María Heredia (Eva) y Sergio Ramos (Alan) en la escena del despertar sexual de atribulado protagonista.

De hombres y de caballos

Cinco artistas vinculados a la Escuela de Arte Dramático de Castilla y León participan en el regreso de ‘Equus’ a la cartelera madrileña, cuarenta años después de su estreno

Javier Aguiar

Domingo, 24 de enero 2016, 18:30

Es probable que el público del teatro aplaudiría con más vehemencia si conociera la gestación y el trabajo previo al estreno de una obra. Si antes de sentarse en la correspondiente butaca de una sala oscura hubiera tenido la ocasión de presenciar el alumbramiento de la idea, la elaboración del guion, la búsqueda de financiación, la creación de la escenografía, la música o el vestuario, la selección de los actores, la preparación de estos y los ensayos, seguramente prorrumpiría en una estruendosa ovación momentos antes de que se alzara el telón. Antes de conocer el resultado.

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Pero en estos tiempos sombríos también para esta profesión, en los que tan difícil resulta sacar adelante cualquier propuesta, conseguir poner en escena un título grande, con ocho actores sobre el escenario, y destacar en una cartelera madrileña deslumbrada por las grandes producciones resulta una aventura digna de admiración, solo al alcance de un grupo de profesionales movidos por el entusiasmo y el amor a su trabajo por encima de cualquier otra consideración.

Equus, escrita por Peter Shaffer en 1973, se estrenó en España dos años después en el Teatro de la Comedia de Madrid, con Franco todavía vivo, aunque por poco. Fue la sensación de la temporada. La presencia sobre las tablas de un impresionante corcel blanco y del primer desnudo integral que se veía en un escenario español, protagonizado por Juan Ribó, ejercieron de imanes para un público cuya asistencia convirtió luego el montaje en un acontecimiento cultural.

Director y víctima

Si entonces lo hizo el desaparecido Manuel Collado, ahora es el director Carlos Martínez Abarca, ayudante de dirección de Blanca Portillo en Don Juan Tenorio y una de las víctimas de los recortes en la Escuela de Arte Dramático de Castilla y León (ESADCyL) en 2013, quien se ha puesto al frente de esta función en la que la actriz segoviana y profesora de Voz en ese centro Elia Muñoz desempeña uno de los papeles protagonistas, el de la juez Hesther.

Además, otros tres jóvenes intérpretes salidos de las últimas hornadas de la ESADCyL forman parte de un reparto que ha apostado por la savia nueva. Se trata de Sergio Ramos, María Heredia, ambos egresados de la escuela vallisoletana hace dos años, y Roberto González, que lo hizo el curso anterior. Los tres decidieron instalarse en Madrid nada más finalizar su formación en busca de una oportunidad y los tres la han encontrado con este proyecto gracias al empeño de Martínez Abarca y de Juanma Gómez, que hace las veces de productor y protagonista en esta función casi familiar, en la que la escasez de medios se ha superado con un esfuerzo extra de entusiasmo y profesionalidad.

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Para el director este texto «tiene muchas cosas que decir y queremos contárselas al mundo de hoy, porque no es solo que sea actual, es que incluso se han multiplicado los significados que tenía cuando se escribió». Martínez Abarca, también actor, considera que Shaffer pone al descubierto y desafía «nuestra parte más oscura y violenta, la que tenemos que dejar fuera en nuestra vida social pero que, al final, es la que nos explica como individuos». Además, añade con ironía de vendedor, «tiene sexo, violencia, humor y coreografías».

Juanma Gómez confiesa que llevaba esta función «enganchada en el alma» desde que supo de ella y que ha estado «obsesionado» hasta que creyó llegado el momento de ponerla en escena. «Cuestiona todo lo que consideramos normal, el canon, en cualquier aspecto de la vida», destaca, y califica el proyecto que ayer alcanzo el cénit de «grande y ambicioso».

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Elia Muñoz, una de las más fieles usuarias del AVE entre Madrid y Valladolid, es ya una actriz veterana a pesar de su juventud. Habitual de la sala Arte&Desmayo allí protagonizó su última obra, 405 es una entusiasta de su trabajo y una defensora incansable de los jóvenes intérpretes, en muchos casos, sus alumnos. De la profesión, dice, «está cambiando todo, estamos resurgiendo de nuestras cenizas como el Ave Fénix».

«Es un teatro muy directo y tiene un espacio sonoro y escénico muy teatral, pero también resulta muy poética», resalta de esta función que se preestrenó el pasado viernes y que se va a mantener en cartel hasta mediados de junio con cuatro representaciones semanales (de jueves a sábado a las 20:30 horas y el domingo a las 20:00).

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Sus tres jóvenes compañeros de reparto están aun más exultantes y, sobre todo, agradecidos. Salvo algunos bolos o «papelillos», trabajar de camarero o dependiente o regresar al hogar paterno eran hasta ahora sus alternativas. «Es un viaje tremendo y apasionante en todos los sentidos, siento que es por esto por lo que he estado estudiando cuatro años», explica Sergio Ramos.

«Es una maravilla y un lujazo poder estar seis meses, estamos encantados», resume Roberto González, que ha tenido que meterse en la piel de un équido y también en su mente: «Aunque parezca raro, todos los caballos tenemos nuestra propia psicología», señala desde su nueva personalidad, a la que ha dado el perfil humano de un chamán.

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María Heredia se muestra feliz con su papel de caballo: «Es un regalo, me encanta el trabajo físico, es duro pero muy especial y se ha creado un vínculo muy singular», proclama. Sobre la famosa escena del desnudo asegura, al igual que su partenaire, que solo supuso un problema hasta el primer ensayo y luego surgió con naturalidad pese a la tensión y a cierta violencia que entraña.

Todos ellos destacan la gran experiencia que supuso el curso que realizaron para interiorizar los movimientos de los caballos y también el aprendizaje durante la producción. Los tres consideran el de Equus su primer gran papel y confían en que sirva de espaldarazo para sus incipientes carreras. Sin embargo, no se hacen grandes ilusiones y mantienen los pies en el suelo. «Hay que ser muy prudente, porque este mundo es muy fluctuante», coinciden.

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