elena g. castañón
Sábado, 14 de junio 2014, 21:46
Por aquello de que existan días internacionales de casi todo, las labores más tradicionales no iban a ser menos. Por eso, a lo largo del sábado se ha celebrado el Día Internacional de Tejer en Público, que llega por primera vez a Valladolid en forma de yarn bombing o bombardeos de lana. Esta práctica, originada en Estados Unidos, consiste en decorar con piezas de punto o ganchillo los espacios abiertos de las ciudades, adornando esculturas, puentes o farolas. El Museo Patio Herreriano dedicó la jornada de sábado a esta técnica para dar un toque de color a la plaza exterior de acceso, así como al patio de Novicios.
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Sin interferir en la actividad cotidiana del museo y con el propósito de embellecerlo, aquellos aficionados al ganchillo que acudieron a la cita disfrutaron de una reunión amena mientras tejían para posteriormente ornamentar los árboles del Patio Herreriano. Un estallido de color inundó los rincones del edificio, incorporando así una de las nuevas modalidades del arte contemporáneo. A pesar de que el museo suele organizar talleres de todo tipo es la primera vez que se sumerge en la aventura del ganchillo, según cuenta la coordinadora Beatriz Pastrana, que encuentra un vínculo entre lo social y cualquier variedad artística, sobre todo en la actualidad. Además, el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo intenta sumarse siempre a las vanguardias artísticas que van emergiendo en cualquier parte del mundo.
El principal objetivo de la jornada de ayer no fue otro que el de «pasar un buen rato con gente que comparte tu misma afición y así recopilar algunas ideas», según afirma Maite Casas, que descubrió por casualidad la existencia de esta iniciativa en Valladolid a través de Internet, aunque ya conocía el caso de otras ciudades», y pasó la tarde del sábado aguja en mano. Ella, como el resto de aficionados a la labor de tejer, confiesa el carácter relajante de esta práctica, además de ser un gran combatiente contra el aburrimiento.
Decoración temporal
Beatriz Pastrana asegura que la decoración se mantendrá durante un tiempo para que la gente «pierda el miedo a cruzar la puerta del Museo y se anime a entrar y ver las salas y las obras».
El carácter gratuito de la actividad atrajo a un buen número de asistentes que, ataviados con aguja y ovillo de lana, formaron varios corrillos en los pasillos y patios del Museo. La originalidad y el toque único de las piezas hechas a mano atrae, a pesar de que algunos tejidos resultan caros, pero cuentan con el valor añadido de asegurar un modelo exclusivo para el que lo posee, tal y como afirmaban algunos de los tejedores del Patio Herreriano.
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