CRISTINA MARTÍN
Jueves, 1 de enero 1970, 01:33
Todas las butacas ocupadas en una gala que suponía el plato fuerte del festival y que logró dejar sorprendidos a los espectadores, más de 800, en una noche más fresca que en días anteriores en Circolmedo y en la que se dieron cita ocho números de increíbles acrobacias, malabarismos y sobre todo magia, mucha magia. Montajes de gran belleza artística y de alta dificultad que dejaron impresionados a un público ya entendido en la materia después de siete años disfrutando del circo en Olmedo.
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El Gran Dimitri fue el maestro de ceremonias un año más de esta Gran Gala cuyo cartel ya anunciaba a mitad de semana que las entradas estaban agotadas. Se trata de uno de los eventos principales de Circolmedo en el que el público disfrutó de espectáculos variados y la técnica de artistas profesionales llegados de distintos puntos del mundo para demostrar que las acrobacias y los equilibrios más difíciles no son imposibles.
Durante una hora y media la Corrala del Palacio del Caballero, un lugar único y mágico del que pueden y deben presumir los olmedanos, se rindió ante unos artistas que dominaron el trapecio, los malabares y también pusieron sobre el escenario el circo más clásico a través de números de clown de los que disfrutaron decenas de niños que abrían sus ojos cada vez más con cada nueva acrobacia. Desde Finlandia las acróbatas y equilibristas Lotta & Stina sorprendieron al público con un número en el que la técnica y la belleza artística estuvieron más que presentes. Los aplausos durante y después de su número de acroportés no cesaban, siendo uno de los espectáculos más destacados.
Por su parte, Lorenzo Mastropietro demostró por qué está considerado todo un especialista en la manipulación de sombreros. Un artista internacional de los malabares que ha actuado en grandes escenarios y con quien parece mentira el juego que puede llegar a dar un simple sombrero, tres y hasta cinco, en las manos de un solo hombre.
Otro de los espectáculos de la noche que gustó al público adulto lo protagonizó el acróbata argentino Ignacio Ricci que, con los ojos vendados al comienzo, se encargó de que su espectáculo de cuerda aérea no pasara desapercibido, y más aún teniendo como fondo la maravillosa muralla de Olmedo, iluminada para esta gran gala.
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Los montajes mostraron en menos de diez minutos el talento, la imaginación y el humor de unos artistas que deslumbraron en el escenario olmedano. Un año más la calidad y la elegancia fueron características principales de la Gala de Circolmedo.
Doble propuesta familiar
En esta séptima edición, el festival ha contado de nuevo con dos espectáculos en horario de tarde con el fin de animar tanto a los pequeños como a sus padres, con una doble propuesta que comenzaba con el humor y las acrobacias de Cirk About It y su montaje Los socorristas, refrescante y divertido, que logró el lleno absoluto en la Corrala del Palacio del Caballero.
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El público infantil se entretuvo con las acrobacias de los cuatro componentes de esta compañía, vestidos al igual que un socorrista, con camiseta blanca y bañador rojo, y dispuestos a hacer reír a carcajadas a todos los espectadores por igual en una tarde de calor, donde se veía más de un abanico entre el público.
Este espectáculo vino a suplir el previsto en el mismo horario, el de la compañía de Vaivén Circo y su Do not disturb. Después de su baja a última hora, los organizadores de Circolmedo decidieron traer hasta la villa las acrobacias de Cirk About It. Con unos saltos increíbles que dejaron al público mirando arriba y abajo sin parar.
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Rubén, Laura, Torna y Miguel son los protagonistas de este espectáculo, en el que casi ya entrada la recta final pidieron la ayuda inestimable de un niño del público. Momento en el que las risas comenzaron a aumentar aún más, ya que parecía que el pequeño saltaría por los aires en cualquier momento.
Esta joven compañía de circo agradeció a Circolmedo haber confiado en ellos para actuar en el festival y se convirtió en el preámbulo de otro de los grandes espectáculos de humor de la tarde, a cargo de Wilbur, que comenzó de inmediato. El montaje se realizó en el patio exterior del Palacio del Caballero, sobre un escenario de pequeño formato y que pronto fue invadido por los espectadores en masa.
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Humor y chulería
Los niños se sentaron delante y una gran multitud se agolpaba a su alrededor, ansiosos por ver actuar a Wilbur, que ya presentó en la noche del viernes el Cabaret de Circo, aportando su humor y una chulería graciosa durante toda la gala.
La mezcla de humor, acrobacia y pintura de Wilbur hizo que todos y cada uno de los espectadores tuvieran una sonrisa durante el espectáculo. La fuerza y el desparpajo de este personaje levantaron los aplausos del público durante el montaje, y sus andares especiales fueron tan solo uno de los toques de humor de Wilbur, al que la música le animaba todavía más.
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Las acrobacias acompañaron a su número, pero también lo hicieron los movimientos eléctricos y una risa contagiosa. Con apenas un biombo y varios elementos cotidianos en un pequeño escenario, atrapó la atención de la gente y, sobre todo, de los pequeños, aunque alguno de ellos se fuera un poco descontento a casa después del beso en la boca recibido por Wilbur.
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