Víctor Vela
Sábado, 27 de septiembre 2014, 18:57
Se cuelan en el Hay Festival como el personaje cotidiano de una novela o de una película. Como esa amiga que viene a tomar café a casa y te cuenta retales de su vida entre pastitas y carcajadas. Así se presentan Elvira Lindo y Ángeles González-Sinde en el certamen literario que estos días se celebra en Segovia. Con naturalidad, con cercanía, con buen humor. Y regalando carcajadas a un público numerosísimo, con espectadores de excepción en la primera fila como Antonio Muñoz Molina, como Ignacio Martínez de Pisón, como Fernando Delgado.
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Una conversación libre de corsés y de complejos, guiada por Luis Alegre, para charlar sobre la relación (compleja, tortuosa, gozosa en ocasiones) entre literatura y cine. Las dos son escritoras, guionistas, adaptadoras... saben de lo que hablan. Y a veces, ¡ay!, hablan desde la herida, desde los rejonazos que pueden provocar las críticas.
"Procuro no leerlas", dice Ángeles González-Sinde. Sigue este premisa desde que firmó su primera película como directora ('La suerte dormida', 2003), que un reseñista vapuleó con el titular 'Mayonesa cortada'. Desde entonces, González-Sinde, quien fue ministra de Cultura con Rodríguez Zapatero, procura no leer las críticas de las películas en las que participa, de los libros que ha escrito. "Siempre te llega lo que dicen de ti, pero prefiero no leerlo", reconoce. "La confianza es algo muy delicado y los críticos me lanzaron entonces a una crisis de confianza en mí misma". Nunca más.
La escritora Elvira Lindo no se ha impuesto esa protección, aunque es consciente del daño que pueden hacer ciertas críticas escritas, tal vez, desde el desconocimiento, desde los prejuicios. Y recuerda cuando se estrenó 'Plenilunio', película inspirada en la novela de su marido, Antonio Muñoz Molina, y cuyo guion adaptado lleva la firma de Lindo. "Un crítico escribió que el guion, mi guion, era el cáncer de la película". "Y creo que debería quedar claro que el guionista no es el que manda en el cine. Los directores hacen lo que quieren con ese guion. A veces incluso consultan a sus madres, a sus mujeres, introducen las ideas de los actores. Al final, interviene tanta gente, al menos aquí en España, hay tantas manos que meten cuchara, que el guion que tú escribiste al final no es el que está en la película", reconoce Lindo, quien aprovechó el Hay Festival para reivindicar, entre bromas y con sentido del humor, su 'inocencia': "¡Yo no soy el cáncer de 'Plenilunio'!", exclamó entre las carcajadas del público asistente.
González-Sinde puso en contexto las palabras de Lindo: "Una película está comprendida de sucesivas capas y eso es lo complicado del cine. Está el encuadre, el montaje, los planos... y todo ello, al final, introduce cambios en el guion, incluso con buena voluntad".
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Entonces, ¿qué papel debería jugar la crítica? El escritor Antonio Muñoz Molina, desde el patio de butacas, tomó la palabra para recordar que las reseñas tienen cada vez menos espacio en los medios de comunicación. "Son cortas y están muchas veces escritas con una irresponsabilidad extraordinaria. Muchas solo consisten en decir esto me ha gustado y esto no, cuando el que escribe en ocasiones sabe de antemano si algo le va a gustar. Lo interesante sería una crítica que sirviera a los autores".
"El crítico no tiene que apiadarse del escritor o del cineasta, pero sí que debería tener empatía y saber que detrás de ese libro o de esa película hay muchas horas, meses de trabajo". "Quizá sería necesario que los críticos conocieran mejor el oficio, que valoraran la fotografía, los recursos que se han utilizado", añade González-Sinde. Y Elvira Lindo, para rematar, concluye: "En otros países, la crítica pone en contexto la obra de la que habla: explica su género, su historia, la situación económica con la que se ha producido. Y todo eso sirve para dar pistas al lector y no solo si le ha gustado o no al que hace la reseña".
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Del libro al cine
Ambas trabajaron juntas en un material compartido. González-Sinde llevó al cine 'Una palabra tuya', novela de Lindo (y adaptó para televisión 'Manolito Gafotas'. Y durante el diálogo en Segovia, abordaron la diferencia que existe entre la obra literaria y la cinematográfica.
"Una adaptación literal a la pantalla no es más fiel a la novela. Lo que hay que hacer es perseguir los mismos fines a través de instrumentos diferentes. Hay que traducir a un nuevo lenguaje", explica González-Sinde, quien apunta un criterio básico para que una novela pueda ser llevada al cine. "Basta que tenga un conflicto. Y no todas las novelas lo tienen. El cine sigue muy anclado en una narrativa del siglo XIX basada en los personajes y en un conflicto. Y hay novelas que no cumplen con esta simplificación. De ahí que haya obras literarias que son casi imposibles de llevar al cine". Y pone, como ejemplo, su libro 'El buen hijo', con el que fue finalista del último Premio Planeta. "Intenté hacer un guion cinematográfico con el personaje de Vicente. Llevaba mucho tiempo con él en la cabeza e incluso lo intenté meter en alguna película. Hasta que me di cuenta de que no era material para una película. Lo interesante de ese personaje era su voz, sus manías. Y eso funciona bien en una novela, quizá en teatro, pero Vicente no estaba hecho para el cine", reconoce.
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¿Mejor el libro que la película? "Hay un lugar común de que las novelas son siempre mejores que la película", apunta Lindo. Y, claro, no siempre es así. "El cine es imprevisible. Lo más fácil es que la película sea mala o regular. No es sencillo hacer obras maestras, eso el autor debería saberlo cuando autoriza a hacer una versión de su libro". Pero, continúa Lindo, hay ocasiones en las que también entra en juego la "coquetería" de los escritores "que piensan, por sistema, que sus novelas son mejores que las películas que se han rodado sobre ellas. Yo he visto a autores que se han quejado de las adaptaciones que se han hecho al cine de sus obras. Y a lo mejor tendrían que plantearse que quizá esa novela que escribieron, en realidad, no es tan buena".
"Soy autora y he sido guionista. Y entiendo la sensibilidad de los autores... hasta cierto punto. El autor firma un contrato con una productora y lo hace porque quiere", afirma Lindo. "Sí, pero a veces se puede sentir defraudado porque hay productores que compran novelas sin ton ni son y a lo mejor no tienen una fácil adaptación. Es entonces cuando pueden llegar a decir: 'Cambia lo que quieras, sin problemas'. Y ese punto de partida ya es una falta de respeto hacia el autor", añade González-Sinde.
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Solitario o compartido
"Mientras que la escritura (y la lectura) es algo solitario y personal, cuando trabajas en la adaptación al cine es casi un juego en el que implicas a otros muchos adultos para que participen contigo, para ponerle cara al personaje y vestirle y construirle su casa. Hasta cierto punto, el director impone una visión de la novela a todos los demás", apunta Ángeles González-Sinde, premio Goya al mejor guion por 'La buena estrella'.
¿Ejemplos de buenos libros y de buenas películas? 'Desayuno en Tiffany's', de Truman Capote. 'Desayuno con diamantes', con Audrey Hepburn. La película, concluyen ambas, se aleja más o menos del texto original. Pero traslada fielmente su esencia. Y ahí está su garantía de éxito. Sin que se corte la mayonesa.
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