del Renacimiento como es el poder del amor, y sobre todo articulado por Juan del Enzina, considerado el patriarca del teatro español. Desde el principio buscábamos aproximarnos al espectador actual y por ello en esta obra no tratamos de recuperar la época, sino que trabajamos con elementos modernos, como puede ser la tela vaquera del vestuario de los actores. El espectador y el ejecutante se mezclan. Hemos creado un montaje para dejarse llevar. Es, quizá, nuestro espectáculo más gamberro, más festivo. Abordamos la comedia de una manera seria, buscando nuevos lenguajes.
Y con la compañía de un órgano en escena...
Así es. Uno no puede entender el teatro renacentista sin el elemento musical, y fundamental también para comprender la narrativa de los autores del Renacimiento. La directora musical, Alicia Lázaro, realiza un fantástico trabajo en esta obra y los actores-músicos se integraron desde el primer día para que todo fluyera. El público recibe un espectáculo sensitivo, que entusiasma. Es un auténtico exotismo sonoro que fascina al público, y así lo hemos visto desde el estreno de la obra el pasado año.
Son ya 15 años de trayectioria, que celebráis con la puesta en escena de Tragicomedia de Nao damores, junto a una compañía portuguesa
Era una ocasión estupenda para cerrar un ciclo redondo de experiencias en lenguajes adquiridos todos estos años, en los que me he dejado el alma. Sabíamos que Tragicomedia de Nao damores iba a ser un proceso complicado, con un texto la mitad en portugués, y también el hecho de adaptarnos a una coproducción como esta con la Companhia de Teatro de Almada, pero ha sido estupenda la influencia de nuevos aires de Portugal. En estos 15 años hemos conseguido crear un espacio donde nos hemos movido muy a gusto, y hemos conseguido crear nuestros sueños al margen de lo comercial. Hemos cubierto un espacio en el ámbito cultural español que no se abarcaba por completo y hemos consolidado una estructura en la que podemos trabajar donde queremos y como queremos. Nos apoyamos en la confianza de la experiencia en un repertorio prebarroco bien estudiado, que nos apasiona, y al mismo tiempo un teatro que está injustamente olvidado sobre las tablas. Son ya muchos años de búsqueda, de un trabajo diario con el verso y pensando cómo transmitirlo al público de la mejor manera. Los textos de los siglos XV y XVI te obligan muchas veces a partir totalmente de cero y probar. Tenemos mucho trabajo de prueba-error para lograr lo que verdaderamente queremos contar.
¿El teatro clásico es todavía una asignatura pendiente en España?
No lo creo. Es cierto que aún falta mucho por hacer, pero el espectador español ya está cada vez más acostumbrado a escuchar teatro clásico. Desde las compañías no tenemos que ir contra los textos, sino que debemos confiar en que el espectador no tiene un pelo de tonto y va a comprender lo que le transmitimos. Sí que es cierto que estos dos meses en Portugal, me han permitido darme cuenta de que allí el público no está tan acostumbrado a su escuchar su propio verso del siglo XVI. Sin embargo, en España el teatro clásico está más cuajado, y al espectador no le suena a chino, ya está acostumbrado a textos como los de Lope de Vega. Los primeros minutos le puede costar un poco, pero enseguida se integra en la obra. Y esto se ha conseguido gracias a la reivindicación y al esfuerzo de mucha gente. Estamos empezando a recoger los frutos de un trabajo bien hecho, y el teatro clásico ya no suena como algo arcaico y lejano.
'Club de fans'
Un trabajo por hacer también en jornadas como las de Olmedo Clásico. De nuevo participará en estos diálogos abiertos.
Sí, este martes participaré en las jornadas, que son un espacio perfecto para compartir nuestras propuestas. Sobre todo porque somos una compañía poco habitual y sirve de ayuda poder completar la representación de la obra con las reflexiones del público. Permite dar otra dimensión al montaje con este punto de encuentro. Hace mucha falta conocer la perspectiva de los estudiantes de teatro clásico y también ampliar el club de fans, por supuesto. Nos permiten abrir la mente y asistir a la representación con otros ojos, y eso ofrece unas posibilidades teatrales fascinantes.
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