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elena g. castañón
Sábado, 19 de julio 2014, 13:13
Olmedo se viste de gala por segunda noche para continuar con la fiesta del teatro. Hoy es el turno de Ron Lalá y su particular versión de Don Quijote de la Mancha. A partir de las 23:00 horas, la compañía ronlalera desplegará sobre el escenario su originalidad, frescura y sentido del humor sin perder de vista las emociones y el tono poético. Estos ingredientes son los que le han valido a la compañía el Premio del Público en la edición pasada del festival que recogerán hoy, en el que representaron Siglo de Oro, siglo de ahora (folía). Respecto a este reconocimiento popular, Álvaro Tato, miembro de Ron Lalá asegura que «es una de esas cosas que justifican trabajar en una profesión así». El éxito de la obra recae en que habla con una «voz colectiva» sobre la crisis actual reflejada en la crisis del Siglo de Oro. «Se trata de una obra que es pueblo y ofrece al espectador la carcajada, la reflexión y la poesía», afirma Álvaro Tato.
Esta noche, Ron Lalá se adentra en el universo cervantino con En un lugar del Quijote. A las órdenes de Yayo Cáceres, los personajes del clásico por antonomasia de la literatura universal cobrarán vida en la piel de Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Daniel Rovalher, Miguel Magdalena y Álvaro Tato. Este último, autor del texto, destaca el planteamiento «respetuoso pero no reverente» que propone esta versión quijotesca. «Pretendemos mirar a los ojos al espectador y a la obra y devolverle al Quijote su carácter popular, como cuando se leía en voz alta en las plazas hace siglos», expresa Tato.
Puestos a reinventar clásicos, la tarea no es sencilla si se trata de Don Quijote y el reto consiste en buscar la diferencia respecto a todo lo que ya se ha dicho sobre un escenario. «Pretendemos aportar una mirada fresca desde nuestra edad y nuestras ganas de contar, convirtiendo la función
en una fiesta haciendo participar a la gente de esa maravilla poliédrica que es Don Quijote de la Mancha», apunta Tato, que interpreta un total de nueve papeles.
El argumento se vale de una dramaturgia paralela entre la figura de Don Quijote y la de Cervantes, intercalando las acciones y los puntos de vista de ambos, para crear la singularidad que pretende. «La obra trata de un hombre que decide quién quiere ser y eso es un acto de voluntad totalmente profundo, tanto en el siglo XVII como en el siglo de ahora. El Quijote es la historia de la libertad humana y el precio que se paga por ella», resume Álvaro Tato.
La acogida de En un lugar del Quijote, coproducida por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, confirma el éxito de la fórmula ronlalera aplicada a lo tradicional. «Desde que nos dedicamos al verso clásico nos damos cuenta de que la gente quiere, necesita y apoya lo clásico», asegura, tajante, Tato.
Teatro de guerrilla
El teatro sobrevive como una forma de libertad de expresión milenaria y, en el caso de Ron Lalá, apuesta por el «teatro de guerrilla que con muy pocos elementos intenta hacer lo máximo», explica Tato. Dado que las circunstancias gubernamentales y administrativas actuales no son las mejores, el ronlalero declara que más que nunca «es el momento de hacer piña porque la cultura es un incendio completamente necesario en los tiempos que corren».
Ron Lalá defiende el teatro como «el arte de lo común» y centra el objetivo en el espectador, que acude a los espectáculos con «más intensidad», lo que multiplica sus expectativas. Por eso, Álvaro Tato sabe que hay que estar a la altura y ofrecer al público la posibilidad de «canalizar y catalizar sus problemas gracias al arte». «Nuestro trabajo es cambiarle el día a la gente», afirma Tato con el entusiasmo que caracteriza a la compañía creada en 1996 y a sus funciones.
La inmediatez y el realismo del directo teatral es uno de sus puntos fuertes y permite al espectador alejarse de las pantallas y presenciar una historia con la que emocionarse, tal y como afirma el actor. «La televisión es una piscina y el teatro es el mar. Se trata de hablarle a la gente de lo que le importa y plantear preguntas y emociones, en el caso de Ron Lalá, desde la carcajada», añade.
Tato apuesta por los clásicos como recordatorio de que, por suerte o por desgracia, la condición del ser humano no varía mucho de unas épocas a otras y cuando «te hablan al corazón desde la risa o la lágrima» su vigencia es perenne.
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