La actriz vallisoletana Lola Herrera.

Lola Herrera: «Tengo ganas de hacer cosas»

La actriz vallisoletana celebra hoy su ochenta cumpleaños rodando una serie para televisión

Javier Aguiar

Martes, 30 de junio 2015, 21:00

Hoy es la reina Isabel I de Inglaterra. Lola Herrera, una de las grandes damas del teatro español, celebra su 80 cumpleaños trabajando. Rueda para Globomedia La española inglesa, una serie basada en la homónima obra de Cervantes. Vive este momento encantada de poder seguir trabajando y de gozar de salud y ánimo para ello. «Tengo salud y energía, mis padres me dieron unos genes estupendos y disfruto de un momento saludable, así que estoy de enhorabuena, tengo mucha suerte», asegura esta vallisoletana criada en el barrio de las Delicias.

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Lola confiesa vivir su ingreso en el club de los octogenarios «con naturalidad y sin ninguna preocupación. El tiempo pasa para todos, un año viene detrás de otro y este es solo otro más, no es especial por ser una cifra redonda». Además no se siente «traumatizada» por no poder celebrarlo de una forma singular porque «estoy acostumbrada, en mi casa nunca hemos sido de grandes celebraciones», entre otras cosas porque era difícil coincidir todos juntos con tanto actor en la familia, «así que lo hacíamos cuando se podía».

Laboralmente la actriz vive un momento dulce. Está feliz con su papel de reina de Inglaterra -«me gustan mucho tanto la historia como el personaje», explica- pero es que además los proyectos se le acumulan. Continúa con la gira de En el estanque dorado, que la trajo hace año y medio por su amado Teatro Calderón de Valladolid -en el que una placa la mantiene en permanente recuerdo- y en la que comparte protagonismo con Héctor Alterio. Además, a finales de agosto iniciará una serie de colaboraciones con la serie Amar es para siempre que la permitirán no despegarse del público de la pequeña pantalla (Antena 3) al menos hasta finales de año.

Muchas razones para que se sienta más que satisfecha una persona que se declara enamorada de su profesión. «El trabajo es una parte muy importante de mi vida, me oxigena, me hace más libre, me proporciona equilibrio y me enseña cosas nuevas todos los días», proclama. Así que preguntarla por la retirada es totalmente innecesario: «¿Por qué hay que retirarse? Ya se encargará la vida», concluye esta artista irremediablemente unida a Cinco horas con Mario, la obra de Miguel Delibes que protagonizó durante 25 años, y a quien los 80 años no la restan vitalidad: «Tengo ganas de moverme y de hacer cosas», anuncia contenta y segura de sí misma.

«¿Qué queda de aquella niña que nació en el barrio de las Delicias de Valladolid en 1935?», le preguntaba hace justo un año un periodista de La Vanguardia y ella, toda resuelta, respondía sin pestañear: «Pues le voy a sorprender porque, de eso, ¡me queda todo! Mucho más que de lo que vino luego. La niña la conservo, la niña está, yo diría que intacta. Todas las emociones de lo que no entendía, la posguerra... mucho dolor pero también amor, el calorcillo de casa, todo eso se guarda dentro».

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Arrepentida de nada

Hay otra pregunta que los informadores repetimos con obstinada insistencia a las personas de larga trayectoria o que han alcanzado esa otra mayoría de edad: «¿Se arrepiente de alguna cosa de su vida?». Es otra de las cuestiones que no hacen dudar a Lola Herrera: «No, yo soy de las que andan convencidas de que todo es por algo. Si tienes la habilidad -eso no se aprende, eso te es dado- de creer que los reveses sirven para algo. A mi me ha ocurrido. Incluso de las cosas más horribles puedes sacar algo que, cuando llegues a mi edad, te permitirá estar en paz», contestó en aquella ocasión.

Ese aparente sentimiento trágico de la vida no le resta a Lola Herrera sentido de humor, a veces negro, cuando le toca bromear con el lado peligroso de la edad. Con motivo de compartir escena por primera vez con el actor argentino Héctor Alterio la actriz decía a El Norte: «Le he admirado siempre. Ha sido un placer infinito y, como somos muy mayores, si nos descuidamos ya no coincidimos».

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En términos semejantes se refería a su paisana y amiga Concha Velasco, con la que solo ha trabajado en la televisiva Las chicas de oro y con la que compartió el año pasado el premio Castilla y León de las Artes. «En esta profesión nunca se sabe, hay gente con la que trabajas a menudo y otras personas con las que te quedas con las ganas. Me hubiera encantado trabajar con Amparo Rivelles y con otras muchas actrices y actores que se han ido», decía entonces. De su origen vallisoletano ha hecho siempre gala y precisamente por ello la hizo especial ilusión ese premio. «Es una cosa muy agradable. Todo lo que viene de la tierra, especialmente de Valladolid, me llena de alegría. Eso de que nadie es profeta en su tierra en mi caso no es así, pues siempre me han llenado de atenciones y agasajos», exclamó agradecida y teniendo presente que no todos reciben los laureles en disposición de celebrarlos. «A muchas personas les llegan los reconocimientos cuando están muertas y no los pueden disfrutar», recordaba.

La actriz, íntimamente unida al personaje de Carmen Sotillo, Menchu, (la protagonista de Cinco horas con Mario) confiesa sin embargo que jamás ambicionó ese ni ningún otro papel. «Hay tanto que hacer en este camino que nunca me he propuesto hacer un personaje, ir detrás de él; he ido haciendo las cosas según venían, por circunstancias especiales. Y si hago un repaso, recuerdo obras que me gustaban más y otras menos, pero siempre teniendo claro que en esta profesión está todo por hacer».

