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Carlos Tapia, Ana Otero, Irene Pardo y el moderador del debate, Francisco Javier Gómez, durante la sesión de este martes.
El teatro que levanta barricadas

El teatro que levanta barricadas

La denuncia de la situación a la que se ha abocado al sector monopoliza el curso ‘La cultura de la crisis y la crisis de la cultura’ dedicado a las artes escénicas

Javier Aguiar

Miércoles, 12 de noviembre 2014, 12:09

Distintos puntos de vista y una conclusión común: el mundo de la cultura en general, y el del teatro, en particular, han de levantarse en armas (sus armas) para luchar contra quienes han llevado al sector a la situación de penuria en la que se encuentra. Contra «sus enemigos». Y estos no son otros que los políticos responsables de decisiones como la drástica reducción de las ayudas al sector o la subida del IVA al 21%, que llegó a calificarse de «genocidio cultural» o como «una de las medidas más antipatrióticas que se hayan tomado en este país».

En ese sentido Irene Pardo, Coordinadora de la Red Española de Teatros, hizo un llamamiento a «empezar a levantar las barricadas», dijo parafraseando al desaparecido Jordi Dauder y elevando el nivel emocional de un debate intenso y apasionado en el que la palabra, sincera y crítica, sirvió para desentrañar los vicios y los padeceres de un sector que quizás haya sufrido especialmente la crisis económica.

Carlos Tapia, presidente de Artesa, la asociación de las compañías de Castilla y León, se mostró partidario de exigir como ciudadanos que «una parte de los impuestos que pagamos todos se gasten en cultura», de recuperar «una inversión pública que es necesaria», entre otras razones porque, dijo y demostró con cifras, el teatro, la cultura, no es solo un elemento de identidad, sino también una industria y un productor de riqueza económica. El miembro de Azar Teatro denunció que los recortes aplicados en la enseñanza, la sanidad y la cultura «se han destinado a pagar los pufos de los bancos».

La actriz Ana Otero, rostro conocido en el cine, el teatro y la televisión, echó en falta un poco de «coherencia oficial» entre los políticos responsables de la cultura y aseguró que «hacer teatro se ha convertido en un acto de democracia».

Ellos tres protagonizaron este martes en la Facultad de Comercio de la UVA el primer debate de la cuarta jornada del curso La cultura de la crisis y la crisis de la cultura, organizado por el Ateneo Cultural Jesús Pereda y dedicado a la Evolución de las artes escénicas y la realidad actual. Más avanzada la tarde, y con los protagonistas convertidos en parte de un público en el que la farándula hacía mayoría, tuvo lugar un segundo encuentro, esta vez centrado en las Nuevas experiencias teatrales y protagonizado por el dramaturgo y profesor de la ESADCyL Alberto Conejero; el actor y director teatral José Martret, creador de La casa de la portera, experiencia pionera y puntera de las llamadas nuevas dramaturgias, y Javier Esteban, director de la compañía vallisoletana Azar Teatro.

En un ambiente de crítica y denuncia de una situación «dramática», medio bromeó Conejero, el autor fue uno de los más beligerantes. Calificó de «facilista y cómplice» la opinión que defiende que la crisis es una ocasión para la imaginación y la creatividad, un momento de oportunidades. La recesión, enfatizó, «no tiene solo consecuencias económicas, sino emocionales y sociales, desde el momento en el que descubrimos que nuestras vidas están en manos de los mercados». Además defendió la urgencia de «recuperar la función política del teatro, sin abandonar la poética», así como la conciencia colectiva para luchar contra políticas que «están condenando a generaciones» y que comparó con un «ataque extraterrestre».

Para Conejero las nuevas dramaturgias son «espacios de trinchera», provisionales, en los que «no podemos quedarnos porque hay que asaltar los espacios públicos» que, recordó, pertenecen a los ciudadanos.

Alejar a los políticos

La necesidad de alejar a los políticos de la gestión cultural para dejarla en manos de los profesionales, de implicar en ella a la sociedad civil y separarla de la burocracia administrativa fue planteada por Irene Pardo, quien también se mostró partidaria de optimizar unas infraestructuras «infrautilizadas», aumentar la eficacia de la gestión, comunicarse mejor con la ciudadanía y abandonar «la queja sistemática».

Ana Otero y Carlos Tapia abogaron por un nuevo modelo de gestión y regulación del sector que, para el presidente de Artesa, debería seguir contemplando la financiación pública, ser más justo y que sirva para democratizar la cultura y acabar con aspectos negativos del anterior, como «algunas posturas clientelistas y cierta ineficacia».

Entre el público, Miguel Ángel Pérez, Maguil, citado como ejemplo de gestor desde la mesa, apuntó, a modo de conclusión, que en España «nunca se evalúa la cultura» por lo que, insistió, «hay que parar un poco y pensar en qué es lo que habría que cambiar».

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