elena g. castañón
Sábado, 19 de julio 2014, 13:22
En un lugar del Quijote entreteje su argumento a partir de las historias de la veintena de personajes que aparecen. Pero todas ellas giran alrededor de Alonso Quijano, más conocido como Don Quijote y representado por Íñigo Echevarría. La tarea de dar vida al personaje cervantino plantea un reto evidente, centrado en «no pretender cubrir el imaginario de cada persona, colectivo o erudito sobre los puntos de vista y la historia personal que tenga cada uno con la novela y afrontarlo desde el análisis propio y la intuición», expone Echevarría.
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El miembro de Ron Lalá asegura que el público experimentará un conjunto de emociones enmarcadas en un «cuadro estético importante que amalgama escenografía, iluminación y vestuario», y con música «que nos lleva a mundos mágicos y oníricos». Pero también la compañía se siente beneficiada con este espectáculo, ya que, tal y como afirma Echevarría, les ha permitido «abrir el abanico» y descubrir «otro tipo de sensaciones más trágicas, melancólicas y poéticas», pero sin dejar de lado el humor que les caracteriza.
Uno de los objetivos de Ron Lalá con En un lugar del Quijote es el de huir de las «visiones académicas y casi decimonónicas» que sitúan los clásicos en un nivel de erudición alejado de las clases populares. «El Quijote tiene la parte profunda y filosófica pero tiene el humor, la crítica y un espejo de la España del siglo XVII espectacular, que tiene muchas similitudes con la edad contemporánea», asegura Íñigo Echevarría.
Tras la concesión del Premio del Público en la pasada edición de Olmedo Clásico, el actor considera que el listón de la compañía está más alto, pero obliga a «estar despierto y vivo». Es por esto que Echevarría
estima necesario dejar las excusas a un lado y ofrecer un teatro de calidad en el que el directo aporte «algo más allá del puro entretenimiento porque la gente necesita experiencias en vivo que le hagan vibrar y sentir algo».
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Si Íñigo Echevarría se plantea la cuestión de si aún merece la pena dedicarse al teatro, la respuesta es clara e inmediata, ya que lo entiende como una «experiencia social» y una «plataforma muy valiosa que te permite hablar y ser espejo de la vida y de las costumbres, como dice Cervantes», explica.
Como reto cercano, Echevarría espera «revolucionar las butacas un año más» con En un lugar del Quijote. Mirando al futuro, el desafío es otro: «El teatro debe ser una necesidad del pueblo e instalarse como una necesidad fundamental desde la educación».
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