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Su profesión y su trabajo, dos de las grandes pasiones de su vida, a las que siempre se refiere cuando alguien quiere escucharla. «Antes de elegir esta profesión estaba un poco despistada, había una serie de sentimientos dentro de mí que me llevaron a descubrir que en el escenario me sucedían cosas que no ocurrían en otro lugar. Y ese fue el comienzo de una pasión inagotable. Pasar por muchas vidas es muy atractivo, uno de los encantos de esta profesión, que no siempre se entiende desde fuera porque tiene sus lados duros y terribles», afirmó al periódico de su ciudad hace poco más de un año.

Lola Herrera creció en el barrio de Las Delicias y no olvida el colegio de las Hermanas de la Cruz donde hizo sus primeros ensayos en el mundo del teatro, ni los concursos radiofónicos en los que probó «otras cosas» antes de zambullirse de lleno en las candilejas.

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Hace dos años decidió hacer balance de su vida y dejarlo escrito en un libro. En septiembre de 2013 salía a la calle Me quedo con lo mejor, significativo título de las memorias de la artista.

«Nunca me gustó mi nombre. Todo el mundo me llama Lola, pero me hubiera gustado llamarme Marta», se sincera en las primeras páginas de un texto en el que por primera vez da detalles, y muchos, de su infancia en Valladolid, sus primeros contactos con la interpretación y de otros muchos aspectos de su vida. «Todavía no tengo claro por qué acepté la proposición de escribir algo sobre mi trayectoria vital. Quizás ha sido la necesidad de echar un vistazo al camino», confesaba en medio de la gira promocional del libro, que compaginaba, con 78 años entonces, con el estreno y el inicio de la temporada de En el estanque dorado.

«Para mí Valladolid es mi barrio. El recuerdo de lo vivido en mi barrio está por encima de todo lo demás. Todo lo que fue solo existe en mi mente. Lo puedo ver y pasearme por él, oír las voces de todos sus habitantes y notar el olor fresco que dejaban los carros de alfalfa al pasar...». Así lo recuerda Lola Herrera, que vuelve a su ciudad siempre que tiene ocasión, ya sea una función, un homenaje o un acto cultural. Así fue en dos ocasiones en noviembre de 2010, para interpretar ¡Maestro! Oda a Miguel Delibes y para participar en las jornadas sobre la mujer organizadas por El Norte.

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«Nuestra casa estaba en el número 8 de la calle Arca Real y, en el número 4, la vaquería del señor Pepe. Toda la calle olía a estiércol, un olor que me encantaba», escribe. «El colegio de las monjas -las hermanas de la Cruz- estaba en la acera de enfrente de mi casa. La clase que más me gustaba era la de costura, pero más que la clase de costura, me gustaba estar en el coo. Tal vez la música fue el embrión de algo que tenía que ver con la interpretación y que acabó saliendo», asegura la actriz. «Ordenar el almacén de mis recuerdos ha sido muy saludable y sorprendente. Recordar algunos momentos todavía duele, otros me emocionan, pero el conjunto me produce una sensación muy hermosa que no sé definir», explica Lola Herrera en las páginas de esta autobiografía escrita de su puño y letra.

En Me quedo con lo mejor, la actriz habla en primera persona de su último invierno antes de salir de Valladolid, cuando conoció a Chicho Ibáñez Serrador. «Yo pensé que me iba a besar, como en las películas», dice.

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Pero no la besó. Su «amor» se limitó a unas «cartas larguísimas y maravillosas en las que me decía todo lo que yo le gustaba». Lola cuenta qué pensó de Daniel Dicenta el día que le conoció: «Qué lejos estaba de imaginar que aquel flacucho descarado sería el padre de mis hijos pasado el tiempo...»; y rememora su primer encuentro con su paisano Miguel Delibes para hablar de Menchu, su personaje en Cinco horas con Mario. «El día que fuimos a verle -recuerda- él mismo nos hizo unos huevos fritos para comer». Lola habla también de su otro gran amor, un conocido actor al que no quiere poner nombre. «Supongo que la necesidad de sentirme querida me llevó a equivocarme siempre en el amor», reconoce la vallisoletana.

Lola Herrera, una de las grandes damas de la escena española, comenzó su trayectoria profesional en Radio Valladolid. A los veinte años, en el Teatro de la Comedia de Madrid, inició una carrera teatral llena de éxitos, que coronó con su interpretación de Carmen Sotillo en Cinco horas con Mario, que pasará a la historia del teatro español.

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En el cine, su trabajo en Función de noche, película dirigida por Josefina Molina en la que desnuda su intimidad junto a su marido, Daniel Dicenta, y su hija Natalia, supuso otro gran hito en su carrera. Su trabajo en televisión no es menos importante. Fue una de las pioneras en los estudios de TVE del Paseo de la Habana, en la capital, protagonizando innumerables Novela y Estudio uno. Aun hoy, sigue compatibilizando este medio con el teatro. Una docena de películas, cerca de cuarenta obras de teatro e innumerables trabajos para la televisión jalonan una trayectoria profesional difícil de igualar.

Ha sido merecedora de múltiples premios, como la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y la Medalla del Centenario del Círculo de Bellas Artes, e Max y sigue gozando del reconocimiento profesional y personal de innumerables seguidores. Con 80 años sigue siendo un regalo para todo el que tenga la suerte de verla sobre un escenario, y también fuera.

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