Alfredo Gómez
Martes, 25 de noviembre 2014, 20:54
Con dos propuestas en torno al poder de las letras dentro de la sociedad y como medio para alcanzar los objetivos que a diario se reivindican en ella, finalizó ayer el ciclo La cultura de la crisis y la crisis de la cultura, que ha organizado el Ateneo Cultural Jesús Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y León y la Universidad de Valladolid. El novelista, ensayista y poeta madrileño Benjamín Prado ensalzó el «valor social» de la literatura, mientras que los poetas Manuel Rico, Rafael Saravia y Ruth Sanz reivindicaron la poesía como el medio para remover las conciencias de los ciudadanos y alcanzar un mundo más justo, más habitable y mejor.
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Benjamín Prado considera que todo lo que ocurre «está bastante vigente en las letras. Hace tiempo se había demonizado lo que se llamó poesía social, que me gusta más que poesía política, y parece que ha regresado al calor de la crisis en el mundo de la novela».
Oscura realidad
Además asegura que también en el mundo de la canción, «cada vez se escuchan más reivindicaciones en canciones de gente tan dispar como Ismael Serrano, Celtas Cortos, Amaral, Nacho Vegas y tantos otros. La música parece haber regresado a una visión más política del arte».
Benjamín Prado asegura que esto pasa también en las novelas, «donde todos los días vemos cómo se afrontan los acontecimientos oscuros de la realidad a los que nos ha llevado esta crisis».
Sobre la situación actual, cita a Baudelaire, «que decía que un poeta puede ser cualquier cosa menos no contemporáneo y que puede habla de las cosas que no pasan, pero indudablemente tiene que reflejar las que pasan. No puede cerrar los ojos a lo que sucede».
Sobre el futuro literario, está convencido de que España «tiene una salud de hierro. No se si contra Wert se escribe mejor, como antes contra Franco, pero nuestra literatura goza de muy buena salud y ahora hay gente estupenda y que está a una gran altura».
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El axioma que expresó Gabriel Celaya sobre la poesía como arma cargada el futuro, fue tema de debate para los poetas. Rafael Saravia considera que «es una herramienta, nunca un arma, una manera de ejercer una conducta vital que desata las conciencias para conseguir un mundo más habitable».
Ruth Sanz, por el contrario, daba valor a la poesía «como arma social. Yo sí confío en ella como arma, porque el poder de la palabra es muy intenso y confío en el poder catártico y terapéutico de la palabra».
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Manuel Rico también reivindicaba la poesía como arma, «para cambiar el mundo y conseguir remover las conciencias de la gente que llega a leerla».
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