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Javier Aguiar
Miércoles, 25 de junio 2014, 10:48
. Aunque afirma no ser un experto en temas políticos no para de opinar sobre ellos y lo hace con ese mismo espíritu crítico que demanda a una sociedad que «ha estado adormecida». Hoy, acompañado de Gustavo Martín Garzo y Jesús Quijano, hablará en el Aula Mergelina de la UVA de su libro 59 intelectuales para una conciencia crítica y, a buen seguro, de muchas cosas más.
¿Por qué no hay conciencia crítica en la sociedad española?
Porque se han hecho demasiadas concesiones al sistema y se ha dejado actuar con bastante arbitrariedad al poder. La sociedad durante un tiempo ha estado adormecida y eso dificulta que haya una conciencia crítica, porque el sistema y el poder son como garras que la tienen totalmente controlada y esta requiere una serie de alicientes para que pueda despertar. Hemos sido demasiado conformistas con el poder político, económico, financiero, religioso, militar y hay que empezar a decir aquello que decía Raimon de digem no, tenemos que decir no.
¿Es cierto que faltan herramientas de control del poder?
Herramientas tenemos. En una democracia la herramienta fundamental es la participación ciudadana en los diferentes ámbitos de la vida social y cívica, lo que ocurre es que no hemos hecho uso de ellas. No solo el derecho a elegir y a ser elegidos sino la participación activa en los diferentes ámbitos y en las diferentes organizaciones e instituciones que tiene la sociedad. Ha faltado la participación de los ciudadanos en todo el tejido social y comunitario, ha sido una democracia de bajísima intensidad por parte de la sociedad, que no ha sido capaz de hacer uso de todos los instrumentos que ofrece una democracia.
¿En qué más se ha fallado?
Hemos sido demasiado condescendientes con los recortes que día a día realizaba y sigue realizando el sistema. Recortes de derechos en todos los campos... derechos básicos como el derecho al trabajo, a la vivienda, a la educación, a la cultura a la sanidad, a los servicios sociales, pero también los derechos humanos que tienen que ver con la libertad de asociación, de expresión y de reunión . Hemos permitido casi todo y cuando hemos querido reaccionar resulta que el neoliberalismo, apoyado y gestionado por los diferentes poderes políticos tanto conservadores como socialdemócratas, ha logrado concesiones que ha provocado una sangría de los derechos.
Hasta qué punto está alienada la sociedad española
Últimamente está empezando a despertar de la situación de alienación en la que yo creo que se ha encontrado durante bastante tiempo. En estos tres últimos años creo que estamos asistiendo a una pedagogía de la participación que se ha traducido en las últimas elecciones europeas con el apoyo de un sector importante de la ciudadanía a partidos políticos y coaliciones y organizaciones que proponen otra democracia, otra política, otra economía...
¿Qué lectura hace de esos resultados?
El mensaje que están transmitiendo es que la ética debe guiar todos los procesos de la sociedad y no viceversa, que sea la economía la que asedia a los otros ámbitos. Estos últimos años han desembocado todos las luchas que se han llevado a cabo, el 15-M el 15-O, las mareas, los colectivos contra los desahucios, todo esto, aunque nos parecía que no iba a tener resultados, sí los ha tenido porque han producido también un cambio en el ámbito político y no solo en el terreno cívico.
«Ahora va en serio»
¿No tiene la impresión de que estos movimientos se diluyen con el tiempo?
Yo creo que ahora ve en serio. Que lo que empezó el 15-M, que además tuvo una repercusión internacional hasta convertirse en un movimiento global. Los resultados electorales han sido como decir hasta aquí hemos llegado y vamos a iniciar una etapa nueva en la que la sociedad realmente tome las riendas de su propio destino y de su futuro y no deje las respuestas a los problemas en las manos de los políticos.
¿Cuál debería ser el siguiente paso?
Ahora es necesario iniciar una pedagogía de democracia participativa en todos los campos. En el ámbito vecinal, el educativo, en el terreno universitario... Ahí está la clave, en la implicación de la ciudadanía. En ese sentido me parece muy importante este movimiento que está desarrollando reivindicando un referéndum sobre monarquía o república, es el síntoma del despertar de una conciencia de los ciudadanos que reclaman el derecho a decidir.
Los partidos mayoritarios restan importancia a los resultados de las europeas y echan balones fuera...
Es un signo de ceguera o, por lo menos, de miopía, si consideran que los resultados de las europeas no son extrapolables a otras elecciones. Si creen que no va con ellos y responde solo a que se trata de unas elecciones menores lo que van a tener es una sangría de votos cada vez mayor. Se situarían fuera de la realidad si no aceptaran que han recibido un varapalo que puede ir a más en la medida que minusvaloren la importancia de estos resultados.
¿No hay intelectuales en España con esa conciencia crítica?
Sí, sí, yo creo que hay intelectuales muy potentes y que elevan su voz de muchas formas. Lo que está sucediendo es que están implicados en los movimientos sociales y alternativos, críticos de la globalización neoliberal. Están inmersos en esos movimientos y están jugando un papel extraordinario porque ayudan a hacer los análisis, las reflexiones a trascender la propia realidad. Ayudan a abrir horizontes nuevos, a fomentar la conciencia crítica y a cuestionar el pensamiento único. Justo por su implicaciones en los movimientos sociales su voz puede quedar más apagada a nivel individual pero adquieren una fuerza y una difusión extraordinarias. Creo que la figura del intelectual con conciencia individual ha pasado a segundo término.
¿Como teólogo qué piensa de este Papa? ¿Cree que será capaz de cambiar la Iglesia?
Creo que no va a cambiar la Iglesia, posiblemente porque resulte muy difícil y encuentre muchas trabas y esa es una de las asignaturas pendientes por las que va a ser valorado. Se consideran sus gestos, sus actitudes, como muy innovadoras y concienciadoras pero creo que el cambio en la Iglesia lo va a tener más difícil y no sé hasta qué medida lo quiere llevar él adelante. Lo que ha hecho son revoques de fachadas, reformas menores. La transformación de la Iglesia requiere ir a las raíces, y lo primero democratizar una institución que tiene una estructura autoritaria, pasar de un patriarquía a una comunidad de iguales en el seguimiento de Jesús.
¿Más acorde con el mensaje de Jesús, quiere decir?
Sí, en la iglesia se sienten incómodos muchos sectores que son los que atendió de manera especial y prioritaria Jesús de Nazaret creando un movimiento igualitario de hombres y mujeres sin ningún tipo de discriminación. Tendría que optar por los marginados y los excluidos y dejar de ser excluyente con los divorciados, los teólogos críticos, los homosexuales, el sacerdocio de las mujeres, el matrimonio de los clérigos...
¿Es escéptico con los resultados de su pontificado?
Ni escéptico ni lo contrario, solo creo que hasta el presente no ha tomado ninguna decisión que vaya hacia la reforma de la Iglesia. Ahora bien dicho esto, también tengo que decir que donde el Papa está destacando y está adquiriendo una autoridad moral y un peso extraordinarios es en el ámbito de las relaciones internacionales a través de las iniciativas de paz de lugares en conflicto. También en el ámbito económico con esa crítica tan severa al neoliberalismo, al que considera como el mal absoluto y el que genera una desigualdad que desemboca en violencia. Ahora que hay una falta de líderes desde el punto de vista político y ético creo que Francisco se está convirtiendo en esa conciencia ético crítica de una sociedad instalada en el consumo, en la insolidaridad y la insensibilidad hacia el mundo de la marginación.
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