Pasqual: «El público quiere tener al actor encima, sentir su emoción»

La novena edición de las Jornadas de Teatro Clásico del festival olmedano comenzó ayer con la celebración de un diálogo entre dos profesionales del mundo de la escena como Javier Huerta, director del Instituto de Teatro de Madrid, y Lluís Pasqual, uno de los fundadores del Teatre Lliure de Barcelona en 1976 y actualmente su director. Conversaron sobre la popular tragicomedia El caballero de Olmedo, las últimas versiones y las formas de tratar su esencia, y lo hicieron en un escenario diferente al de ediciones anteriores, simulando un salón donde dialogar de forma más íntima.

Junto a ellos estaba previsto que participara Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), aunque finalmente no pudo asistir a esta mesa de debate donde hablaría de, entre otras cosas, la última coproducción del Lliure y la CNTC, una nueva versión de El caballero de Olmedo, estrenada el pasado mes de febrero y en la que once actores y dos músicos interpretan una obra «para oír de cerca y en la que sale a la superficie la parte más lírica de Lope», tal y como expresó Lluís Pascual, quien ha puesto en escena dos versiones de El caballero de Olmedo durante su carrera profesional y con 22 años de diferencia.

Asegura que en la actualidad el espectador ya se ha cansado de ver el teatro de lejos, como antes, «ahora quiere tener al actor a medio metro, ver cómo llora, cómo ríe, cómo se emociona,» y fue claro a la hora de indicar el culpable de este cambio: el propio público, quien se ha acercado al teatro buscando esa cercanía y el teatro le ha respondido como él quería. En los últimos años «la gran revolución ha sido de las salas alternativas», donde el espectador puede ver por fin en un pequeño escenario cómo transcurren las emociones y participar en ellas.

En 1992, Lluís Pasqual dirigió por primera vez El caballero de Olmedo en una producción del Odéon-Théâtre de lEurope para el Festival dAvignon y para ello contó con más de 40 actores, 14 caballos y sobre un escenario de 1.000 metros cuadrados. En ese caso, estaba destinado a 3.500 personas, pero en su última versión el montaje es para un número mucho más reducido espectadores.

El trabajo con la Compañía Joven de Teatro Clásico ha sido «una experiencia dura, como picar piedra pero teniendo al final un manantial» porque, según comentaba, los actores no siempre salen preparados para el teatro clásico como otros jóvenes europeos, y por ello ha sido una mezcla de ensayos y talleres sobre distintas disciplinas para llegar hasta donde se pretendía.

Descubrir el mapa genético

«Hay que atrapar al espectador amordazándole y drogándole, llevándole a una buena representación de teatro clásico», porque así, tal y como afirma Lluís Pasqual, descubrirá un nuevo mundo y su propio mapa genético ya que, en parte, «los clásicos sacan a la luz nuestras virtudes y vergüenzas». Al tiempo, aseveró que el público de hoy en día es todavía «muy virgen y va a lo que le echen, siempre que encuentre un poco de verdad».

En estos momentos el Teatro Lliure está a punto de cerrar por vacaciones pero ya prepara la vuelta con varios espectáculos en los que William Shakespeare será uno de los grandes protagonistas de la temporada. Se cumplen 450 años del nacimiento del autor inglés y «él va a ocupar un lugar muy fuerte en la programación», que culminará con la representación de El rey Lear, interpretado no por un hombre, sino por una mujer, la actriz Nuria Espert.

Las Jornadas de Olmedo Clásico continúan en el día de hoy con la celebración de varias presentaciones de libros y proyectos durante la mañana y, ya por la tarde, varios actores de Teatro Corsario y expertos de la escena nacional tratarán de explicar cómo se interpreta y entiende El caballero de Olmedo. Más de 100 personas, entre asistentes y profesionales del teatro, participan estos días en el Centro de Artes Escénicas San Pedro en las mesas de debate propuestas por el festival, con el fin de desentrañar detalles y novedades de la obra y figura de Lope de Vega.