Javier Aguiar
Miércoles, 29 de junio 2016, 17:15
Mantener la calidad de la enseñanza, internacionalizar los estudios y aumentar el número de alumnos. Esos son los tres principales objetivos que se marca para el futuro más inmediato la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León (EPDCyL) al cumplir los diez años desde su creación y una vez que se ha conseguido consolidar la institución. Así lo afirma Fernando Martín Lorenzo, jefe de área de Enseñanzas Artísticas de la Fundación Universidades y Enseñanzas Superiores de Castilla y León, organismo de la Junta del que depende el centro. Como no podía ser de otra forma Martín hace un balance «positivo» de esta primera década cuyo origen sitúa en la aprobación, en 2004, del acuerdo marco por el que se regulaban las llamadas Enseñanzas Especiales.
Publicidad
«No nos paramos aquí», proclama este responsable que pretende aprovechar el prestigio adquirido por el centro en estos años para lanzarlo hacia el futuro. Con 500 alumnos (230 en Burgos y 270 en Valladolid) y una plantilla de 47 profesores, «de importantes trayectorias profesionales», Martín considera que la Escuela se ha consolidado después de asumir y superar los recortes impuestos en los años de la crisis. Incluso ya se plantea recuperar la situación existente antes de entregarse a la tarea de reducir gastos a la que la Junta obligó a todos sus centros de enseñanza. Por poner un ejemplo, el pasado curso hubo siete profesores menos que en el de 2010/2011, pese a contar con 125 alumnos más.
Las dos sedes de la Escuela, ubicadas en el Conservatorio Profesional de Música Rafael Frühbeck de Burgos, en la capital burgalesa (donde se imparten las especialidades de Danza Clásica y Danza Contemporánea), y en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid (Danza Clásica y Danza Española), reúnen, según sus responsables, las dotaciones en instalaciones y medios cuenta con un presupuesto cercano a los 2,5 millones de euros necesarias para afrontar con éxito sus planes para los próximos años. En concreto, aumentar hasta 680 el número de estudiantes e incidir en el programa de profesores especializados que ha sido acogido con entusiasmo por docentes y alumnos, así como profundizar en los intercambios con otros centros europeos a través de los Erasmus Plus y otros acuerdos de colaboración, que ya se han puesto en marcha. Vías, todas ellas, propuestas para alcanzar los objetivos inicialmente planteados.
«Bailarines con cultura»
A pesar del citado prestigio, cuya demostración Martín cree confirmada con el 10% de alumnos que llegan de otras comunidades autónomas, fundamentalmente del norte de España, el centro quiere insistir en el trabajo de base para garantizar el alumnado en los dos niveles de enseñanza, los cuatro cursos de la elemental y los seis de la profesional. De este modo se pretenden evitar situaciones como la del recién terminado año escolar, en el que en el último año de Danza Clásica no ha habido estudiantes.
Entre esos planes se encuentra la idea, aún en estudio, de crear un taller permanente coreográfico, una suerte de joven compañía regional de danza que dé a los alumnos la oportunidad de actuar ante el público y bailar piezas completas.
Publicidad
Con ocho años los niños llegan a la Escuela casi en su totalidad por deseo de sus padres. «No saben a lo que vienen ni lo que se van a encontrar», explica Noemí García, jefa del Departamento de Enseñanzas Elementales de la EPDCyL. Por ello, en primero la práctica totalidad del trabajo es lúdico y está encaminado a aficionar a los pequeños y captarlos para la causa. «Que se enamoren de la danza», resume García, que explica cómo según van avanzando los niveles de enseñanza aumentan las horas lectivas, la exigencia y la disciplina hasta que salgan preparados para incorporarse al mundo profesional.
Desde la Escuela se les anima a continuar con los estudios y dar el salto a la universidad, porque «aunque intentamos que mantengan la ilusión por bailar sobre un escenario, queremos que tengan una formación completa y compatible con otras salidas, como la enseñanza», añade esta responsable del centro, que sintetiza la idea en una frase: «Queremos bailarines con cultura».
Publicidad
Maddi Ruiz de Loizaga, donostiarra que acaba de terminar Contemporánea, y su compañera cántabra Beatriz Gijón, que ha hecho Clásica en Burgos, se muestran encantadas con la formación recibida y destacan como punto fuerte los profesores invitados. Ambas quieren ser bailarinas pero la de Laredo lo explica con mayor vehemencia: «Quiero dedicarme profesionalmente a la danza cueste lo que cueste y tarde lo que tarde». De momento ya ha conseguido una estancia de una semana en Berlín para trabajar con Nacho Duato y Daniela Castro y otra de 15 días en Biarritz con el director del Malandain Ballet Biarritz, Thierry Malandain.
Audiciones, contactos con las compañías, clases y «ser muy pesado» son las claves para alcanzar esa meta, en la que la Escuela y sus profesores tratarán de ayudarles. Si lo consiguen no serán las únicas, los ballets de Amberes, Mónaco, Stutgart o Berlín ya cuentan con algún bailarín salido de la EPDCyL. «En ellos apostilla su director, Juan Carlos Santamaría está presente la ilusión y la emoción por los retos logrados, pero, sobre todo, ese duro y atractivo trabajo que es formar un bailarín profesional».
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.